Un rico comerciante, tenía dos hijas. La mayor, era muy bella, la menor en cambio; poco agraciada y por lo mismo, despreciada por su madre, que nunca la quiso y la maltrataba, cada que podía, la mayor, recibía mimos y aprobación por todo lo que hacía,  aunque era vanidosa y mala estudiante. El padre era un buen hombre y las quería a ambas, sin embargo nada podía hacer, para evitar los maltratos de su hija menor,  pues la esposa era una mujer imperiosa, que nunca le respeto, ni le dejó asumir, su papel de padre, aprovechándose del inmenso amor  que el hombre le tenía. Con el tiempo, la mayor se hizo más bella, vanidosa y frívola y la menor, a pesar de su fealdad, se convirtió, en alguien muy querido, por quienes la conocían, por su inteligencia y amabilidad, hecho que llenaba de furia, a su madre y también a su hermana, la que no dudaba, en abusar del buen corazón de su hermana, para exigirle, que le hiciera sus tareas y le ayudara, en sus estudios pues ella, así como era de bella, también lo era de negligente y poco aplicada. Al pasar los años, la madre, de nombre Irma, murió, quedando el hombre a cargo de sus dos hijas, ya mayores, Sonia, la mayor, intento asumir el papel de su madre, maltratando a su padre y su hermana, pero Antonio el padre, no lo permitió y aunque ya era un hombre mayor, trato en lo posible, de poner las cosas en su lugar, pasados unos años y cuando su hija Susana ya estaba a punto de graduarse, en la universidad, Antonio, aquejado por los años y las enfermedades, llamó a sus hijas y les informó, que había hecho un testamento, donde, dejaba a cada una, la mitad  de su fortuna y les recomendó, cuidar lo que les dejaba y seguir unidas, como buenas hermanas. Una vez, falleció el padre, Sonia, decidió alejarse de Susana.
-No quiero volver a verte, te aguanté por mi padre, pero  ahora, nadie me obligará a soportarte, eres fea, ridícula y desde hoy, dejas de ser mi hermana- diciendo esto, se marchó, a disfrutar de su herencia y con una mueca burlona, le deseo lo peor a su hermana.
Susana, quedó desconsolada, porque aunque siempre recibió burlas y maltrato, de Sonia, sin embargo, quería  a su hermana y ahora que se marchaba quedaba completamente sola.
Al  pasar algunos años, Susana se había convertido en una acaudalada mujer,  administrando varios restaurantes  de su propiedad, los que habían alcanzado prestigio, por el buen servicio y la deliciosa comida. Vivía, en una suntuosa mansión y trataba sus empleados, con respeto y aprecio, también, ayudaba a muchas familias pobres  y participaba, de algunas obras  de caridad.  Sonia, sin embargo, vivía otra situación, asediada por su belleza  y llena de soberbia y vanidad, había caído, deslumbrada, por un guapo pretendiente,  que sin embargo, era hijo,  de una familia arruinada y; que sólo veía en ella, una tabla  de salvación, para su difícil situación.  Al poco tiempo, el hombre llamado Herman,  despilfarro toda la fortuna,  que Sonia había recibido su padre, al verla en la ruina, la abandonó sin ningún pesar. Ante tal situación, Sonia,  no dudó, en recurrir a su hermana, haciéndole saber, lo mucho que la extrañaba, aunque en su interior, se moría de  rabia, por tener que mentir, pues; seguía odiándola  y ahora, sumaba la envidia, por ver como su hermana, había prosperado, mientras ella, lo había perdido todo. Susana, a pesar, de no olvidar, todo lo vivido desde su niñez con Sonia, creía que ella, había cambiado, con todo el sufrimiento vivido y decidió, darle una oportunidad, le ofreció un trabajo, pero Sonia lo rechazó, dijo que mejor le ayudaba, con la servidumbre pues; como no había querido ingresar a la universidad,  a pesar, que su padre le insistió mucho, decía no sentirse capaz de cumplir una labor en sus restaurantes, la verdad, es que sentía tedio de sólo pensar, en el trabajo, no quería trabajar y en la mansión, podría mandar a sus anchas y como su hermana permanecía,  afuera ocupada no se daría cuenta de nada. A las pocas semanas,  los empleados de la casa, se quejaban del maltrato de Sonia, quien los humillaba y los trataba como verdaderos esclavos, Susana al enterarse, llamó le atención, a lo que contestó altaneramente.
-Prefieres tratarme mal a mí, que soy tu hermana y humillarme, delante de unos simples empleados.
-Para mí no lo son, los considero  mis  amigos y están conmigo, desde que quede sola, son como mi familia.
-¿Familia? Tu si no te respetas, como puedes considerar de la familia a gente, tan baja como ésta, menos mal, nuestra madre no está para escuchar tal despropósito.
-Sonia, no voy a discutir contigo, ésta es mi casa y ellos trabajan para mí, no tienes porque tratarlos con desdén, creí que habías aprendido a ser menos  soberbia, con lo que te pasó, pero veo que no es así.
¿Me vas a sacar en cara lo que estás haciendo por mí?
-No, no es así, pero si tu comportamiento no cambia, me veré en la obligación de pedirte que te vayas.
-No puedo creer esto, ahora te crees en el derecho de humillarme.
Las siguientes semanas Sonia se mantuvo al margen de todo, lo que pasaba en la casa, fingiéndose arrepentida de lo que había pasado, la verdad era, que aliándose con la cocinera, que era una mujer ambiciosa, y haciéndole ver las posibilidades, de ganar una gruesa suma, planearon envenenar a Susana y así, poder  heredar la fortuna de Sonia.
