Del libro "Por si las moscas..." - Respondiendo la carta de un amigo...
Publicado en Jan 28, 2011
RESPONDIENDO LA CARTA DE UN AMIGO QUE SE NIEGA A TRANSITAR POR LOS CAMINOS DE LA MODERNIDAD
Mi muy dilecto y recordado amigo Don Giovanny de Santa Fé de Bogotá. En vuestras nobles manos. Mi nunca olvidado compañero de armas: Deseo que al recibo de ésta, mi tan escueta misiva, vuesa merced se halle disfrutando de cabal salud y de una muy joven, bella y erótica compaña. Me apresuro a ofreceros mis excusas por los constantes desaciertos en que caigo al intentar responderos como debe ser, pergeñando de pésima manera y con peor estilo mis pobres y desatinados versículos, que menos que tales, son apenas mala y desaliñada prosa fragmentada. Como si lo expresado fuese de poca monta, cabe mencionar también, compungido y azorado mi vergonzosa inconsistencia literaria al utilizar arbitrariamente las palabras "vuesa" y "vuestra", y en incorrecta forma, debido a mi crasa ignorancia en estos menesteres cuya dilucidación me confunde sobre manera y me acongoja como vuesa merced no imagina. Pero ahí no terminan mis tribulaciones y os ofrezco de nuevo mis disculpas por el imperdonable retardo en que incurrí al no responderos asaz pronto vuestra oportuna y generosa comunicación escrita, que me alegró muchísimo, siendo mi modesta persona, como ya os he dicho, la más leal y constante de vuestras amistades. Finiquitados pues estos preliminares, paso a daros mi sentido y cálido saludo, no menos que mi estrecho abrazo, en este año de Dios Nuestro Señor y de su Santa Madre, Nuestra Inmaculada Virgen María, que sigue en sus comienzos si tomamos en cuenta que las próximas calendas del mes de julio, que se avecinan pero que aún no llegan, no han de cruzar todavía nuestro desolado presente en su paso inexorable hacia el brumoso pasado. Sospecho, por vuestras claras aseveraciones, siempre sabias, veraces y elocuentes, que las batallas de vuestra gallarda existencia no dan tregua, y que han sido, son y serán arduas y riesgosas, al tiempo y por lo mismo, dignas de un guerrero tan valiente y temerario como vos. Las dificultades de que me habláis para procuraros una doncella honesta, tierna, sencilla y complaciente, dispuesta a entibiar vuestras crecientes soledades, serán cada vez mayores. Con deciros que me hallo estudiando la posibilidad de dirigir mis armas, ya desvencijadas por la acción del tiempo y el excesivo uso, hacia blancos más propicios, donde pueda hincarlas con mayor certeza sin los abruptos de tantas negativas. Es lo que aconsejo asimismo a vuesa merced, pues veo injusto y nada provechoso que vuestra honrosa trayectoria finalice acorralada por algún fantasma despiadado que intente hurtaros el merecido reposo, el que con tanto anhelo habéis buscado desde vuestra ya un poco lejana juventud, dentro y fuera de los nativos lares. Aprovecho la ocasión para compartiros unos cuantos decires populares que expresan vivamente nuestras mutuas realidades: "Vale más pájaro en mano que ciento volando". "Cuando no hay solomo de todo como". "Más vale poco que nada". "La esperanza es lo último que se pierde". De igual manera existen otros de mayor valía y harto filosóficos. Por ejemplo: "La soledad es el placer de los grandes espíritus y el tormento de los pequeños". Y este último para consolaros: "Cuando todo se vuelva contra vuesa merced y os invada la tristeza, no desmayéis, porque este es, precisamente, el punto en donde todo cambia". Vuestra ilustre inteligencia mirará regocijada la profunda sabiduría de las susodichas reflexiones. Los bizarros e hidalgos caballeros como vos, se tornan más bizarros e hidalgos cuando saben asimilar los saberes de la plebe, que por sencillos talvez, se vuelven axiomáticos. Abordando otras temáticas igualmente interesantes, he recibido con sumo contentamiento a vuestros dos amigos: el egipcio Naguib Mahfuz y el hispano Don Francisco Umbral. Al señor Mahfuz lo he tratado ya en otras oportunidades. En cuanto a Don Francisco, os aseguro que de ahora en adelante tendrá un escaño decoroso en mi caletre opaco. Tomando el toro por sus cuernos os sugiero al