DERECHOS HUMANOS
Publicado en Aug 04, 2009
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Mi sobrina de 15 años, me invitó a participar en un Café Literario por el Aniversario de su Colegio. Awawa!, exclamé con sorpresa. Después de un par de segundos me inundó el pánico, para dar paso a la felicidad que me inundaba y lo honrada que esta invitación me hizo sentir. Luego, mi mente se quedó nublada, después en blanco, para finalmente reaccionar con temor ante mi ignorancia cuando me dijo que el Tema era los Derechos Humanos. Vaya!... Qué difícil -pensé, al momento de escuchar el suave pero drástico tono de voz de Catalina- yo no estoy preparada para un tema tan delicado. Y luego, después de leer los 30 Artículos de la Declaración de la ONU, sentí que mi corazón se partía en mil pedazos, porque cada uno de estos Artículos me hizo pensar en algún personaje que en algún momento de la vida se me cruzó, dejándome claro que esta Declaración Universal era sólo un papel con un montón de palabras. Y entonces, recordé…
Recordé a la abuela de 80 años que pide limosna afuera del Banco en Irarrázaval, a vista gorda de todos los que caminamos sin siquiera detenernos a saber quien es… o era, porque poco queda de la que pudo ser en el pasado, antes de vivir sus últimos años abandonada y olvidada por el hijo al cual amaba más que a nada en el mundo. Recordé al niño de seis años, que toca mi ventanilla en el semáforo de la Alameda para venderme un par de dulces, quien sabe de qué procedencia… o qué tuvo que hacer para conseguirlos, y que además se llevará un fuerte castigo físico y, peor aún psicológico, por no haber vendido todo. Recordé a la mujer con el ojo amoratado debido a los golpes y abusos del mantenido, alcohólico y mujeriego conviviente, y que el miedo la hace mantener silencio ante las reiteradas violaciones a sus dos hijas. Recordé a la chica de quince años que se prostituye en la Rotonda Quilín, para poder poner un plato de comida en la mesa donde se sienta una madre alcohólica, y seis de sus ocho hermanos, porque los dos mayores están presos. Recordé la imagen de la mujer de traje  y tacones, que se levanta una y otra vez del pavimento de la Alameda, víctima del chorro de agua que la policía lanzaba en su contra, sólo por reclamar sus derechos. Recordé al bebé de seis meses que murió en la sala de espera del hospital, en los brazos de su desesperada madre cesante, porque no contamos con una digna atención médica para nuestros pobres. Recordé a la viuda de un desaparecido que llora cada vez que recuerda a su amante esposo, a quien tuvo a su lado apenas dos años y un par de meses, y que ahora celebra sola su aniversario número 32. Recordé al joven mapuche que es apartado en todo su amplio e indigno contexto, que alza un tronco en la mano derecha y levanta la izquierda tratando de detener el paso de un camión transportando parte de su vegetación nativa. Recordé a la niña de 14 años que yace inerte en el terreno baldío de la periferia de su población, víctima del violador que la tenía entre ceja y ceja desde que tenía 12. Recordé al genio de la familia, que no podrá ver cumplido su sueño de convertirse en el Ingeniero Titulado con Honores, porque su padre gana el mínimo y la mitad se va en medicamentos y calmantes para ayudar a aminorar el dolor de una madre cancerosa. Recordé a la madre de tres hijos, acabada por el alcohol que calma su angustia, por el abandono del hombre que amaba y decidió partir con otra. Recordé el llanto inconsolable del padre que corre cargando a su hijo de apenas 9 años, abatido en un tiroteo entre mafiosos y narcotraficantes en la plaza de la esquina. Recordé al técnico de 30 años que reparaba todos los desperfectos en la casa de mi familia, y que ahora detuvieron asaltando la Farmacia de Providencia porque la cesantía lo tenía por las bolas. Recordé a la María y su foto en primera plana, y si ayer no encontraba pega como la buena actriz que era, ahora menos logrará algo digno después de declararse culpable de traficar droga para poder alimentar a sus hijos. Recordé a la mujer que duerme en el sillón desde hace cuatro noches, cuando descubrió que su esposo la engañaba, el mismo que prometió ante el santísimo fidelidad, respeto y un montón de huevadas más. Recordé al mendigo que se mantiene en mi retina desde mis 20 años, cuando lo vi en Portugal, durmiendo entre frazadas viejas y abrigado con el calor de tres de los perros más fieles del mundo. Recordé a la abuela que es tratada con ignorancia y desprecio, sólo por el hecho de ser vieja y no recordar claramente cual era el nombre de cada uno de sus cuatro hijos.
Y pensé en la gran tarea que tenía por delante, para demostrar que esta Declaración, como dije antes, no es sólo un papel con un montón de palabras. Finalmente, recordé a Wang Weilin, el joven estudiante chino que con bandera blanca en mano, hace 20 años se interpuso al paso de una fila de tanques, y que yo de alguna manera también puedo y debo interponerme al paso del tanque que atropella los derechos de cada uno de los personajes que volvieron a mi memoria…
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Foto del autor Claudia Riquelme
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Artculo

