ENMEDIO DEL OCANO
Publicado en May 10, 2011
Me voy alejando como en un barco de la tierra. Voy entrando a un océano profundo, sin rumbo alguno. Voy dejando en el puerto todo aquello que me duele y que alguna vez disfruté. Voy insensibilizándome ante mis propias emociones y sentimientos.
Ya no quiero estar allí, ya no puedo estar más tiempo. La vida me aleja y me deja en un mundo sin sentido, donde las cosas pasan de manera caótica y nada se distingue de un modo u otro. A medida que me alejo, sólo se ve el mar, sólo hay agua por todas partes. Ya no hay más superficie, ya no hay más personas. Todos se fueron, todos se han esfumado. Sólo quedo yo en esta endeble lancha, que no sabe a dónde va. Así puedo sentarme y ver tan sólo el cielo, sin inquietarme por nada más. Sin preocuparme por nadie y sin pensar en mí misma. No hay mucho qué pensar sobre mí, no hay estímulos que me obliguen a vigilar mis movimientos. Aquí la mente se puede poner en blanco y disfrutar por ello, porque no habrá consecuencias para nadie. Y si las hubiera para mí, a nadie inquietarían. Por tanto ¿por qué habría de preocuparme? Recuerdo entonces aquello que dejé en el mundo y que solía gustarme. Recuerdo la música, compañera inseparable, apoyo incondicional para las malas rachas. Recuerdo la lluvia, que esperaba siempre con avidez cada estación de sequía. Recuerdo las aves acuáticas volando sobre el lago. Recuerdo esas tardes oscuras, nubladas y repletas de humedad, cuando me tumbaba en un sofá para leer a Sherlock Holmes. Recuerdo esas madrugadas que pasaba en vela, escribiendo sin cesar, haciendo posible que existiera un extraño personaje que se me había metido a la cabeza. Es extraño darle vida a alguien con un simple lápiz en una hoja de papel. Últimamente eso se había acabado, ahora todo es ordenador y tecnología. Recuerdo esos momentos mágicos en que una película me llegaba muy hondo. Recuerdo el momento en que capturaba una escena que la volvía inmortal en mi corazón y jamás se marcharía. Es curioso que todos estos recuerdos no tengan que ver con las personas, al menos no las reales. Será porque entre la gente, cualquier momento inolvidable se puede echar a perder de la noche a la mañana. Y lo menos que quiero cerca ahora es la maldita tristeza. No lo sé con certeza, no me hagan mucho caso. Tal vez voy a la deriva y ni siquiera me doy cuenta. Lo único que quiero es alejarme de tierra y navegar sin rumbo por este océano de incertidumbre que nunca sabes a dónde te lleva. Nada más paradisíaco, nada más reconfortante, nada más adictivo y engañoso: El inmenso océano de la soledad.
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Laura Alejandra Garca Tavera
luis jos
Turmalina