EPILOGORE.-
 
 
Sí
fue ella poetas
ella; la de la piel verde
verde que la amo verde
y verde que la odio al son.
Fueron sus fríos tentáculos los que me convirtieron
en lo que ahora soy:
un enfermo Zafio Tijuy.
Fue ella;
la que se te negó el viernes,
pero te mojó el sábado.
Fue ella;
la que mordió mis besos,
la que escupió mi cara,
la que no sonrió con mis dedos
ni feló mis desvelos.
Maldigo el día en que la vi,
y ella vio a un maldito aquel día.
Maldigo que nunca blasfemara.
Maldigo siempre su respeto.
Maldigo que todo terminara bello y terso -sucia trampa-
porque esta maldición no me la quito robándole a otra el himen de su sexo.
Fuiste tú, ángel de la muerte negra de livor
la que me dio la fama de haber sido engendrado por el dedo mancebo de Belphegor.
Hazme saber que aun tengo salvación poeta
 llevándotela lejos
sin regreso
o muriendo con ella.
Fue ella poetas;
el ángel de la muerte negra de livor.
Porque maldita sea entre todas las mujeres...
... y maldito sea el fruto de sus labios veneno.