Date prisa, tengo miedo. Apura con los botones, desnuda tu piel, desnuda la mía  y sé la imagen perfecta  clavada en mi retina.
Expone tu cuerpo varonil, pasea  delante, dame un motivo para retener el impulso de escapar. Acércate,  apura, la ansiedad desespera y la fruta está demasiado madura.
Llena ahora por completo este espacio, riega con tu aroma, mójame con solo una mirada. No dejes que me vaya, sujétame con fuerza; quiero estar bajo tu fuego.
Date prisa. Muero consumida en el deseo, me atormentan las  escenas que presagio, las imagino y tengo miedo de ser otra, de quedarme, de morir si no lo intento.
Destroza las barreras, lucha contra ellas; escarba en mi tierra y clava estacas de pertenencia. Quema, marca mi piel; deja huellas a tu paso, arráncame la resistencia, pisotéala y déjala tirada junto a la ropa, en ese rincón apartado.
Llévame donde quieras y prométeme que no habrá regresos; entra en mí, ahora que es agua caliente lo que me incendia. Ahora que soy sorda a los ecos, ahora que hay tiempo, ahora que nadie reclama mi presencia, ni mi cuerpo. Ahora que entre tus brazos se esfuman las culpas, que nada importa porque te tengo.
Ya no te des prisa, recuéstate sobre mi piel y húndete más, sin reparos, tu eres mi verdadero dueño.
Ya no te des prisa. ¡Qué importa lo demás si no te tengo!
Quédate dentro, muere allí; lléname de tu esencia. Abrázame para que no regresen nunca más los miedos. Entre susurros y besos dame la fuerza  para ser sincera y apostar  por lo nuestro.