LA MASACRE DE LOS POETAS.-
Publicado en Jan 11, 2012
Postergan la matemática, porque se estila la ascensión fácil a la cumbre: tracción falsa que arruga el ímpetu con torpes hidrocarburos, y mantiene demasiado humano el hedor de las patas. Era inevitable, si aun el más tenue céfiro volaba, en colorida danza, las plumas de sus frentes ¡oh delicada palabra, dulce y sensible resonaste Intentando evocar, ya derrotada, la voracidad del fuego! ¡Hay patraña hermosa, fascinación de la hipocresía! tu palabra, que me habla del amor y la piedad nunca anduvo en las tortuosidades del odio y la venganza ni probó el azul horrendo de las aguas más puras! Yo se de que copula has emanado ¡oh poesía precoz! porque descubrí tu corral infestado de gorgojos, allá, donde el mar transmuta los vientos, y los vientos arriban, foráneos, a los puertos. Y vi a tu progenitora prostituida, maltratada, su exacta y precisa anatomía -deliciosa y difícil carne- despreciaste por los vinos que no embotan, por los vinos que no supieron lastimar ni dañar. El hambre de eternidad exigía la guerra, glotón, esperaba el camino que discurría, sinuoso, a la inconsciencia, como el rayo que cruza pujante ¡ya indómito! el frágil cristal haciendo añicos la niebla y liberando la pupila... Porque nunca dijeron: ¡no importa la casa, importa el ladrillo! ni osaron cantar, temerarios, la voluptuosa música de la batalla cuando la fusta rompía la carne, y la tumba secreta ansiaba cuerpos: ya eran carne para gusanos, aunque estaban vivos. Como el humo del cigarro que asesina al caminante en la álgida bruma que, noctámbula, escarcha su sendero, así, con horrorosa lenidad, fueron sus rebeliones la breve humareda perdida en la obstinación de la vasta calígine. Aquella masacre no entra en los santuarios del olvido ¡oh extraño estruendo! ¡lozana música que todavía emanas del liquido que contra el piso estrelló su vanidad dejando atrás el gesto, el improperio y la despedida! Su rebelión fue tan vana y absurda; se relamieron preguntándose ¿existe la vida antes de la muerte? Y así, el antiguo ideal y la decadente necesidad de lo increado triunfó ¡oh sutil pánico llamado esperanza! ¡He ahi su belleza, la gloria viva del cadáver! ¡la multitud solitaria de sus gracias! ¡mira, el fárrago dolido hiede de versos protervos y henchido, el buche negro del cuervo, esta de esos cuervos! CEMENTO.-
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