Yo le había creído a la Luna…
A tal punto le había creído… que llegue a enamorarme…
 
Ahora, yo estoy despechado…
 
Cuando la conocí, era una noche nublada y sin tiempo
Ella vino a mi cielo sola, estremecida…
Ninguna estrella había tenido la voluntad de acompañarla…
Yo creí que ella estaba sola…
 
Y casualmente, yo esa noche también estaba solo…
 
Y nos dejamos seducir…
Y a ella la apasionaba que yo me prive del descanso
 escribiéndole delicadamente consuelos y consentimientos…
ella siempre fue muy caprichosa…
 
mi madre nunca quiso invitarla a cenar…
 
a veces… loquita… se descontrolaba…
o quizás, eso me hizo creer la muy mala…
y venia al firmamento antes de que terminen las tardes…
para verme, supuestamente, un rato mas…
 
y luego … toda la noche reíamos enamorándonos…
o eso creía…
 
y en mas de un amanecer…
de los tantos que compartíamos,
me dijo que nuestra relación no podía continuar…. No seria posible…
 
me recordó que yo ya tenia establecida una familia…
y que ella era la amante del sol…
 
yo no lo pude creer… no podía dejar de mirarla e interrogarla…
y llegue a decirle que yo también amaba de ella,
el lado oscuro que escondía… porque sufría de acne…
y nadie mas que yo lo sabia… ni siquiera el sol…
 
y como ultimo recurso de enamorado le reproche todo…
le roge que no olvide que el sol, solo se cruza con ella,
algunos minutos, cuando amanecía…
 
y que no se olvide que en cambio, yo,
Había pasado y compartido muchísimas noches enteras…
 
y ella me dijo:
-Lo sé Marian… Pero tu eres Mortal…
y aunque hallamos pasado juntos muchas noches…
Tu, como Mortal…
No serias capaz de lograr llevarme al éxtasis de los espasmos,
Que mi sol, en segundos logra transportarme en un fugaz crepúsculo…
 
Yo llore.
Y sigo llorando.
La amo.
Y odio al sol… o quizás lo admiro
Y cada noche que como humano mortal,
Por la tierra divago…
Miro hacia abajo…
Tratando de darle mi espalda a ella…
Preso de la tenue iluminación de las cenizas,
Que me recuerdan con las sombras que mi cuerpo disipa,
Que algo… mínimo…lo que sea…
Algo entre la Luna y Sir Marian… ha quedado…