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Celulares a bordo

Publicado en Jan 27, 2017

CELULARES A BORDO
Estoy recostada en un sofá de la sala de mi apartamento, sola, escuchando música de mi gusto, mirando mensajes, videos y fotos de WhatsApp, reflexionando y recordando la reunión de ayer domingo con familiares y amigos, unas veinte personas más o menos. Onces: “tamal y chocolate”. Un ambiente diferente al de reuniones de épocas anteriores ¿por qué?, pues todos y cada uno teníamos celulares en nuestras manos, menos mi esposo ni dos de mis hermanas, quienes comentaban los perfiles de expresidentes de Estados Unidos y Francia, sobre el discurso del presidente Donald Trump. Dudaban ciertos aspectos como nombres de primeras damas, fechas, historias, opiniones, pero cada duda era resuelta por consultas en Internet.
A una de mis hermanas le encantó el discurso del presidente Donald dijo-: “Me parece excelente, ejemplar”. Me encantaría que al próximo presidente colombiano también le importara primero nuestro país y después los demás países, que no se permitiera tanto blablablá, sino más hechos. Nada de preferencias ni atenciones especiales a extranjeros, que los trabajos y oportunidades fueran primero para colombianos, luego a extranjeros, que todo lo que compremos sea hecho en Colombia y que el amor por nuestro país impulse a colaborar con nuestro bienestar social. Mi otra hermana no estaba de acuerdo, a ella le parece que se trata de egocentrismo, de falta de solidaridad, de falta de hermandad, que el presidente de Estados Unidos sufre de odios y desea maltratar a otros países en vez de ayudar, porque lo bueno es el bienestar mundial, no el de un solo país. Mi esposo no estaba de acuerdo con ninguna de las dos, intervenía con argumentos económicos, comparaciones, historias, ventajas y desventajas, necesidad de industrias, comercio e intercambios con otros países, porque no todos son completos, tenemos que compartir y negociar sin egoísmo, buscando progresar y mantener buenas relaciones con todos los países.
La reunión se convirtió en charla entre tres personas, pero cuando llegó el momento de tomar las onces todos empezaron a opinar, a contradecir, a combinar con chistes. Sin embargo mi hermana, a la que no le da miedo decir su verdad, se pronunció con bastante enojo contra los que permanecemos con celular en mano. Dijo: mal educados, no atienden a las personas por ese vicio de estar pegados a los celulares. ¡Qué pereza! La gente parece loca en todas partes, en reuniones, en autos, en las calles se escucha mezcolanza de palabras, amores, alegatos, disculpas mentirosas, críticas, carcajadas… En los restaurantes las personas no degustan las comidas con placer, dejan enfriar los alimentos por estar chateando, jugando, reclamando, escriben con mucha velocidad, ya no se puede mantener diálogos con nadie, sólo importa competir con celulares último modelo, manejar aplicaciones que hace reír, que resuelven problemas, pero las personas que solo usamos celular para llamar y recibir llamadas nos sentimos solas, desactualizadas, no entendemos lo que dicen, lo único bueno es la guía de las rutas. Lo correcto es que cuando las personas están solas en sus casas usen sus celulares el tiempo que quieran y en otros lugares cuando sea por causas urgentes o muy necesarias.
Así terminó la reunión de ayer, “regañados”.

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