El ángel cambió el cuento
Publicado en Aug 04, 2013
Probé de tu veneno y lo bebí como el mejor de los remedios. Ilusa y confiada, bebí sin saber de otros besos. Me entregué en el lecho de tu indiferencia reposando en el hielo que ofrecías sin conocer de la tibieza que en otros mares existía.
Navegué rompiendo los témpanos que construías, me embarré en el lodo que esculpías y transité sin advertir, que en estatua de mármol me convertías. Sangré hielo por las venas, vacía por dentro como estática por fuera; llevé dibujada la sonrisa irónica que pintaste en mi rostro desde el momento que comprendí que ya no esperaba, porque simplemente estaba muerta. Ofrecí lo que recibí, rosas marchitas. Su fragancia llenó los rincones pero sus pétalos se deshacían cuando a las caricias no respondían. Me convertí en un sólido e infranqueable dique, las olas con insistencia durante mucho tiempo no pudieron con mi revoque; en una montaña de cenizas, viejo volcán que ya no respondía. De pronto apareció en mi vida y las hojas del otoño aún caídas, reverdecieron. Los vientos del invierno fragancias silvestres trajeron y se instalaron en mi jardín pimpollos nuevos. El ángel de mis sueños, puso páginas distintas en mi cuento. Con la sed que creí superada, bebo de nuevo el néctar dulce que no me empalaga. En ocasiones, cuando vuelve el miedo al frío y la costumbre lleva a que me cubra de nuevo, las manos que prefieren verme desnuda me descubren y su dueño me abriga con su piel, siempre encima de mi cuerpo. Mis labios se han brotado por el fuego encontrado; la sangre circula rápido, parece un río endemoniado. Mi dique ,que ya no se resiste, deja fluir esa corriente, deja que el valle completo se riegue de esa esperanza tibia, parida desde el hielo viejo y crujiente del pasado; a ese que agradezco haber enterrado.
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