LA SEAL DE LO INEQUVOCO
Publicado en Nov 02, 2018
Las raíces recorren mis piernas
Donde el árbol impaciente, Desea contar entre sus hojas secas, Los espejismos desnudos, De las promesas en su corteza Trazadas. Sus hojas caen en mi rostro, Se funden tímidas en mi piel. Como cada beso en tu mirada, Como cada renuente recuerdo, Que del árbol herido emana. Puedo aun juzgar Cada murmullo lejano y rebelde; El delicado transitar de tus pasos Aquellas cautelas sin firma, Por el vergel de lo improbable. Escribiendo en mí pecho, La señal de lo inequívoco. Puedo aun confesar al alba, Que tus lágrimas, Son gotas que erosionan el muro Que nos fue agotando. Que diluyen la fina arena, Dispersa en nuestros labios, Ávidos de surcos. Es precoz aun concluir en el abismo Que muestra el sonriente rostro, De los ríos avanzando. Mansa savia y cálida como el sabor, De esos labios Que quemaron mi piel, Y en ámbar, Conservaron sus marcas. Ausente canto que el viento demoró. Al escuchar el orgullo efímero Y revelar la cadencia de tu vientre Arrullando mis ásperas manos. Olvidando lo innegable. El aire de la corteza conserva un efluvio a Mudez. sus raíces me delatan. La áspera niebla, Se confunde con el fervor de la astucia. Venciendo mis dedos en la hierba, De aquel suelo húmedo, Que presintió nuestras estaciones Que hundió nuestros pies, En el tramo de las pasiones Cautas. Luis J. Cabré
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