La puta que yo imaginé....
Publicado en Apr 16, 2009
LA PUTA QUE YO IMAGINÉ…
Por: Carlos Campos Serna. Tenía largo tiempo de haber inventado a una mujer en uno de mis textos, en su infancia me la imaginaba jugando con niños de su edad todo el día fuera de su casa, escondiendo su sombría realidad como un niño por su forma de vestir, debido a la falta de amor paternal. La nombré ¨Magdalena¨ para que cargara todo el sufrimiento infortunado de esta vida. La había imaginado con una caballera negra, esponjada y rizada con destellos amarillos, quemados por el sol. Su cuerpo sucio, ojos hundidos debido a la desnutrición, vendiendo en las calles chicles para ayudar a su mamá. Un día, sorpresa la mía, me la encontré parada enfrente de un semáforo, ofreciéndome su mercancía. Cuando dejó su piel de niña en mi ficción, le puse el sobrenombre de la ¨marimacha¨ porque sus codos no iban juntos al cuerpo, sino se despegaban de su cintura ya convexa en medio círculo al caminar. Disfrazada con calzones cortos y camiseta desgastada y corroída, que dejaba mostrar ya unos pequeños brotes de dos círculos negros sensuales, a los cuales se les culpaba ya, de la primera apetencia erótica de los niños del barrio. Ellos se masturbaban, imaginando esos dos hermosos pechos, rígidos y blancos, los cuales relucían mucho más por el color opuesto de su cuerpo canela, ya que todavía no eran alcanzado por los rayos del sol, ni la mordacidad libidinosa de su papá. En el texto, yo seguía esbozando su cuerpo desnudo con unos pechos en toda su cúspide que sobresalían monumentales de su cuerpo de mujer, acompañado por unas piernas largas, curvas perfectas y nalgas exquisitas y bien moldeadas. Ella no pedía nada a las mujeres retocadas y maquilladas de esas revistas, sólo para hombres, pues su figura perfecta expuesta al sol no necesitaba ningún retoque de photoshop. En una ocasión, en donde no me encontraba soñando, sino cenando en un restaurante, vi asombrado de nuevo a mi ya crecida Magdalena¨ enfrente de mi mesa, comiendo los mejores manjares que ofrece el mar, embriagándose con sorbos de tragos largos de bebidas exóticas, como el padre vicioso y todo poderoso de mi cuento, que perdido en la influencia del alcohol, vio salir del baño a Magdalena envuelta en su toalla, parecido a un rollito de chocolate, y no midiendo la frontera de la dignidad moral la violó brutalmente, sujetándola fuertemente de las muñecas. Ella pataleó, defendiéndose hasta que su fuerza de voluntad fue sometida, para colmo la ato de las manos con un pañuelo de su mamá. Perdió la conciencia con los ojos abiertos, perdidos en el infinito, hasta que el color rojo entre sus piernas adormecidas y la humedad de sus lágrimas deslizándose sobre su rostro la volvió a la realidad, sólo por un instante, porque después de este acto salvaje anduvo mucho tiempo soñolienta, muerta en vida, semejante a un zombi sin olvidar jamás el aliento rancio, podrido y a la vez dulzón de su papá. Nunca más se le vio vendiendo chicles ni jugando con los niños. Por miedo a represarías, escondía su impotencia e incertidumbre todo el día en su cuarto. Cuando oía que la puerta de acceso de su casa se abría, tenía el temor de ser poseída nuevamente por el hijo de puta que decía era su padre, se tapaba con su sábana de pie a cabeza, tendida sobre la cama, por el temor de ser violada nuevamente. Un poco menos del mes, después de ese atroz acto de violencia se le desprendía un línea de alegría en su boca al ver manchada de sangre su pantaleta. Al no soportar que, el silencio fuera su cómplice, tuvo el valor de contarle a su mamá su aprensión, pero nunca supo, si ella le había creído, porque cubrió con el silencio la errónea discreción moral de la indignidad de esa impureza. Sintiéndose traicionada por su madre y con miedo ante la indecencia de su padre, huyo de su casa con su alma dudosa, caminando con su desamparo hacia la orilla de la gran bahía, y como su hermosa presencia no paso desapercibida, su vulnerabilidad fue captaba por un enganchador, el cual inmediatamente la abordó, ofreciéndole el trabajo más antiguo. Al otro día, con la resaca de su tristeza, se encontró en un cuarto compartido con varias chicas que ya conocían el comercio del arte sexual. Con la práctica de este oficio, Magdalena llegó a conocer a sus clientes habituales y eventuales, que demandaban servicios determinados o simplemente la visitaban por razones de soledad, algunos intentaban conocer las causas de su infortunada adversidad y sus sentimientos escondidos de esas damas de la noche, enamorándose de ellas. Ella era una de esas mujeres que a primera vista los hombres se perdían en la lujuria, su cuerpo se expandía por todo el salón nocturno, se había vuelto toda una estrella reluciente, símil al planeta mercurio en el firmamento, hasta el escultor colombiano con apellido Botero hubiera hecho una escultura de ella a pesar de que su especialidad eran las llenitas y