El teatro de arena
Publicado en Jan 30, 2011
El teatro de arena
¡Qué dirían sus amigos de Ramos Mejía, en la Argentina, si lo vieran en medio del desierto árabe, arriba de un camello! Ezequiel Dusenhorf, siempre había leído las novelas de T.E. Lawrence. Lo maravillaban, tanto las aventuras, como la escenografía. Ese desierto inagotable, poblado de soledades y tribus nómades: amistosas algunas, hostiles otras. El agua divina y escasa, la arena salvaje, la luna amiga de noches frescas. “Sueños de Arabia” sería el nombre de la novela, que coronaría esa aventura. Viajaba en una caravana, sin otro objetivo que la travesía misma. Para los beduinos uno de los tantos viajes comerciales. Todo marchaba bien, era como un sueño, hasta que un día despierta y estaba solo: lo habían abandonado. No le dejaron nada, apenas una cantimplora con agua. El sueño se había transformado en una pesadilla. Sabía que tenía pocas o ninguna chance de sobrevivir, caminar era inútil. Opta por el milagro: esperar una nueva caravana de beduinos comerciantes. Se cubre la cabeza con la camisa y se tapa con arena esperando la caída del sol, atento a las señales de una probable caravana. Había realizado la travesía para escribir un libro, pero lo dejaron sin papel ni bolígrafo. Quería legar un testimonio, pero no podía ser escrito. Decide entonces redactar un texto mentalmente, memorizarlo y recitarlo en sus desfallecientes y postreras noches como justificación vana, de su loca empresa. En una de esas noches, en su teatro de arena, con el público de astros brillantes y de rostros silenciosos modelados por el viento, comienza a recitar su texto. Cuando habla de luz, el escenario se ilumina, cuando la oscuridad es convocada, sólo se ven los destellos de plata, de las joyas de un auditorio, que se desgrana. Termina con un verso que invoca la aparición de una caravana salvadora, que precisamente visualiza, en el horizonte iluminado por el sol de la noche. .
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Daniel Florentino Lpez
Efectivamente
una situación extrema para un escritor
Un gusto leer tus comentarios
Un abrazo
Daniel
Richard Albacete
Laura Alejandra Garca Tavera