aprestigiado americanista Don Germán Arciniegas, en la compilación hecha por el también reconocido intelectual y poeta bogotano Don Juan Gustavo Cobo Borda, con la intitulación muy decidora de "Cuadernos de un Estudiante Americano". Dicho infolio, incuarto o libro como se estila nombrarlos hoy en estos tiempos aciagos y violentos, es una real y deliciosa maravilla, sin que la restante producción del susodicho señor Arciniegas demerite para nada su encumbrada nombradía. El espíritu cimero que anima vuestra viril estampa (¡Que así se conserve siempre!) no debe dar brazo a torcer, pues como muy acertadamente lo anotasteis en vuestra muy gentil comunicación... "y todo eso fuera flores del cantueso, y aun tortas y pan pintado si no hubiera que enfrentarse con impuestos y partes atrasados". Puedo aseguraros, sin embargo, que desde vuestro inexpugnable castillo se vislumbra, sin los nubarrones de la duda, un promisorio estar para vuestra ancianidad, pues como bien reza otro adagio de la gleba: "Tener casa no es riqueza. Pero no tenerla es demasiada pobreza". Sabihonda disquisición que no se atreve a desmentir el más cretino de los politicastros de turno. Como ya lo hemos platicado en diferenciadas veces, y temeroso de alargaros más esta mi respuesta a vuestra noble misiva, decido dárosla por terminada hasta que tenga el privilegio de recibir otra comunicación vuestra, o en su defecto escucharos de viva voz en las mías o en vuestras estancias, no sin antes insistir una vez más para que vuesa merced condescienda y disculpe esta nueva sarta de errores, cometidos en el transcurso desta mi censurable redacción , por violentar mi persona, sin la menor sutileza, las reglas de la prosodia y la sintaxis, fuera de otras preceptivas y normatividades propias de nuestro venerado idioma castellano. Como os expliqué anteriormente, los entuertos que observáis se deben en su mayoritaria parte a mi desastrosa condición de bárbaro, mi carencia de estudios idiomáticos y mi muy desmesurada irresponsabilidad. Pluga pues a vuesa merced tenerme la debida paciencia en tan horrorosas circunstancias. Apelo entonces a vuestro entendimiento y sana comprensión para que dispenséis esta mezcla de buena voluntad con mis muchas atrocidades gramaticales presentes y futuras, que las nuevas generaciones, más ignaras que la nuestra, se han empeñado en bautizar como neologismos o jergas del habla contemporánea, cosa que no es más que la prostitución fácil de las buenas formas lexicográficas y la permuta de las mismas por otras de arrabal. Y no se discuta más. De vuesa merced, como siempre, con sentimientos de suma consideración y aprecio, vuestro incondicional y seguro servidor y amigo. Don Verano Brisas Brisas de las Altas Torres y Pérez, Comendador de los Ateos y Adelantado de las Provincias del Norte, porque así lo dispusieron los Altos Jerarcas del Averno, y los Hados sus Discípulos. Dada la presente misiva en la muy non sancta Villa de la Candelaria, poblado de la eterna primavera (y balacera), en el día, mes y año que transcurre, aposentada ella en el muy fértil y hermoso Valle de Aburrá, harto mercantilista y prospero.
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Jesus Eduardo Lopez Ortega
Estoy a vuestras ordenes gran amigo
Don Verano Brisas Brisas de las Altas Torres y Perez.
Saludos desde Mexico.
norma aristeguy
Es usted familiar o pariente lejano de otro caballero llamado M de Cervantes?!
jajajaja querido amigo, inteligente, jugoso, original.
Me encantó!
Verano Brisas
Gracias por tu comentario y un abrazo como siempre. Cordialmente, Verano.
Filiberto Oliveros
Querido amigo, eminente ciudadano, egregio literato Verano, los altos vuelos de tu imaginación
no tienen límites, en este texto con un discurso epistolar, te diriges a un conciudadano de supuesta
edad avanzada y de origen noble, con tu nutrida capacidad retórica, con tu andamiaje de hidalgo
caballero de gran prosapia, acostumbrado a estos bretes de la vida,en forma un tanto festiva y con
amplio dominio del lenguaje.
Muchas gracias por tu indulgencia para deleitarnos con tu inolvidable texto, Recibe siempre el abrazo
de Filiberto.