En el portal se enamoró,
varias veces con ardores,
fue generoso en amores
donde seguro imploró,
al amor lanzó sus dados
y jugó con desenfado.
 
Como atildado poeta
uso las armas del verso,
donde se quedo inmerso 
en una prisión sujeta
con barrotes de desvelos
que no resuelven anhelos.
 
 
El amor fue daga y alma
que cuando hiere acaricia,
que arremete con codicia,
también tortura con calma,
hace sufrir lo insufrible,
paradójico risible.
 
La vida trajo amarguras,
parece un canto barroco,
que lo llevó poco a poco 
a buscarle las costuras
de una locura servil,
que pervirtió lo gentil.