Un fin de semana, preparo Úrsula, la cocinera un postre de leche, que gustaba mucho a Susana y al que le había adicionado un veneno, que Sonia había conseguido; se dispuso a llevárselo al jardín, con tan mala suerte, que tropezó antes de llegar a la mesa y la mascota de Susana, un perrito al que llamaba Niki y al que quería mucho, corrió a comer el postre, luego de lo cual, cayó muerto, Susana desconsolada, lo llevó al veterinario y fue allí donde Sonia descubrió, que el postre tenía veneno. Úrsula al ser interrogada por la policía descubrió el plan que Sonia había maquinado y fueron arrestadas ambas, no sin antes gritarle Sonia, a su hermana, que la odiaba y que le deseaba todo el mal.   
Al pasar de los días, Susana recibió una extraña visita, era Herman, el ambicioso esposo de su hermana, le hizo saber, que le gustaba mucho y que ahora que su esposa estaba en la cárcel, quería divorciarse para cortejarla a ella.
-¿Está loco?-dijo Susana al hombre.
-Loco ¿Por qué? Acaso, no soy un hombre guapo ¿Dónde podrías conseguir un pretendiente como yo? Una mujer tan...
-¿Tan fea?-completo la frase Susana.
-No quise decir eso.
-Sí. Usted es un hombre superficial y no se fijaría en una mujer poco agraciada como yo, pero su ambición, es tal, que no dudo en venir a buscarme, para intentar hacerse con mi fortuna y desperdiciarla, como lo ha hecho con la de mi hermana pero conmigo se equivocó, usted me da  asco, a mi no va a embaucarme, nunca aceptaría tenerlo a mi lado y aunque sea guapo, usted no es más, que una sabandija, sin principios ni valores, márchese o lo hago sacar, como el perro que es, busque otra imbécil que se fije en su cara bonita, porque es lo único que usted puede ofrecer.
-Maldita, que se ha creído, además de fea, es ciega, cree que algún hombre se va a fijar en usted, mírese en un espejo, que tonta, desperdiciar la oportunidad de tenerme a su lado ja ja.
El mayordomo se acercó y a empujones, sacó a Herman de la casa, en medio de sus gritos y frases ofensivas. Algunos años más tarde, Susana conoció un joven cocinero, en uno de sus restaurantes y aunque el chico era guapo y serio, empezó a darse cuenta que era bueno y que a pesar, de ser ella mayor y aceptar, que no era  atractiva le gustaba a Miguel, poco a poco, se fueron enamorando y a fin de  aquel año se casaron, Susana, siguió administrando sus restaurantes y Miguel se  encargo de administrar uno de los restaurantes, en el centro de la ciudad, todo andaba bien, hasta que llamaron de la cárcel, para informar que Sonia, ya había cumplido su condena y que no tenía adonde ir, Sonia, después de pensarlo mucho, la visitó en la cárcel y después de verla sollozar y pedir perdón, muchas veces, aceptó llevarla a vivir en su casa, pero sólo con la condición, de que trabajara en uno de los restaurantes, precisamente, el que administraba Miguel, con el fin de tenerla vigilada, Susana, no se imaginaba el error que había cometido, al colocar a su malvada hermana, cerca de su esposo, pues; además de no haber cambiado, más que para sentir más odio y rencor, ahora era una mujer, con deseos de venganza por lo ocurrido, anteriormente.
Sonia empezó a acercarse a Miguel y usando su belleza, lo fue conquistando poco a poco, con astucia, le hizo ver, que merecía una mujer hermosa, como ella y no su fea hermana. Al principio, él quiso resistirse, pero Sonia, era insistente y aprovechándose de su cercanía permanente, en el restaurante, lo hizo caer en sus redes, usando sus besos y caricias, finalmente lo convirtió en su amante, Susana empezó a notar a Miguel, muy raro y con sagacidad, logró enterarse de lo que pasaba, desconsolada, tuvo que aceptar la situación y se dispuso a descubrirla, Sonia buscaba convencer a Miguel, para matar a Susana y conseguir entre los dos, los bienes de su hermana pensando que ésta vez si lo conseguiría.
Susana, buscó ayuda en los empleados del restaurante, que la querían mucho, por su buen trato y además por detestar a  Sonia, por su petulancia, no estaban de acuerdo con lo que estaba pasando. Escuchaban las conversaciones disimuladamente y comunicaban lo que sabían, a su patrona. Un día, que estaban en al oficina del restaurante besándose, sorpresivamente entró Susana quedando asombrados.
-¡Susana no es lo que piensas!- gritó asustada Sonia.
-Mi  amor perdóname-imploró Miguel.
-No los quiero escuchar, márchense de aquí, sólo me dan lástima, pero ahora, no me duele saber que van a sufrir; es lo que merecen.
Miguel la miro con tristeza y se retiró, Sonia se tiró a los pies de Susana, implorándole.
-Eres mi hermana, no tengo a donde ir, además soy una ex presidiaria, nadie me dará trabajo, no seas cruel.
-Lárgate si no quieres que yo misma, te saque arrastrada, acaso crees, que no sabía, que intentabas matarme de nuevo, no me obligues a informarlo a la policía, para que te arresten, no me duele lo que te pase, tu eres un ser maligno y no mereces ni vivir, vete, para que la vida se encargue de cobrarte, todo lo que hiciste y no intentes acercarte a mí, porque ya no seré tan compasiva.
Dicho esto le lanzó una fuerte bofetada a Sonia, quien cayó al suelo, por el impacto del golpe, levantándose luego, para salir pausadamente y llena de miedo, como nunca lo había sentido.