No ves!
No ves; que en la lejanía  se apaga la luz,
Aquel albor que destello en un instante y que fue tan efímero,
Como un soplo que arrastro el silencio del alma.
No ves; que estando siempre lejos, no se apagó esa luz
Siempre ha estado ahí; palpitando en la elipsis de mí más allá,
Aunque casi se extinga; con el mínimo suspiro se vuelve a encender.
No vez; que cuando miro a tus ojos, se acaba el infinito,
Y si escucho tu voz, se escurre su sonido hasta el más lejano instinto,
Y tu sonrisa me vuelve a invocar una estela que no sé cómo explicar.
No ves; que siempre que te alejas, se aleja también el horizonte,
Y la brisa que cae ya no moja mi piel; en la aurora que despierta,
Y que la soledad es mi fiel compañía, al asomar el triste crepúsculo.
No ves; que mi alma se inquieta al sentirte;
Como cuando las olas del mar se acercan y luego se desvanecen,
Dejan huellas tenues, igual que la espuma que desaparece entre la arena.
No vez; que te dedico la luna llena de marzo; porque estés donde estés;
Sin querer la admiraras bajo el cielo estrellado, al caer ansiosa la noche,
Está ahí; ostentada para todo ser que en las añoranzas, se confiesa su amor.
Sí; el tiempo no ha dejado de pasar, ni la existencia ha dejado de existir,
Ni los sentimientos más puros se han convertido en animadversión;
Y los ojos enmarcados con ojeras del cansancio por lo años; aun desean
echar un vistazo más allá del alma.
Autora; Maritza Talavera