Juguemos  que no es ahora; que no es tiempo, que el reloj está equivocado y  que el almanaque ansioso, esta vez se  ha apresurado. Imaginemos que  el sol se ha  confundido  y está  girando en un planeta demasiado pequeño.  
Vamos a jugar como lo hacíamos antes, pidamos  a la luna  que haga más larga esta noche pero que enlace  las estrellas para que no se vayan, para que la oscuridad no nos asuste.
 Suspende guirnaldas y festejemos nuestro encuentro en los rincones, que estallen  los globos y que la piñata nos moje con sorpresas.
 Juguemos a que nuestros rostros están maquillados, que hemos pintado exageradamente  las líneas del tiempo interpretando ser mayores. Que somos actores representando la  obra que  soñamos; cambiemos nuestros nombres, los tiempos, las circunstancias y hasta el desenlace.
Volvamos a ser niños. Cierra los ojos y reconoce mi rostro con manos melosas, detiene tus yemas en las comisuras y deja la huella de tu dulzura. Quita el papel de tu caramelo y entrégamelo húmedo, derrítelo en mi boca, adoptemos  el mismo sabor uniéndonos  en besos.
Saltemos en los jardines, dejemos caer los cuerpos y rodemos despreocupados como entonces. Riamos mirando al cielo, a los cometas que escriben nuestros nombres y a las nubes que cómplices dibujan los corazones. Embadurnemos las manos para que ya no se despeguen, enredemos las piernas para evitar que la prisa nos lleve, que el tiempo ofrezca el camino que todo transforma y adonde inevitablemente todo muere.
Juguemos que no es ahora, que sólo es sueño el que te lleva. Que tu corazón es el  de un niño  agitado de travesuras o el de un adolescente enamorado y por eso ya no obedece.
Juguemos amor, juguemos…  a que el tiempo hoy se detiene y que la fotografía de tu sonrisa junto a la mía quedará pintada siempre… aunque el planeta sea pequeño, la luna se vaya y las luces de estrellas se apaguen en tus ojos definitivamente.