En la ruta dos
Publicado en May 04, 2010
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El asunto es que compre 50 pesos de cocaína para tomar antes de ir por el pasaje de  regreso a Buenos Aires. Pase por una cochera a unas pocas cuadras de la estación y ahí, eran eso de las 18 hs, el puntero me entrego la bolsita. De ahí me dirigí a la estación y compre un pasaje para las 23:45hs. Tome un taxi y regrese a casa de mi abuelita de 94 años. Que dilema. Esperar hasta la hora del viaje o viajar antes con la droga. Obviamente me gano la ansiedad. Fui al baño y con una moneda de peso aplaste las rocas contra un aparador de vidrio. Me peine dos pequeñas rayas que tome una por orifico nasal. Los mocos comenzaron a gotearme.  Recién eran las 19hs y faltaba mucho para la salida. Y como toda vieja que espera la muerte y teme quedarse sola mi abuela comenzó a hablarme sin parar mientras veía su telenovela. Mis respuestas eran simples aja, te entiendo, pero claro, si, no, monosílabos y pequeñas frases, así como las palabras de mi abuela eran una eterna repetición de sus preocupaciones cotidianas y sus temores. A eso de las 22hs tome mi último pase y una gran angustia se apodero de mi pecho. Todavía faltaba una hora y media para irme. Entre las palabras de mi abuela y la TV el tiempo paso lentamente, cuando al fin me fui de allí. La bese, le dije que iría en junio nuevamente, que la llamaría y me tome un remise hasta la terminal en Luro y San Juan. Llegue justo para la salida. Me toco el asiento individual frente a la cafetera. En los del costado había un joven policía bonaerense de uniforme y una linda gordita de buenas tetas y anteojitos. Mi cabeza estaba en otro lado, más cerca de los temores a la muerte de una vieja que espera, pensando en porque me tocaba vivir así, con el corazón agitado y frágil, sintiéndome hermanado en la espera fatal de mi abuela. Maldita resaca de cocaína. Por suerte apagaron las luces pronto e hice como que quería dormir, sin conseguirlo. Una multitud de pensamientos eróticos me invadía, eros y tanatos eran dos maricas de enorme verga que me tentaban, dos mujeres hambrientas de que le llenen el culo de semen.  No puede más. Mire a mi alrededor, me cerciore que todos durmieran y tapado por un saco y mi sombrero desabroche mi bragueta y comencé a masturbarme despacio con la punta de los dedos. Cada tanto miraba las tetas duras de la gordita para inspirarme. Fue una lenta, larga y silenciosa paja por donde pasaron gran cantidad de conocidos y conocidas, una orgía en la ruta dos de Mar del Plata a Buenos Aires, a la altura de Dolores, vaya paradoja, acabe. Con el rocío del cristal limpie mi mano. Intente conciliar el sueño, mientras eros y tanatos se daban besos en la boca. Desperté ya entrando en Capital a eso de las 4:30 de la madrugada.
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Foto del autor facundo aguirre
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Descripción

El asunto es que compre 50 pesos de cocaína para tomar antes de ir por el pasaje de regreso a Buenos Aires. Pase por una cochera a unas pocas cuadras de la estación y ahí, eran eso de las 18 hs, el puntero me entrego la bolsita. De ahí me dirigí a la estación y compre un pasaje para las 23:45hs. Tome un taxi y regrese a casa de mi abuelita de 94 años. Que dilema. Esperar hasta la hora del viaje o viajar antes con la droga. Obviamente me gano la ansiedad. Fui al baño y con una moneda de peso aplaste las rocas contra un aparador de vidrio. Me peine dos pequeñas rayas que tome una por orifico nasal. Los mocos comenzaron a gotearme. Recién eran las 19hs y faltaba mucho para la salida. Y como toda vieja que espera la muerte y teme quedarse sola mi abuela comenzó a hablarme sin parar mientras veía su telenovela. Mis respuestas eran simples aja, te entiendo, pero claro, si, no, monosílabos y pequeñas frases, así como las palabras de mi abuela eran una eterna repetición de sus preocupaciones cotidianas y sus temores. A eso de las 22hs tome mi último pase y una gran angustia se apodero de mi pecho. Todavía faltaba una hora y media para irme. Entre las palabras de mi abuela y la TV el tiempo paso lentamente, cuando al fin me fui de allí. La bese, le dije que iría en junio nuevamente, que la llamaría y me tome un remise hasta la terminal en Luro y San Juan. Llegue justo para la salida. Me toco el asiento individual frente a la cafetera. En los del costado había un joven policía bonaerense de uniforme y una linda gordita de buenas tetas y anteojitos. Mi cabeza estaba en otro lado, más cerca de los temores a la muerte de una vieja que espera, pensando en porque me tocaba vivir así, con el corazón agitado y frágil, sintiéndome hermanado en la espera fatal de mi abuela. Maldita resaca de cocaína. Por suerte apagaron las luces pronto e hice como que quería dormir, sin conseguirlo. Una multitud de pensamientos eróticos me invadía, eros y tanatos eran dos maricas de enorme verga que me tentaban, dos mujeres hambrientas de que le llenen el culo de semen. No puede más. Mire a mi alrededor, me cerciore que todos durmieran y tapado por un saco y mi sombrero desabroche mi bragueta y comencé a masturbarme despacio con la punta de los dedos. Cada tanto miraba las tetas duras de la gordita para inspirarme. Fue una lenta, larga y silenciosa paja por donde pasaron gran cantidad de conocidos y conocidas, una orgía en la ruta dos de Mar del Plata a Buenos Aires, a la altura de Dolores, vaya paradoja, acabe. Con el rocío del cristal limpie mi mano. Intente conciliar el sueño, mientras eros y tanatos se daban besos en la boca. Desperté ya entrando en Capital a eso de las 4:30 de la madrugada.

Palabras Clave: El asunto es que compre 50 pesos de cocaína para tomar antes de ir por el pasaje de regreso a Buenos Aires. Pase por una cochera a unas pocas cuadras de la estación y ahí eran eso de las 18 hs el puntero me entrego la bolsita. De ahí me dirigí a la estación y compre un pasaje para las 23:45hs. Tome un taxi y regrese a casa de mi abuelita de 94 años. Que dilema. Esperar hasta la hora del viaje o viajar antes con la droga. Obviamente me gano la ansiedad. Fui al baño y con una moneda de peso aplaste las rocas contra un aparador de vidrio. Me peine dos pequeñas rayas que tome una por orifico nasal. Los mocos comenzaron a gotearme. Recién eran las 19hs y faltaba mucho para la salida. Y como toda vieja que espera la muerte y teme quedarse sola mi abuela comenzó a hablarme sin parar mientras veía su telenovela. Mis respuestas eran simples aja te entiendo pero claro si no monosílabos y pequeñas frases así como las palabras de mi abuela eran una eterna repetición de sus preocupaciones

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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facundo aguirre

breve relato beatnik
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May 04, 2010
 
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busy