redonditas. Su cara parecía triste, dándole honor a su nombre, pero al platicar con ella, los hombres se olvidaban de la prostituta que vive la vida loca, sin limitaciones, seduciendo a un mayor número de hombres, con desfachatez y frescura, proporcionando sólo placer a cambio de una cuota económica. Magdalena era todo lo contrario, pues sus clientes descubrían en ella, la percepción principal de una mujer cariñosa, por eso la renombre ¨la hembra mimosa¨, pues iba a la cama con hombres en la que ella podía manifestar sus sentimientos de una dama apasionada. Un día, completamente enamorada le mostró a uno de sus clientes habituales su lunar con forma de un corazón que tenía al terminar su espina vertebral o al empezar sus hermosos glúteos, sintiendo por primera vez el gozo del coito, bamboleándose como una serpiente con gritos de espasmos sacudidos en convulsiones de gozo. En ese momento celestial lleno de estrellas fugaces inmateriales, empezó con fulgor a fundar una familia. Tiempo después este personaje novelesco me la encontraría navegando por Internet, al leer sorprendido que una prostituta brasileña, en el tiempo de espera de los clientes, escribía sus historias eróticas en su blog, causando un gran impacto, que llego a recibir quince mil visitas morbosas diarias, motivando el interés de los medios de comunicación. Con ayuda de un periodista escribió su historia en forma sencilla sobre sus experiencias sexuales, vendiendo diez mil ejemplares en sólo una semana. Con este éxito extraordinario dejo de practicar este oficio, en el futuro está pensando estudiar psicología como mi mujer imaginaria, materia que desconozco totalmente, y por eso necesito la ayuda profesional de mi hermana, la cual estudio psicología para que me asesore en el tratamiento de las heridas psicológicas de las niñas violadas y golpeadas por sus padres para que mi ¨Magdalena¨ les eche la mano con este problema en mi fábula a sus nuevas clientas, las cuales, quizás, algún día me las vuelva a encontrar paradas enfrente de un semáforo, vendiéndome chicles para endulzarme la boca de la amargura que sentiré por esas futuras putas: niñas reales.
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Verano Brisas
Carlos Campos Serna
Este comentario me lo envió Rebeca Lopez Castro, una amiga de México.
Como usted, lo menciono, la prostitución es uno de los oficios mas antiguos y el abuso a menores de padres y familiares siempre ha existido, a tal grado que en algunos lugares esta permitido, en otros, los padres venden a sus hijas desde muy temprana edad, otros casos las unen en matrimonio sin su consentimiento, peor aún donde la propia madre tiene que prepara y entregarla al padre antes que sea casada o unida a otro hombre, así podríamos numerar pinche mil casos de mujeres en toda la gama de edades y condición social, claro que los casos enmarcados o exhibidos en su gran mayoría son los de clase baja o comunidades alejadas de la mano de Dios, que nos espanta y de salvajes e ignorantes los catalogamos, dejando su dolor e in-sabores de lado, llenándose de hijos, o saliéndose de sus casas para ir a parar en burdel o prostíbulo de quinta, donde tratan de mitigar su dolor embriagándose con cualquier bebida que embrutezca su sentir y pensar creyendo que así mitiga el dolor y ofrecerse a cualquier postor, y si es que le quedan ilusiones ó aspiraciones, ha lo mas que llegan, es ser la preferida del lugar o bien llegue un hombre y las saque de ese asqueroso lugar, para ser sometida, mas sin en cambio los casos de clase media, alta y la realeza, son maquillados y encubiertos, por el que dirán en la sociedad y blof en que se desenvuelven las grandes familias, obligándolas a callar, comprando su silencio con dinero, el cual en su mayoría utilizan para dar las mejores fiestas donde circula una gran variedad de drogas y los mejores vinos, o bien acudir a los buenos bares o antros, así bajo el estado amnésico del alcohol y la droga fornicar con cuanto hombre o mujer aparece en su camino y cree mitigar el dolor, pero lo único que va logrando es avanzar en a una terrible soledad y un dolor que le va carcomiendo la vida misma, que por lo regular terminan en una clínica para adictos, en un hospital para enfermos mentales, pero en todas las clases sociales también se les ve vagando en las calles con la mirada perdida o como indigentes (la calle es de todos y para todos) y en el peor de los casos se quitan lo que les queda de vida, en fin unas prostitutas y otras putas, todos juzgamos y prejuzgamos, pero nadie llega a comprender realmente a las mujeres que han sido victimas del poder y la furia inconcebible de los que se hacen llamar hombres y aun peor padres, a veces ni ellas mismas.
SALUDOS....
Carlos Campos Serna
Saludos.
Carlos Campos Serna.
M.M.
Me gustó el nombre que le diste a tu prostituta. Le va bien.
Sólo te corregiría uno que otro error de concordancia y el comentario antes del final.
¡saludos!