Los celos
Publicado en Aug 01, 2013
Son las voces que te hablan de pecados y de engaños. Puñales insistentes que escarban y agrandan la inseguridad de mi tierra, que provocan temblores en mi alma y que hacen demasiado pesada a la razón; me aplasta.
Sus hipótesis se presentan con estandartes, son verdades absolutas, espinas de mil puntas que nadan por las venas. La desilusión encabeza la manifestación que va a camino al funeral de mi corazón. Los murmullos rondan en el pecho, clavan uñas y se quedan ahí presos; algunos nacen alaridos, otros son amordazados por fieles amigos, los rencores. Celos, virus impredecibles. Irracional motor que transporta impulsos y con ellos atropella. No miden lo que dejan, inconmensurables son sus malas intenciones. Opinan de todas las obras. Espectadores ausentes ponen siempre pesimismo entre los actores e inventan diálogos o escenas inexistentes. Son globos de broncas calientes, se agrandan hasta el límite dominando mi firmamento y explotan regando con su veneno. He luchado contra ellos, se ríen; soy el títere más obediente y complaciente de sus deseos. Los reconozco, los descubro, más no puedo detenerlos. Desespero cuando me alimentan, sujeto sus manos que me desorientan y me sumerjo en su mundo que aprisiona. Me sientan en la primera fila del teatro que montan y me dan latigazos de imágenes creadas y de ecos visibles. Me hundo en el mar, mentiras o verdades son las que flotan, ya no las distingo. Confiado le doy la mano a las criaturas viejas que me llevarán al abismo conocido; allí ya no entrará nadie; ni el amor, ni los celos.
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