Textaleridades
Publicado en Dec 12, 2012
Al mágico mundo de "Textale" se puede ingresar desde la perspectiva del lector o del escritor e incluso, desde ambos planos.
En uno y otro caso, por la esencia y la naturaleza de la red social, se trata de una ventana abierta hacia el mundo de la literatura. Los escritores noveles o experimentados muestran el talento, la creatividad y el ingenio en el manejo del lenguaje. El lector voraz o circunstancial, al mismo tiempo, encuentra allí diversas publicaciones para nutrir el alma y satisfacer la más amplia gama de necesidades intelectivas. Sin embargo, al profundizar lentamente en la dinámica de la red, afloran algunas circunstancias que en ocasiones parecieran estar revestidas de incoherencias y contradicciones. El escritor, por ejemplo, es un creador de imágenes y mundos imaginarios o reales. El lector, por su parte, escenifica en la memoria la vibración telúrica de cada texto, adaptando y contextualizando el contenido a circunstancias propias o cercanas. En ese sentido, el escritor como artesano de la palabra utiliza el lenguaje como herramienta de trabajo y a través del sortilegio de la escritura, procura difundir el pensamiento hacia los cuatro vientos, aunque en ocasiones despierta airadas reacciones entre los lectores. He ahí una de las principales cuestiones en el arte de escribir y en el gusto de leer. El escritor responsable no es el cobarde que lanza la palabra y esconde la pluma. Mas bien es un arquitecto de sueños que asume con entereza y dignidad la dificil misión de crear realidades objetivas o fantasías subjetivas. Cuando el escritor decide publicar es porque está dispuesto a someter la obra a la aprobación general o al escarnio público. El aplauso o la repulsa es el precio a pagar por el valiente atrevimiento de exponer las ideas por escrito en las vitrinas impresas o virtuales. La obra puede ser buena o mala. El talento de los buenos escritores se perdería para siempre si no tuvieran la osadía de someter al escrutinio general el resultado de largas horas de estudio, análisis, esfuerzo, disciplina y entrega a la escritura. El lector, en definitiva, tiene la potestad de avalar la creación literaria o de lanzarla al cesto de la basura, si aquella no logra penetrar en su alma. El carácter virtual de "textale", al menos, evita el amargo sabor de recoger los papeles arrugados que el lector desencantado hubiera lanzado sin orden ni concierto a los rincones del olvido cuando la creación literaria de cualquier autor no calza sus expectavivas. Pero en la red acontecen cosas curiosas. Escritores que guardan con celoso afán sus escritos, impidiendo que los lectores accedan a sus creaciones. ¿Cuál habría sido el destino de Gabriel García Márquez, o Saramago, por citar sólo dos casos, si con un pañuelo en la nariz se hubieran parado a las puertas de las librerías o bibliotecas a escoger y seleccionar con pinzas quirúrgicas los lectores de sus obras? Escritores que se autoengañan con fruición orgiástica, o que se masturban el ego literario, ingresando una y otra vez a sus propias cuentas, para abultar ficticiamente el número de visitas y lecturas, hasta aparecer como los autores con mayor resonancia y aceptación dentro de la red. Pero la matemática tiene una lógica que termina por dejar al descubierto los artificios usados para mantenerse en la cresta de la ola. En todo caso, todo mundo tiene derecho a engañarse a si mismo de la manera que quiera. Hay otras textalidades que se pondrán al descubierto en la medida en que se incremente la experiencia en el uso de esta red...
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