la mujer sin brazos
Publicado en Jul 24, 2010
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                                            LA MUJER SIN  BRAZOS
              Le había prometido  que después de la oficina, pasaría por  su muestra de pintura, la primera en su vida, ubicada en los  fondos de una galería muy concurrida del centro y a escasas cuadras de  nuestro trabajo. Nos conocíamos de muchos años atrás, Julio era mayor que yo, colindantes dentro del recinto, cómplice de viejas rutinas.
            Éramos varios, esa tarde de otoño, los de la partida; aunque muchos  en nuestra jurisdicción no supieran nada de pintura, se comprometieron a hacerle una visita formal, casi protocolar. Nadie más que yo sabía lo que significaba para él la realización de la exposición; las imágenes congeladas del tiempo lo atestiguarían enmarcados desde las paredes, como radiografías de su mundo interior. Ya no recuerdo cuánto hace de aquella primera vez que me comentó lo de su hobby, sus clases en el atelier y la elaboración de sus cuadros, que ahora exponía para que todos  pudiésemos apreciar.
               Fui por mi cuenta, avisé en mi  casa que llegaba tarde; las calles destilaban los últimos restos de la jornada, yo los absorbía con cierta resistencia y los depositaba en mi inconsciente para así  darle paso a la noche. Se entraba a la galería por la peatonal,  la sala estaba al final del corredor, un tumulto de gente sobre la puerta me sirvió de guía. Un mozo, rebotaba de una punta a la otra, sitiado por los visitantes; una música suave filtraba los resabios de la calle.
               Y ahí estaba él, incomodando a su ego, saludando a todo el mundo, agradeciendo con una copa en la mano, ése que era "su día",  quizás el único en años, en el que de algún modo Julio ya no era el mismo Julio que estaba escondido detrás de un mostrador  y envuelto en papeles que lo asfixiaban desde su escritorio, sino otro, otro Julio, que parecía recién parido desde su propio cuerpo, como si estuviese cambiando su piel desde adentro y  se estuviera transformándose en un ser más liviano y luminoso, librándose de esa  pesada  coraza que se  le había ido acumulando con  sus propios miedos.
           Lo saludé como si fuera la primera vez que lo hago con él, desde un ángulo de mero espectador, maravillado con algunas de las formas y colores desparramados por toda la muestra y sorprendido de la gran aceptación y admiración de la gente. El leit motiv de la presentación, como ya me había comentado en alguna charla de café, era el de  la mujer sin brazos, inspirada en  aquellas estatuas rotas de los griegos, a las que inexorablemente el tiempo se encargó de ir mutilando, y creando de esta manera,  una belleza inconfundible.
             Mientras sorteaba a los invitados y esquivaba el saludo de  algún conocido, me adentré de lleno en la exposición, (detrás del mozo y con un vaso en la mano), rotando entre los cuadros como en un trampolín de imágenes quietas.  La recorrí siguiendo sus sabios consejos, en silencio, tratando de disfrutar del hecho estético en sí mismo y no pensando en  buscarle un significado, el que a  veces resulta ser  un tanto rebuscado. Una Venus de Milo  de yeso, majestuosa, escoltaba la muestra desde el centro de la sala.
                La mujer sin brazos  aparece en todos los rincones de los cuadros  y en todas las formas y colores posibles, siempre dentro del arte abstracto y de la técnica del acrílico; en una obra aparece como estilizada y  deformada a tal punto que apenas reconocemos la figura femenina; en otros es una mujer gorda que sin brazos parece un tonel. Me sorprendió una lámina de gran contendido erótico, la que  parecía tener, lógicamente, más aceptación entre los asistentes.
             Sin embargo, según el autor, la mujer sin brazos es sólo un pretexto para pintar, para darle una forma, un tema, un punto de encuentro para toda la muestra, más allá de que alguna vez deslizó una interpretación donde quizás estas mujeres sin brazos, a la manera del arte helenístico, representan algún tipo de alegoría.
                 Julio era una persona más bien introvertida, y rara vez efusiva. Era alto y extremadamente flaco, sus trajes le quedaban siempre holgados, como si fuese un espantapájaros. Usaba lentes pero como tenía el pelo medio largo y lacio, siempre le tapaban la visión.   Poco y nada sabíamos de él, salvo que era casado y tenía una hija, a la que nombraba en cuanta oportunidad se le presentaba, pero a la que nunca vimos,  así como tampoco a su esposa, comentario obligado en las charlas de bar.
                  En un momento dado, cuando ya la gente se  empezaba a ir, me lo encontré    recostado sobre la Venus de yeso, y hablando con una mujer hermosa, explicando no sé qué cosa de uno de sus cuadros. Le pregunté si estaba a la venta.
-No, la que estaba a la venta era ella, me dijo sonriendo.  Vos, elegí el que quieras y llévatelo.
- La que no tiene brazos es la que más me gustó.
            Sonrió como  nunca  lo había visto en mi vida; luego siguió su periplo por la muestra amparado por un buen número de mujeres que sí tenían brazos y sobre todo, piernas. ¿Alguna de ellas sería su mujer?, pensé. ¿Tendría mujer? Si vida era tan misteriosa como cada una de las formas que insinuaba en sus trabajos.
         Antes de retirarme, (fui casi el último en despedirse y el último en probar algún bocadillo), lo felicité sinceramente, porque me había demostrado que había algo dentro de él que era único e irrepetible, y que representaba, en definitiva, un pedazo de su mundo que la oficina no le pudo arrebatar. Salí a la peatonal en dirección al metro, una orgía de brazos de todo tipo y forma me  escoltó hasta la puerta. Ya en el vagón, me imaginé un mundo de gente sin brazos  pero me fue imposible; para empezar, no podría haberme tomado este tren,   y tampoco habría podido abrazarla a ella,  a la  que me esperaba al final del recorrido.    
            Volvimos a la rutina de siempre, la de los papeles sellados  y firmados  y los expedientes que hay que terminar  antes de tiempo, a  las conversaciones triviales, los saludos mecanizados, a las infidencias de algún empleado, a los sueños incumplidos de otro. A representar, en definitiva, la obra que otros nos escribieron pero que nosotros no  elegimos. Julio volvió a ser aquel hombre callado  que rara vez sonreía,  y que cumplía a rajatabla con su labor. Retornó, como en  sus obras, a  ser un hombre de acrílico.
             Al poco tiempo se jubiló, estaba feliz, quizás porque ahora podría dedicase de lleno a lo que más amaba, la pintura. Así lo mencionó aquella tarde,  la de su  gran despedida, entre copas y  picadas, entre abrazos  y ojos brillosos por la emoción contenida. Recuerdo que antes de irse, nos dijo  que nunca dejemos de hacer lo que nos llene el espíritu, lo que llevamos dentro,  y que  en síntesis, todos somos un poco artistas.
            No lo volví a ver hasta que una noche me lo crucé en un  restaurante del centro. Yo estaba sólo, recién salía de la oficina, hacía tiempo para encontrarme con mi gente. Lucía como siempre, correcto e impecablemente vestido, acompañado de dos mujeres. Se sorprendió al verme, me acerqué a saludarlo desde la otra punta de la sala. Estaba con su familia, a la que yo  veía por primera vez: sus dos mujeres, las que invariablemente mantenía a resguardo de sus compañeros. Eran hermosas  a juzgar a simple vista.  La joven, que se parecía mucho a él, me saludó con un beso; a su esposa, por respeto, le tendí  la mano, pero mi saludo se perdió en el aire, porque la mujer no tenía brazos.
                                  
