EL EVANGELIO DE MARIADO NOROLA (Salmo VI)
Publicado en Mar 16, 2010
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Salmo 6. Los Milagros del Mesías.
 
Bueno, y porque un mesías no es un mesías sin hacer milagros, Mariadito Norola se puso a practicar, para hacer sus propios milagros. Era un tipo pretencioso y corajudo, hay que decir, así que empezó por lo más difícil, quiso revivir muertos.
Pero por más “levántate y anda” que le metiera (y le metía con ganas), nunca levantó ni un papel del suelo. Probó hasta vaciando un frasco de viagra adentro del cadáver, porque se dijo “si funciona con lo otro…”, pero no, ni así. Se dice que cierta vez, enfebrecido, obnubilado con su obsesión de hacer milagros, se dijo “ma’ sí, si no puedo revivir un muerto mato a un vivo, y listo”, pero bueno, ésta es una página un tanto oscura en la vida de nuestro mesías, un tema un tanto urticante, diría yo, por lo que mejor mantenerlo en las sombras, me parece.
Pero nuestro héroe no iba a arredrarse. Un día echó a patadas a su fiel discípulo, a cual perro sarnoso, pestilente y sifilítico, de la casucha que compartían, para ponerse a practicar otros milagros.
Al cabo de unos días salió de su encierro, diciendo:
-I got it, baby, baby, now!, ya sé hacer milagros. Vamos al pueblo!.
Y seguido por el Gabrielesco se fue pa’ la ciudá.
Allá llegó a una fiesta que se celebraba en el pueblo, donde todos bailaban, comían y bebían, e irrumpiendo e interrumpiendo dijo, a viva voz:
-Yo soy la luz y el pan de la vida!. Yo soy el camino, vuestro mesías!. Arrodillaos y adoradme!, y pa’ que vean, les voy a hacer un milagro.
Todos lo observaron, cautivados por su voz hipnótica y le dijeron:
-Eso, eso, haznos un milagro y demuéstranos que eres el mesías.
Entonces Mariado alzó sus brazos y exclamó:
-¡Que el vino se haga agua!
Y de pronto, hasta el tinto de cajita se había vuelto el agua más cristalina, por lo que todos le aplaudieron y le vivaron.
-¡Qué bueno!, ¡qué bueno!, ¡de verdad eres el nuevo mesías!... Bueno… Ahora hacé de nuevo vino al agua, así seguimos festejando.
Mariado lo miró, algo perplejo.
-Ah, no, al revés no sé hacerlo.
Los corrieron a cascotazos hasta las afueras de la ciudad, de la que debieron huir, para no ser linchados. Y desde ese día a nuestro líder se lo conoce como “Mariado, el aguafiestas”.
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Descripción

Salmo 6. Los Milagros del Mesías. Bueno, y porque un mesías no es un mesías sin hacer milagros, Mariadito Norola se puso a practicar, para hacer sus propios milagros. Era un tipo pretencioso y corajudo, hay que decir, así que empezó por lo más difícil, quiso revivir muertos. Pero por más “levántate y anda” que le metiera (y le metía con ganas), nunca levantó ni un papel del suelo. Probó hasta vaciando un frasco de viagra adentro del cadáver, porque se dijo “si funciona con lo otro…”, pero no, ni así. Se dice que cierta vez, enfebrecido, obnubilado con su obsesión de hacer milagros, se dijo “ma’ sí, si no puedo revivir un muerto mato a un vivo, y listo”, pero bueno, ésta es una página un tanto oscura en la vida de nuestro mesías, un tema un tanto urticante, diría yo, por lo que mejor mantenerlo en las sombras, me parece. Pero nuestro héroe no iba a arredrarse. Un día echó a patadas a su fiel discípulo, a cual perro sarnoso, pestilente y sifilítico, de la casucha que compartían, para ponerse a practicar otros milagros. Al cabo de unos días salió de su encierro, diciendo: -I got it, baby, baby, now!, ya sé hacer milagros. Vamos al pueblo!. Y seguido por el Gabrielesco se fue pa’ la ciudá. Allá llegó a una fiesta que se celebraba en el pueblo, donde todos bailaban, comían y bebían, e irrumpiendo e interrumpiendo dijo, a viva voz: -Yo soy la luz y el pan de la vida!. Yo soy el camino, vuestro mesías!. Arrodillaos y adoradme!, y pa’ que vean, les voy a hacer un milagro. Todos lo observaron, cautivados por su voz hipnótica y le dijeron: -Eso, eso, haznos un milagro y demuéstranos que eres el mesías. Entonces Mariado alzó sus brazos y exclamó: -¡Que el vino se haga agua! Y de pronto, hasta el tinto de cajita se había vuelto el agua más cristalina, por lo que todos le aplaudieron y le vivaron. -¡Qué bueno!, ¡qué bueno!, ¡de verdad eres el nuevo mesías!... Bueno… Ahora hacé de nuevo vino al agua, así seguimos festejando. Mariado lo miró, algo perplejo. -Ah, no, al revés no sé hacerlo. Los corrieron a cascotazos hasta las afueras de la ciudad, de la que debieron huir, para no ser linchados. Y desde ese día a nuestro líder se lo conoce como “Mariado, el aguafiestas”.

Palabras Clave: Salmo 6. Los Milagros del Mesías. Bueno y porque un mesías no es un mesías sin hacer milagros Mariadito Norola se puso a practicar para hacer sus propios milagros. Era un tipo pretencioso y corajudo hay que decir así que empezó por lo más difícil quiso revivir muertos. Pero por más “levántate y anda” que le metiera (y le metía con ganas) nunca levantó ni un papel del suelo. Probó hasta vaciando un frasco de viagra adentro del cadáver porque se dijo “si funciona con lo otro…” pero no ni así. Se dice que cierta vez enfebrecido obnubilado con su obsesión de hacer milagros se dijo “ma’ sí si no puedo revivir un muerto mato a un vivo y listo” pero bueno ésta es una página un tanto oscura en la vida de nuestro mesías un tema un tanto urticante diría yo por lo que mejor mantenerlo en las sombras me parece. Pero nuestro héroe no iba a arredrarse. Un día echó a patadas a su fiel discípulo a cual perro sarnoso pestilente y sifilítico de la casucha que compartían par

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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