Palabras Clave: Derechos Humanos

Categoría: Artculos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones



Comentarios (17)add comment
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Claudia Riquelme

Queridos amigos, esto es lo mínimo que puedo entregarles para cambiar un poco el mundo... partiendo por mi mundo. Gracias a todos por sus palabras, alentadoras y cálidas, las que me hacen sentir la motivación de siempre.

Un beso a todos,
LaNegra
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August 05, 2009
 

miguel cabeza

Hasta la fecha siempre he padecido de optimismo y quiero seguir con la misma enfermedad, así que no puedo dejar de compartir las palabras de Jean Pierre. Son miriadas las personas sensibles y amorosas que desde sus lugares cada día luchan por acercar ese mundo mejor posible. La Declaración de los Derechos Humanos es un gran logro, pero también son grandes logros los que se dan a cada instante en rincones anónimos y olvidados... Sólo estamos en la prehistoria de la humanidad. Mientras existan personas sensibles y solidarias como Claudia, como vosotros... este mundo merecerá la pena y se acercará una forma de relacionarnos entre nosostros más justa y solidaria y una armonización con la naturaleza que nos sustenta.
Responder
August 05, 2009
 

JUAN CARLOS

Hola Claudia !! De nuevo me sorprendes gratamente..Un texto que demuestra la injusticia en todo su esplendor. . Hablamos y hablamos y no hacemos nada cocreto.. Los derechos humanos pisoteados infinidad de veces, como muy bien lo dices,la declaracion de los derechos humanos dben ser mas que un papel que nadie respeta.. debe ser conciencia y hechos concretos!!
Un texto que llama a la reflexion profunda..

Besos y cariños para Ti !!

Juan Carlos..
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August 05, 2009
 

facundo aguirre

muy bueno y oportuno en un momento que el fascismo golpea a los hermanos hondureños.
Responder
August 04, 2009
 

Jean Pierre

Con este texto yo también pude recordar muchas injusticias en contra de la humanidad. Nuestro país sabe mucho de aquello; y trabajamos para que no se vuelva a repetir. Como humanidad creemos que la felicidad de cada persona es lo único que importa, por ello existe una declaración de principios fundamentales, para que nuestra humanidad no tenga que sufrir, jamás. No será hoy, ni tampoco mañana, pero si estoy seguro que conquistaremos la felicidad, para todos.
El peor error del ser humano es no conocer la verdad. Por ello las personas escriben la verdad, por ello existen aquellas palabras que le dan forma a la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU.
Tu escrito es un esfuerzo más para hacer publica la verdad.
Te felicito.
Responder
August 04, 2009
 

Claudia Riquelme

Arturo, sé que tú podrías ayudarme a continuar este lamentablemente infinito listado, y así cada uno de nosotros.

Gracias y mis cariños,
LaNegra
Responder
August 04, 2009
 

Arturo Palavicini

Y la lista podría seguir y seguir Negrita, cambia las calles, los nombres de Pila y la historia se repite incesante por todo el mundo (no solamente latinoamérica).

Felicidades excelente texto.

Arturo Palavicini
Responder
August 04, 2009
 
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