LA PROTESTA
Publicado en Nov 03, 2013
Si supieras … cómo llueve adentro mío y cómo duelen los relámpagos que avisan que esta tormenta será eterna. El sol ha contado con pereza que decidió apagarse y se cuestiona seguir saliendo.
Si supieras … cómo es mi vida desde tu partida, tal vez... te importaría. Si entendieras lo que hiciste con el alma mía arrancándole la piel que la cubría, eras tú cuanto tenía; el abrigo al que ella confiada, siempre acudía. Si entendieras … cómo extraño lo que me ofrecías, siendo tan poco para ti, el paraíso entero yo sentía que tenía. Las palabras elegidas, esas que tan fácilmente pronunciabas, desaparecieron de repente y las hojas de mi cerebro quedaron desnudas, tiritando por la ausencia. Me invitan con frecuencia a dibujar interrogantes, a plasmar aunque sea tu nombre, a refugiarte en el recuerdo y dejar que el dolor sea una costumbre. Ya no hay tinta suficiente, ni una promesa, ni un lamentable juramento que te regrese. Te llevaste sin aplausos todo lo que eras, cogiste en la maleta tu grandeza y dejaste vacíos inmensos instalados en mi esencia. Apurado e impulsado por tus deseos, ignoraste lo que ocasionabas; sin advertir que encogida y desabrigada me dejabas; herida y sin ganas. Alguna vez te invité a ejecutar ese vuelo, sería la testigo silenciosa de ese, tu sueño. Acomodé mis necesidades en los últimos rincones, las cubrí con otras que parecían más importantes y me dispuse a contemplarte. Ya de eso ha pasado un largo tiempo y me mojo en la melancolía de un cielo entero cuando no puedo divisarte. Extraño, te extraño entero. No sabes la falta que le haces a mi cuerpo. El frío que siente desde que no te tengo. Lo ansiosa que cuento los segundos del tiempo. La forma extraña que adoptaron las uñas que muerdo sin consuelo. Te extraño… y quiero señales en medio de lo que creo un extraño infierno. Llueve por dentro, ráfagas heladas me envuelven y aun así me quemo pensando en uno solo de tus besos. El ruido atrás de mi espalda es cada vez más intenso, naciendo con enojo y destrozando la contención que pude; se viene a gran velocidad todo lo que quise. Es un monstruo que emerge hambriento, trae mil fauces abiertas y enormes, voraces quieren su alimento. Mis necesidades desesperan, ya no se esconden; exigen y se revelan. Llevan escritas mil pancartas con tu nombre… En la manifestación donde mis sentimientos siguen con sus protestas; mi mente pide clemencia ante tu etérea y negada figura. ¡Regresa amor!; te grita… sólo tú sabes cómo alimentarme. El sol de mis días no esperará mucho tiempo más, la pereza le gana y el bostezo oscuro me traga junto con el horizonte. Lo sabes, lo entiendes… debo ser yo la que comprenda que es tarde y que a tí, simplemente, ya no te interesa que en la oscuridad absoluta muera de hambre.
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