MASCARADA
Publicado en Sep 29, 2013
Nuestra... ¿Relación?, la hemos vivido como en un escenario de tres pistas. Terminamos como los payasos, pintarrajeada la risa por fuera y lágrimas de pena hacia dentro. Cada cual representando en su existencia la rutina que nos impusimos. Fui a tu lado un arlequín que bailó y divirtió a su reina tirana por tan sólo mendrugos de ternura y la loca experiencia de hacerte mía.
Cada cual representaba su farsa en la respectiva pista donde se escenificaba el ¿amor? o el ¿sentimiento?, que decíamos tener. Tú, viviendo la relación a tu manera, impositiva, prejuiciosa, entrampada en los múltiples personajes que sueles caracterizar. Empecinada en encarnar personalidades oscuras que son un atisbo del lado negativo que por desgracia –como todos–guardas dentro de ti. Mientras que yo... ¡Pobre estúpido!, fui solamente comparsa carnavalesca de ese trama que tejiste con habilidad malsana. Un personaje más, bufón que brincaba y hacía machicuepas al ritmo de tus dedos y de tus mentiras. En un cómico me convertí, tratando a toda costa de arrancar, al menos, una sonrisa de tu adusto gesto. Patiño de carpa, saltimbanqui trashumante, humorista forzado, hilarante compañía de tus horas de ocio, marioneta despatarrada cuando le cortaron los hilos y mitómano consumado cada vez que te inventaba cualidades para alimentar tu ego. Tú y yo en sus respectivas pistas, representando con mediano éxito para cada quien, el papel que en la trama de la parodia que inventaste y quisimos actuar. Mientras que en la pista de en medio, en la principal, la de la vida real, se desarrollaba paralelamente el verdadero espectáculo que por necio me estaba perdiendo. Escenario multicolor, sin cómplices tras bambalinas, ni extras ni clones que suelen acompañarte, con actores y actrices sin caretas, sin apuntador ni argumentos preestablecidos al acomodo de tus cambiantes estados de ánimo. A esa pista, donde ocurre lo verdadero, donde se interpreta la vida misma, sin tapujos, sin enredos innecesarios, sin ocurrencias ni poses fuera de lugar. Allí vuelvo ahora, cansado de interpretar esa parodia, melodrama lastimero que fue nuestra “relación afectiva”, ya no seré más tu comparsa en esa cruel comedia. Por mi parte, cae el telón en la pista donde me tocó actuar. Al partir... algo me llevo de esa mascarada que vivimos: ¡La certeza... de que te sigo queriendo!
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