            
           
             
                              
               
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Descripción

un hombre pinta mujeres sin brazos

Palabras Clave: pintor mujer sin brazo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (16)add comment
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gabriel falconi

gracias a todos
me alegra que les haya gustado lo corregi..... por eso lo mande de nuevo
saludos a todos
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July 25, 2010
 

leticia salazar alba

ME PARECE TAN BUENO COMO EL PRIMERO, TIENES TALENTO NO CABE DUDA, TQM LETY
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July 24, 2010
 

daih

Cada persona es un universo por conocer, tantas historias detras de una images. Esecialmente cuando se refiere a compañeros, colegas, vecinos que vemos todos los dias pero sin conocerlos en realidad. Me gusto mucho la narracion y el contenid, formidable la descripcipn de ambientes y personalidades. Muchas gracias por el gusto de compartir tan bello texto.
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July 24, 2010
 

Francisco Perez

Muy buena naración en primera persona, me ha gustado mucho!! Veo que tengo mucho que aprender con tanto talento por acá..! Felicidades, tiene una prosa formidable! Y el final me ha gustado mucho! Mis estrellas!
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July 24, 2010
 

Antonio Umbral

GABRIEL ya habia leido este cuento y me gusto pero esta nueva version esta mejor en el sentido que ilustras mas completamente la historia , le das una vision mas amplia de de tu personaje principal yo he experiencia de compartir con compañeros de trabajo y cada uno es un personaje en si, un ambiente labora es un mundo aparte
donde conoce gente que igual quedan en la historia de uno.

bueno tu cuento ,entretenido Y originales como tus otros textos publicados.

saludos fraternos ANTONIO.
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July 24, 2010
 

gabriel falconi

lo había publicado antes..... lo saque, lo corregi un poco y lo estoy mandando de vuelta
algunos amigos ya lo han leido
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July 24, 2010
 
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