Despertar el cerebro es indispensable, es el motor, nuestro sustento de movimiento, es el pequeño mundo en donde se procesa todo para llegar al momento mágico, a la procreación, el parir letras. Al pasar los minutos en donde nos sentamos a pensar y escribir. Es importante, para mi caso, tener dos tipos de sonidos en el ambiente, dos melodías, el primero tiene su origen en la voz de sirena de mi amada, mi mujer, suave, aguda pero no llega al extremo de causar desesperación auditiva. Por otra parte, el sonido inconfundible de los clásicos de Vivaldi, que relajo, algo necesario en este tiempo convulsionado por el estrés de desplazarse en la urbe. Mientras siento el vibrar de las notas musicales que Vivaldi transmite, me transporto, no sé porque, a mis días en donde vivía con mi familia, escuchar los retos de mi madre por cosas a veces insignificantes, pero que para ella era lo más preciado, aunque eso uno lo entiende a medida que crece. El ruido que emitía mi padre trabajando la madera, cortando, lijando, clavando, todo para hacer aún más grande, firme, sólida la casa, porque siempre soñaba que su proyecto tendría dos pisos, hermosos dos pisos de gran arquitectura, forma clásica, romántica, aunque nunca lo pudo concretar. La casa se amplió a los lados, igual es una fortaleza sin comparación, mientras entregue ese olor familiar, que te hace sentir único y envuelto en una atmósfera cálida, protegida, bienvenida hasta el fin de los tiempos.
Y, mi hermana, querida hermana, nos criamos juntos, tantos conflictos que provocábamos los dos en donde nuestros padres se dividían defendiendo a veces a uno, a veces a otro, pero al final siempre nos abrazábamos, aunque yo era algo más insistente en eso, de piel me considero, pero tú me entregabas y, entregas aún, cariño de otras formas, y ese principal cariño lo llevo en mi memoria auditiva: clásicos como Pink Floyd, Bob Marley, Nirvana, Pearl Jam, clásicos variados de los 80’. Música de la que se denomina New Age como: Era, Enigma, Enya, algunos que recuerdo y escucho aún. Tan variada, nunca me he desapegado de eso, hasta el día de hoy, junto a mi musa, escuchamos en las noches ese tren de recuerdos. No entiendo eso sí, ¿Por qué vivaldi me habrá transportado a ese tiempo pasado? Bueno, será una respuesta que deberé encontrar luego, ahora, mañana o en un tiempo que dicte la verdad de la vida.