Aunque la Caperucita roja, de Perrault, resulta ser uno de los cuentos más inofensivos, no está libre de culpa.

Parte mal....¨ un día su madre le dió una cesta para que se la llevara a su abuelita enferma, que vivía al otro lado del bosque. La madre de Caperucita advirtió a la niña que no se entretuviera por el camino.¨

¿Qué puede haber de malo en esto?, se preguntará el lector poco sensible. Todo. La abuelita había sido abandonada en su enfermedad. Cualquier hija de corazón bien puesto no permitiría que su progenitora viviese en esas condiciones y al otro lado del bosque. Tal preocupación constituye un delito, se llama ¨injuria atroz¨. Dice el artículo 352 del Código Penal chileno ¨El que abandonara a su cónyuge o a un ascendiente (éste es el caso) o descendiente, legítimo o legítimo, enfermo o imposibilitado, si el abandonado sufriera lesiones graves o muriera a consecuencia del abandono, será castigado con presidio mayor en su grado mínimo¨.

En buen romance judicial, esto significa que la madre de Caperucita debería ir presa cinco años y un día, como mínimo. También se le puede reprochar su torpeza por mandar a su famosa hija al bosque, a sabiendas de los riesgos que existían en el camino.

Finalmente, si el Lobo Feroz fuese procesado, saldría absuelto. Aunque se tragó a la abuelita, lo hizo sin rasguñarla y por eso, cuando el cazador le hizo gratuitamente la autopsia, la viejecita reapareció sin mallugadura. Además el deber principal de todo lobo es alimentarse, aunque sea con abuelitas...