No soy como el cielo
Publicado en Sep 18, 2013
Alcanzo a ver como el cielo se niega a desprenderse de la tibieza dorada. Lentamente su marcha le deja nostalgia, las huellas se esfuman, los velos se corren, y aunque ya lo añora, se prepara sabe que la esperanza le traerá la mañana. Sabe que de nuevo sus luces le regarán el alma. Los colores juegan entre pinceles, pintan el atardecer de increíbles pasteles y en la paleta, los impacientes oscuros retienen los impulsos de generar manchones. Los pájaros se refugian en sus nidos y esperan ver parir a la noche la infinidad de luces que los adormece. El aire me recorre, lo siento; atraviesa todos mis rincones, circula entre mis dedos extendidos despeina mi cabello opaco, y agita las hilachas cansadas de lo que soy, de lo que quedo; no soy como el cielo, ya no espero. Estoy viva, lo sé, increíblemente respiro en el paisaje, emito el único sonido provoco el único movimiento sacudiendo el pecho dolorido. Mi inteligencia no comprende cómo es que aún respiro. La sombra de mi noche también se traga todos los colores, las melodías que sonaban, enmudecieron, espantadas por mis llantos repetidos, mis sentidos ya no se sorprenden están heridos o vencidos y a pesar de todo, respiro. El aire busca entre mis vacíos, hace remolinos en huecos profundos. La savia insiste en el recorrido pero marchita como estoy, da lo mismo. ¿Por qué se extiende mi agonía si sé que la muerte de la esperanza es un hecho definitivo? ¿Por qué ese impulso de llamarte si tu sol ya no volverá a mi horizonte? ¿Por qué mi corazón no es como el cielo que sólo se opaca en las noches y a la mañana tiene la fe de encontrarte? ¿Por qué respiro si desmemoriado emprendiste tu recorrido?
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