Un camino de ptalos
Publicado en Jul 03, 2013
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Corrí, dejando las secuelas de mi inmaculada ilusión muerta  en la alfombra de pétalos. Los tules, la gasa se elevaban  sobre mis piernas inquietas como un terremoto violento. Montañas blancas nacían y morían profundizando valles, arrugas enormes se pronunciaban en cordilleras murmurantes. Los pétalos de mis  rosas dejaron  marcado mi nuevo recorrido, evidencia de mi presencia, murieron en mis manos para ser  testigos inesperados de mi escape.
No quise mirarlo. No lo hice ni un momento, sólo imaginé sus ojos desconcertados. Tampoco atendí a su llamado mientras corría por esa avenida que me indicaba una única salida, una perfumada propuesta de rosas me señalaba el verdadero camino. Hubiera jurado que hasta hacía un momento tenía un único sentido y de pronto, se habían bifurcado los carriles, eran dos, de opuestos sentidos.
El aire castigó mi rostro y olí la libertad. El vestido me pesaba, como su pureza, era un fastidio. Desnudé mi alma y volé a otros brazos; liviana y sin “peros” me atreví a escuchar lo que realmente quería, sin miedos, sin condenas. Con puro impulso, corrí sin pensar; enredé las ansias, el deseo y me orienté de nuevo, la brújula marcaba un único destino.
Estaba donde imaginaba, ausente,  en otro mundo, bañado de su triste presente. Incapacitado de mirarme y de verme; estaba lejos, con ojos nublados, indiferentes. Mi voz no lo alcanzó, ni siquiera lo trajeron  mis brazos extendidos; siguió  en una realidad cruel y arrolladora. Tenía, en las manos apretadas, mi última carta. Le había redactado allí mis últimas palabras, la sentencia, la decisión final; era sin dudas  la cobardía detallada en párrafos mentirosos, la imposibilidad de cambiar la obra porque ese había sido el único argumento pensado.
 
Mi mano en su hombro lo regresó. Tembló bajo mi tacto, vibró, vibramos. Se despertaron corrientes, las chispas saltaron. Las lágrimas rebasaron el dique de sus ojos y en la expresión que adoptó su rostro; en la energía que recorrió mis venas, comprendí que era  mutua la alegría.
Un novio quedó en el altar y mi  vestido blanco, arrugado en el rincón de un cuarto lleno de sinceros gemidos.
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Foto del autor Silvana Pressacco
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Descripción

Momentos en donde la decisin final puede ser otra

Palabras Clave: Boda abandono vestido

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Silvana Pressacco

Derechos de Autor: reservados


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