ERINIA
Publicado en Sep 03, 2012
Ahora fermenta el silencio; bien cerradas las puertas. Sin anhelos.
Cuando me arrastró el caudal de las desgracias, desertaste. Hoy no te acerques a mi paz: una paz que hierve y planifica la tragedia… Donde hubo brillo de idilio, dulce fulgor de ojos… corre un río de lágrimas bordó, desde mi rostro hasta los dedos lacerados… Hoy no te acerques a mi paz: paz de hembra desterrada. Calan profundo en el hades las raíces de rencor; beben el humus de la tierra. Cuando el juicio y los gritos me ataron, te guardaste. Donde florecían los lirios más puros, hoy germinan firmes ortigas de venganza. No sonrías en mi agobio. La calidez de las sábanas se encendió en llamaradas; una humareda gris ha asfixiado el concilio… El cabello que lúdico se enredaba en tus manos; hoy anida las víboras malignas de la ausencia. Una que otra noche sangran mis cicatrices. Las libaciones de miel no me devuelven el sosiego. He olvidado el perdón, he mordido los pétalos, he afilado las espinas. He dejado de creer… Amor… si digo amor; me recorre las venas una turbia cicuta que me envenena sin matarme …Teñí mi llanto de sangre. Desconozco la piedad… ¿Crees allanar mi fosa con una copa de vino? ¿Calmar las furias que me adoptan, me cobijan y me inducen a clavar la daga amarga de mi dolor en tu ego?
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