FBULA DEL CHAPULN Y LA TORTUGA.
Publicado en Oct 08, 2013
Existe en México y EEUU, de donde son nativos, varias especies de insectos ortópteros llamados vulgarmente “Chapulín” Cierta vez estaba la tortuga dormitando dentro de su caparazón, decía entre sueños: —Algún día ganaré una competencia para que se me reconozca— —¡No quiero morir, sin haber ganado alguna carrera!—
Las divagaciones oníricas de la tortuga fueron escuchadas por un Chapulín de la especie Hesperotettix viridis, conocido como chapulín de la hierba de víbora. Este animalejo padecía el mismo delirio de vanidad que la tortuga, pero exacerbado al 1000%. Lo que lo convertía en un ente abominable, que ni siquiera entre los de su especie lo soportaban, tenía que recurrir al engaño e hipocresía para al menos hacerse notar un poco. Con cautela se acercó al caparazón de la tortuga, teniendo mucho cuidado de quedar lejos de sus aletas, pues no deseaba morir aplastado. —Señora tortuga—. —Le dijo. —¿Hermosa, me permite unas palabras? La tortuga abrió los ojos con una lentitud exasperante. Casi sin darse pausa el chapulín continuó diciéndole: —Se me ocurre señora que hagamos una carrera entre usted y yo de aquí al río que está a 100 metros de distancia— —Sólo para divertirnos y nada más. La tortuga que desconocía que el chapulín se desplazaba a brincos, pensó emocionada: —¡Por fin tengo la oportunidad de ganar algo en la vida!— No obstante su instinto natural le hizo desconfiar y preguntó: —¿Cuál será el premio? —Ninguno, bella señora,— —le dijo meloso, el chapulín, —Únicamente la satisfacción de llegar primero a la meta de los 100 metros— —Nos daremos una semana de tiempo para la carrera, considerando su edad y mi tamaño— —A éste le gano porque le gano— —Dijo para sí, la vieja tortuga. No establecieron reglas de competencia, pues no había necesidad, se suponía que eran animalitos honestos, al menos de buena fe. El día de la carrera, sin avisar a nadie, estuvieron dispuestos a la competencia. En el arranque fue la tortuga quien tomó la delantera, el impulso de sus cuatro aletas le dio notoria ventaja, 8 metros, volteó sobre su caparazón y vio al chapulín mover ansioso sus seis patas intentando avanzar lo más posible. La vieja tortuga sonrío triunfante, seguro ganaré, pensó. Con dificultad, a rastras siguió avanzando, cuando de pronto ¡Vio al chapulín delante de ella! La superaba unos cuantos metros, pero ya iba adelante en aquella carrera. La tortuga redobló esfuerzo y sus viejas aletas se movieron como aspas de molino, según ella, alcanzó y rebasó al chapulín. Aminoró el aleteo pues estaba exhausta, no se explicaba cómo fue posible que el animalillo aquel la rebasara. Recorridos 50 metros la tortuga casi se atraganta cuando se dio cuenta que el chapulín le había ganado muchos metros. Casi llora de la rabia, —¿Cómo le hace ese tipejo para adelantarse?— Se preguntaba contrita. Escuchó entonces la voz de un viejo y sabio búho llegado desde el sur del continente, éste le dijo: —Ese saltamontes te hace trampa, está capacitado por su propia naturaleza de insecto a dar grandes saltos y hasta vuela un poco con sus alas que esconde plegadas al cuerpo. La tortuga se encolerizó y se resignó a ser escolta del seguro triunfador. Cuando llegó a la meta, en la orilla del río la esperaba el chapulín tramposo, con una sonrisa de satisfacción que denotaba su baja calidad moral pues no sentía ningún remordimiento por haber hecho trampa. —Te gané a la buena, debes reconocerlo tortuga — Y le extendió una patita como saludo hipócrita, la tortuga levantó su aleta para corresponder el saludo, pero en un descuido del chapulín, la bajó de prisa sobre el animalejo y lo aplastó. —¡Toma tu premio!, —Le dijo. Moraleja: La mentira y la vanidad exacerbada te pueden traer un cruel castigo. ¡Apártate de ellas!
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