POLMICO REGRESO
Publicado en Apr 19, 2012
ME LLEGA EL ECO
Sí, ya lo sé y mis orejas atentas y mi hocico dispuesto al beso, para el noble y apuesto Alfa, poeta sin par, en el reino de los burros. Sí, ya lo sé y claro que lo sé mi pelaje lo presiente y me llega el eco de su ligero trote. Un loro revolotea sobre mi cabeza como advirtiendo la inminencia de su llegada. ¡Alfa, Gran Burro, ya estás en el paisaje de mis sueños! Soy Anacleta, acaso confundida por el cierre de los infratextos de una absurda polémica. Ahora paseo tranquila sobre la hierba ahora que Andresio me lo ha dicho. ¿Quién podrá comprender el latir del corazón de una burra? Sí, lo sé, y estoy aquí, suspendida en el tiempo de los textos. Me asomaba a responderte, Alfa pero el texto se fue de los sentimientos y quedé aquí a la deriva, abandonada en las puertas del silencio. Yo te espero, Alfa, ven con tus versos a poblar las praderas infinitas, ven con el heno y el sabor de los arroyos. Ven aquí, anhelo tu canto, amado mío. Anacleta.
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Enrique Dintrans Alarcn
mi corazón agradece
mis orejas han captado la música en su pensamiento.
He recorrido praderas y cerros
y las hojas del otoño retienen humedades de la tierra,
Paso trotando alegre y espontánea
y sobre los muros de las casas hay letreros invisibles
Sólo los ojos del alma que ama los puede leer.
Y yo siento en sus palabras
que usted comprende mi alegría,
por eso es que no me inquietan
las últimas palabras del Señor Hipócrates.
Si él quiere leer y opina
es su tiempo y problema.
Yo soy ya feliz por amar a Burro Alfa.
Anacleta.
Enrique Dintrans Alarcn
Cosa de muy mal gusto la de los "burros poetas", en fin
Sólo la mediocridad congénita lo explica.
Alfa y Anacleta
¡Tal para cual!
daih
Enrique Dintrans Alarcn
sea de confiar.
No os engañéis de sus pérfidas palabras.
Todas las burras son iguales, aunque el errático Sr. Dintrans
en su demencial imaginación
haya consentido en darle tribuna
a rebuzneo cacofónico y enteléquito.
¿A qué conduce tan estúpida parodia del afecto?
Pero la burra sigue disparando sus lánguidos rebuznos
y tal parece ha seducido vuestro sensible corazón.
No os engañéis. Mi talento me impide referirme por más tiempo
a estos versos tan extravagantes.
Magno Hipócrates
Enrique Dintrans Alarcn
¿No pudo contener su irrefrenable verborrea
y su estulto ego las emprende con un honesto poema
de orejas largas?
Sorpresa agradable, ya que me aburría
y ahora tengo con quien practicar el juego que me gusta.
Venerable engendro de discordia
bienvenido al ruedo.
Estoy disfrutando de su estúpida virulencia.
LIMÓN
Enrique Dintrans Alarcn
yo ĺo respondí al llamado del sentimiento.
Soy burra,
pero eso para mi no es una ofensa
sino un privilegio.
Y el Sr. Alfa, que usted conoció no hace mucho
despertó en mi esta ternura peluda.
Y ahora que los digo,
aflora el Sr, Hipócrates desde un profundo agujero.
Algo me temía...
Anacleta
Enrique Dintrans Alarcn
¿Dónde ha encontrado la raíz maldita
un propicio suelo para hincar sus pérfidas garras en la tierra?
¡He aquí señores, el engendro de acidez estrepitosa
la burla contumaz de la perfecta ignorancia y presunción!
Callad, callad de una vez, buitre de las alcantarillas
putrefacto hedor de la mediocridad que deviene en complejos no asumidos.
He aquí al gusano, pretendiendo hacer mella a mi talento.
Pálido y Maldito, por doquier,
no sois más que un canapé de estiércol
por el que las moscas suspiran.
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Con absoluta indiferencia.
Magno Hipócrates
Enrique Dintrans Alarcn
Nadie te lee ya, tus ocurrencias.
Magno, ¡regresa al lugar primero,
ahora que aún es tiempo!
Anacleta
Enrique Dintrans Alarcn
en vomitar versos y además
con ciertos aires de elegancia.
Eres BURRA, BURRA, BURRA.
con cierta vocación a la Basura.
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Magno Hipócrates.
Enrique Dintrans Alarcn
En fin... ¿se puede esperar algo diferente de una burra
con aires de poetisa?
Más de dos meses Sr. Dintrans, de silencio a mi prodigioso talento
y usted consiente en reproducir aquí este rebuzno
de dudosa estética?
Quiero que usted lo sepa Sr. que ni usted ni nadie
podrá retener mi arrolladora pluma.
Por ahora, dejo explícito mi reclamo.
Atentamente
Magno Hipócrates
• Por cierto, no vaya a pensar nadie en otorgar "estrellas" a esta verguenza de texto, que no le alcanza el mérito para un seudo meteorito o para guijarro de tercera clase.