Puerta sólida la que has cerrado, oscura y pesada, lleva el color de la indiferencia
Silencio absoluto detrás de ella, ecos ilusos, inaudibles, tantean  tu nombre y renuncian
Golpeo con puños, llamo, espío  y  dudo entre una pregunta o una reverencia.  
¿Es acaso que de mi te escondes?  ¿Es  que debo  arrodillarme? ¿ llamarte excelencia?
Palabras dolorosas  y advertencias desoídas a mi  mente regresan y la  atraviesan
 busca en ellas  y así justifica las razones aunque considere absurdas esas suposiciones.
Apoyada en tu apatía veo como gente extraña abre fácilmente la puerta,
reniego de lo que hago… ¿acaso tienes derecho a que mendigue  tu presencia?
¿ merezco la pereza  en tu trato? ¿mereces  mi tiempo  si  no tengo espacio?
Cansada de dar explicaciones repetidas, de mantenerme  atenta a la vigilancia
de vanagloriarme con la paciencia, la bondad y la constancia
he tachado las oportunidades que tenía para ofrecerte como máxima relevancia
Duelen  las rodillas, me levanto del umbral de tu  arrogancia…
Vanas serán las respuestas;  sin posibles coincidencias, partiré  hacia otras direcciones
Esta vez, amigo; me empujaste afuera, sin siquiera darme un  motivo  de tus sinsabores