Carta de Ana.
Publicado en May 15, 2014
Amberley, 27 de agosto de 1940. Amor, ¿Qué ha sucedido? Han pasado setenta y seis días desde tu última carta. Estoy asustada, y no quiero estarlo. Por eso no dejo de escribirte, aunque dudo que te lleguen mis notas, ya que las noticias de la radio aseguran que Londres ha sido bombardeada. Pero pienso que no me escribes porque estarás demasiado ocupado, dirigiendo tu batallón. ¿Me pensarás tanto como yo lo hago? No puedo evitarlo. Te pienso. Siempre te pienso. Y parece que al estar sentada en el banco de mi jardín, te tengo a mí lado. Dirás que estoy loca, pero en este preciso momento siento tu presencia a mi lado, mirándome a los ojos, mirando el césped pegado en mis pies descalzos. Entonces cierro mis ojos y veo…tus pies están descalzos también y el césped aún no se ha pegado ¿por qué? Abro los ojos, no es que no quiera abrazarte, contemplándote. Es que los fresnos me están regalando la música de sus hojas. Oye, una hoja viene hacia mí, suspendida en ese aire tibio que me trae el recuerdo de tu primer beso, hace dos otoños atrás. La hoja ha dejado de garabatear dibujos informes sobre el paisaje y se ha detenido, justo en el lugar donde siempre te sentabas, a mi lado. Es hermosa, tan bella como tú lo eres. Me despido, como todos los días, diciéndote que te amo tanto, que siento mis huesos partidos por el dolor de no tenerte hoy, en este jardín, conmigo. Estoy asustada…y no quiero estarlo, no debo estarlo. Mañana será otro día, y seguro recibiré alguna noticia. Mamá espera los limones que prometí recoger para hacer la limonada de la tarde, la misma que siempre ella te preparaba. Debo regresar. Adiós Robert. Te extraño y no sé cómo escribirlo. Ana.
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