Avenida Uruguay
Publicado en Sep 04, 2009
Despertar en plena madrugada, reeditar el susto primario del nacimiento pero sin el abrazo sedante, cálido y maternal; repudiar con el llanto, otra vez, este nuevo mundo que aún no se conoce. Encender un cigarrillo, el último del atado.
Arrancar el auto. Manejar en soledad, entre luces, halos y otros fantasmas. Girar por asfaltos, tropezar con baches, cruzar semáforos corvos, amarillos e intermitentes. Apagar el motor en una estación de servicio sólo por hablar con alguien, sólo para corroborar que es la misma pesadilla de siempre. Cargar diesel. Comprar cigarrillos y caramelos de menta. En la radio, las melodías pop son siempre empalagosas. Cumbia y soledad no combinarán jamás. Las bombas siguen estallando en Basora, Gaza, Grozny o Beirut; aún allí, la vida sigue viniendo, y siguen despertando. No me animaba a ir a la clínica. En avenida Uruguay a esta hora ya no quedan ni las putas, salvo que uno cierre un ojo, y encuentre una chica y dicha en lo que ya no queda. En esta ciudad de mierda no hay un sólo club de strippers; sólo algún que otro bar con putas feas para camioneros. ¿Casino? ¿Cómo pueden llamar "casino" a aquellos antros forrados en neón, con venta de chipas a la salida, llenos de borrachos y de adictos a las tragaperras que se juegan la leche de sus hijos? Bueno, no estamos en Mónaco ni yo soy un magnate paseando en un Bentley por Montecarlo. Sólo soy Inocencio Rey en una Fiorino que se cae a pedazos, cruzándome con raudos patrulleros, colectivos vacíos y remises. Sigo paredones de pastiches de afiches con propuestas para ayer. Otra estación de servicio en la que el playero duerme. Llego a la Rotonda y dudo hacia dónde seguir. Sólo se que no iré a la clínica.
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inocencio rex
saludo y nos estamos leyendo
Elvira Domnguez Saavedra
Veo que tienes una sensibilidad deliciosa al momento de escribir, que contrasta con esa imagen fiera de tu fotografía. Me ha dejado un hondo sentir esa descripción de la ciudad, con sus costumbres, vicios y sucesos cotidianos, reflejando hastío y vacío por la vida que nos ofrece el mundo moderno pero pequeño a fin de cuentas. Me encantó tu relato. Mis más atentos saludos.