13.- Un instante de dicha (FINAL)
Publicado en Apr 08, 2012
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Las paredes de aquel lugar eran tan blancas que las lámparas incandescentes las hacían brillar con una intensidad que lastimaba los ojos.
Habían pasado tres meses desde que Evrart hubiera visto a Geraldine por última vez, antes de ir por las flores.
Entraron una enfermera y un guardia vestidos inmaculadamente. Detrás de ellos, apareció ella en una modesta bata color azul grisáceo.
Se veía más pálida que antes, y demasiado delgada. Estaba bajo tratamiento médico y no parecía marchar bien. Sin embargo, su belleza natural no se apagaba y la intensidad de su mirada no disminuía.
Sonrió al ver a Evrart. Habrían querido abrazarse, pero las reglas del hospital se los impedían. Se sentó en la pequeña mesita de madera que servía a las visitas y suspiró, gozosa.
•-          Gracias por venir.
•-          Había querido hacerlo antes- dijo Evrart -pero no me lo permitían. ¿Cómo estás?
Ella negó con la cabeza, aunque su ánimo no decaía.
•-          No he mejorado. Por suerte, cuando nos enamoramos, ya no era contagiosa.
•-          Existen buenos tratamientos hoy en día- le alentó el joven -vas a recuperarte, ya lo verás.
•-          Sólo me tranquiliza saber que tú estás bien y que no corres peligro- dijo Geraldine -has sido una bendición en mi vida Evrart. Mi vida entera no alcanzará para pagártelo.
Evrart y Marinna habían hecho todo lo posible para que Geraldine no fuera juzgada con todo el peso de la ley. Tras varios exámenes, habían detectado perturbaciones psicológicas importantes y se le había enviado a una unidad psiquiátrica de alta seguridad.
•-          ¿Cómo está Marinna?
•-          Bien. Decidió estudiar leyes y yo le estoy apoyando. Fue un gran logro descubrir no eras tú quién estaba envenenando a tu madre. A raíz de ello, quiere ser abogada.
Geraldine bajó la mirada y apenas esbozó una triste sonrisa. Marinna no la visitaba.
•-          Aún no me perdona lo de Nadine. Lo sé...
Evrart le miró afligido.
•-          ¿Por qué lo hiciste... Gera?
•-          Fue un grave error- dijo ella -y por ello estoy aquí. Viví con terror mi embarazo y cuando la dí a luz estuve a punto de morirme. Cada día, al verla crecer, me recordaba su espantosa realidad; era producto de violación e incesto. Era revivir mi dolor y mi vergüenza. Sólo quería dar marcha atrás al tiempo, borrarla de mi pasado...
•-          Pero no tenías derecho a atentar contra su vida. Por desgracia ahora permanece en coma con respiración artificial y Marinna hace muchos esfuerzos para mantenerla con vida.
•-          Llevaba tiempo acosando a Erik. Le insistía que no lo hiciera pero mi padre la malcrió al punto que ella me desobedecía e insultaba. Ya había molestado sexualmente a ese niño en más de una ocasión. Aquella noche perdí la cabeza y la empujé con fuerza. Tal vez por eso merezco estar aquí.
•-          Creo que sólo tratabas de que no siguieran pasando más cosas desagradables alrededor de ti.
•-          Antes de conocerte, creía que no tenía derecho a ser feliz. Soporté cada sufrimiento sin replicar, aceptando mi suerte y ocultándolo al mundo. Pero desde la primera vez que nos vimos, ya no estuve dispuesta a resistirme. Haría lo que fuera para que estuviéramos juntos.
•-          Quizá si no te hubieras precipitado estuviéramos juntos ahora- le replicó Evrart
Gera lo miró con lágrimas en los ojos.
•-          No hice lo correcto, y eché a perder tu vida por aferrarme a ese cariño que me mostraste desde el primer momento. Me diste los instantes más dichosos de mi vida. En cambio, yo... destruí tu relación con Christine y tu excelente futuro. Espero me perdones algún día.
Evrart sonrió.
•-          Christine está comprometida con un exitoso hombre de negocios actualmente. A pesar de que me echó en cara que eras mayor que yo, su nuevo novio es diez años mayor que ella. No me arrepiento de haberme enamorado de ti y aún lo estoy, nada tengo que perdonarte. Creo que no serví de mucha ayuda, estuve en la escena del crimen y no pude detener a tu monstruoso padre.
•-          No lo llames así...- dijo Geraldine, bajando la voz, visiblemente emocionada. Evrart la miró condolido, hubiera querido abrigarla en su regazo.
•-          Pero te hizo tanto daño...
•-          Aún lo quiero- dijo la joven -de niña lo adoraba con todo mi ser. Una noche cambió, aún lo recuerdo. Me miraba de forma distinta, era como si alguien hubiera entrado en su alma y lo hubiera trastornado.
•-          No tienes qué recordarlo- le suplicó Evrart -ya todo pasó. Olvídalo.
•-          No puedo- musitó Geraldine -lo sueño cada noche, fuera de sí, con la mirada extraviada... suplicándome que no lo abandone...
•-          Por favor...- le pidió Evrart -¿Es posible...?
Geraldine se tranquilizó. La enfermera había puesto especial atención a su exaltación. Evrart sacó entonces aquel objeto que encontrara en la escena del crimen. Era un retrato muy pequeño, donde Elias Doherty abrazaba una niña mientras ambos sonreían a la cámara.
•-          ¿Es de él?- le preguntó. Geraldine lo tomó y se mordió los labios.
•-          Solía llevarlo consigo- dijo -lo llevó a la casa para convencerme de que iba a cambiar. Pero sabía bien que no sucedería, llevaba prometiéndolo desde la primera vez que se extralimitó. Él también sufría, bebía sin control después de lastimarme. No tenía opción, lo sabía, tenía qué detenerlo. Sé que nadie lo aprueba, pero no me arrepiento de lo que hice.
•-          Y tus hermanas están libres ahora- le dijo Evrart -sigues sacrificándote por ellas aunque no te lo agradezcan.
•-          No espero que lo hagan- dijo Geraldine, suspirando -¿Qué es de Valerie y Tricia?
•-          Tienen una pastelería en Lucerna, Suiza. Están bien y seguras. En cuanto a Marinna, estamos tramitando nuestra residencia en Mónaco, ¿Recuerdas lo que me dijiste en la playa? Te hubiera gustado vivir allí.
•-          Es hermoso...- dijo Geraldine con emoción -¿Sabes? Creo que ella y tú harían una linda pareja.
Evrart se aventuró a tomar las manos de la joven. La enfermera y el guardia se fueron aproximando lentamente.
•-          No. Te seguiré esperando, aún quiero casarme contigo. Vas a salir de aquí, te lo prometo.
Geraldine sonrió y estrechó con fuerza las manos de Evrart, antes de marcharse. Sus miradas se cruzaron como en aquella mágica primera vez que nunca olvidarían.
•-          Volveré por ti, te lo prometo- se despidió el joven
Pero no volvió a verla. Geraldine no sobrevivió a la avanzada sífilis que le había contagiado su padre hace tiempo. Murió a la semana siguiente.
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Descripción

Geraldine es internada en un hospital psiquitrico donde al fin Evrart logra volver a verla. Sin embargo, una inesperada desgracia se la arrebata para siempre.

Palabras Clave: hospital abogado leyes hermanas castigo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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