La ilusión floto como las nubes,  en la inmensidad del cielo azul, rasgando el sonido del espacio, junto con la brisa escarchada, voló tal ave en busca de calor y un nido que le diera abrigo.  Se encontró con la desvalida y gris soledad,  con nubes que oscurecieron su cielo ¡Ahora estaba nublado! Y los fuertes aires que le soplaron,  hasta llevarse consigo, a la oscuridad profunda el aroma de sus limpios sueños.
Se entregó al vacío, sin miedo al frio, su corazón escudo con coraza de hielo ¡Nunca más lloro por amor! Porque las lágrimas se lavaron,  con el agua que mana en las noches tristes, entre el gemido del silencio y la voz de la consciencia; que le pidió ¡Auxilio! Con su voz cansada que se esfumaba con el eco del tiempo y el sonoro viento.
No miraba la luz del sol brillar, ni escuchaba a su alma gritar nuevamente ¡Auxilio!, una y otra vez…Ya no sentía en su tez la calidez, que le traía cada nuevo día, solo la ausencia a la que se hundía con supremacía en la cautiva frialdad.
Tan fuerte se volvió su corazón, que nunca más sufrió por traición, y ya dolor no más sentía, porque se escondió,  como tortuga en su tenaz caparazón. ¡Ya no dio ni un paso más hacia el amor! Se quedó atrás, solo viendo, como su generación llenaban sus vidas, con la alegría que les daba la entrega de pasiones tras pasiones.
Cuando por fin escucho la voz de la razón; que su noble espíritu repetía, ansioso por ser escuchado;  aun,  no era tan tarde, cuando a su puerta el amor toco, al que dejo entrar con delicadeza de flor casi marchita y color casi pajizo, por la inclemencia del paso de cada estación,   al que no  se entregó con la  ilusión, que conlleva un gran amor;  Esta vez cedió con tibieza, despacio y con mesura,  con su alma en alerta; para que ya no la sorprendiera nuevamente un azaroso final.