Primera semana de ¨Cama Democrática¨
Publicado en May 27, 2013
CAMA DEMOCRÁTICA Este libro está dedicado, para aquellos que querían ser y ahora son, pero sobre todo para aquellos que todavía no son, pero quieren ser... El timbre del despertador sonó a las seis y media de la mañana. La pareja no quería levantarse. Habían llegado de madrugada a casa. Esa noche se había estrenado una obra de teatro llamada ¨Cama Democrática¨. Uno de ellos interpretaba el drama de un homosexual. En una de las escenas, luego de que su papá se enterara de ¨su no gusto por las mujeres¨ y, aunque antes de ¨la triste verdad¨ era el preferido, él tuvo que abandonar completamente a la familia por los prejuicios de sus hermanos y el odio de su progenitor hacia los homosexuales.Cuando la obra terminó, el auditorio quedó en silencio sólo por algunos segundos, hasta que la primera persona, erguida, empezó a aplaudir fuertemente. Entonces, uno por uno, los espectadores se fueron poniendo de pie para ovacionar a los actores. Los artistas debieron salir más de tres veces al escenario para recibir esa calurosa ovación. Por supuesto, la producción teatral fue todo un éxito desde la primera presentación hasta el final de la temporada. La última noche los actores recibieron una placa de reconocimiento por las doscientas representaciones, siempre repletas de público. Después de la primera actuación, como es costumbre, hubo un brindis. Esa noche, el actor no pudo festejar el éxito con su pareja, pues varios de los invitados querían charlar o sacarse una foto con él, aunque no fuera el principal protagonista de la obra. Varios medios de comunicación querían entrevistarlo por su actuación excelente, llanamente natural. Luego de algunas horas, el salón se fue vaciando lentamente. Entonces él se acercó coqueteando con dos copas de vino a su pareja. Quería disculparse por haberla abandonado durante el festejo. Finalmente el grupo de actores y sus respectivos acompañantes fueron los últimos en salir del lugar. Jorge y su compañía se dirigieron a su carro: ¨un escarabajo¨, comprado inicialmente en colores blanco y verde. Como el vehículo era confundido por un taxi, lo pintaron de rosa para que nos les hicieran más la señal de parada. Cuando sus dos hijos adoptivos vieron llegar al vehículo recién pintado enfrente de la casa, soltaron tremenda carcajada. Es que sólo a ellos se les hubiera ocurrido ponerle ese color. Esa noche no quiso arrancar ¨la pantera rosa¨, como llamaban los pequeños al ¨Volkswagen¨ . Felizmente, lo dejaron en el estacionamiento del teatro y no en la calle con el riesgo de que los ¨amigos de lo ajeno¨, se lo llevaran. Este tipo de vehículos era uno de los más solicitados en el mercado negro de repuestos usados. Luego de subirse a un taxi, la pareja de Jorge bostezó con fastidio. Todavía era viernes y solamente faltaba tres horas para levantar a los niños, preparar el desayuno y llevarlos a la escuela. - No te preocupes. En un ratito, te puedo ayudar con los niños. Antes de llevar el auto al mecánico, puedo llevarlos a la escuela. - Pero, tú también debes estar cansado después de haber puesto toda tu energía en la actuación de hoy. Deja la reparación del auto para el sábado. - Lo quiero llevar en la mañana a reparar para que el fin de semana esté listo. El sábado tenemos que dejar a Pepito en la escuela de fútbol y la Panchita tiene su clase de fotografía. - Yo creo que si ellos faltan, no pasa nada. Hasta nos podemos ahorrar el pago de las clases y con ese dinero puedes reparar el auto. - Tú prefieres que Pepito se la pase viendo la tele todo el día. - Te juro que esta vez no es eso, solamente estoy pensando en ti. En los últimos días has trabajado como mula, practicando tu obra de teatro. - ¿Sabés qué ?, Esta vez no quiero discutir sobre la educación de los niños. Hoy sólo quiero festejar contigo el éxito de la obra sobre nuestra cama, después podemos dormirnos como ¨angelitos¨... EL GUACHO Cuando fui un angelito, por supuesto, nunca me puse analizar el comportamiento del hermano menor de un amigo que en vez de ir a jugar con nosotros juegos de ¨hombrecitos¨, se la pasaba entre comiditas y muñequitas con sus hermanas. En el lapso en que jugábamos, lo que más me llamaba la atención eran sus orejas. El pobrecito siempre las traía rojas como si se las hubieran hervido, maltratadas constantemente por su papá, diciéndole enfrente de sus compañeras: Órale chamaco cabrón, vaya a jugar con los varoncitos, sólo me falta que un hijo mío se vuelva maricón. Por estos comentarios y su comportamiento afeminado, cuando se integraba a nuestro grupo le empezábamos a cantar una canción que andaba de moda: ¨Hay mariposa tienes una mirada de lo más delicada y misteriosa. Hay mariposa, tú que siempre caminas como la bailarina...¨ Supongo que por alguna de esas razones, él se enroló a las Fuerzas Armadas para que su padre estuviera orgulloso de él o, nosotros lo respetáramos y dejáramos de molestarlo. -Hijo, espero me perdones por las palizas que te daba cuando jugabas con la niñas. -No se preocupe, de eso ya no me acuerdo. -Cuéntame un poquito de la disciplina militar. -Pues nos enseñan a respetar la Constitución, las Instituciones gubernamentales, a defender la soberanía de la Nación, así como buena conducta, la cual se basa en obediencia, honor, justicia, moral, amor a la familia y la Patria. -Yo creía que ustedes se la pasaban haciendo deporte y practicando al tiro con las armas todos los días. -Definitivamente, todos los días tenemos que hacer prácticas para prepararnos en caso de un enfrentamiento en defensa de la Patria. Pero también aprendemos otras materias que van de acuerdo a la carrera que unos escoge. Yo por ejemplo, que estoy en la Escuela de Ingeniería, tengo mucha matemática y dibujo técnico. - ¡Qué ¨chingón¨ ha de ser estudiar ahí! Espero que otro de tus hermanos siga tus mismos pasos... En realidad, el único cenagoso paso del Guacho en los días cuando vestía ropa de civil y regresaba al puerto a ver a sus padres, era la visita de una discoteca con un show de homosexuales transformados en mujeres que interpretaban a las cantantes de moda. Con su seducción, tendría con varios de ellos escondidos romances militares: cuerpo entrenado, mirada de acero, cabello al rape, brillosos zapatos, relucientes de limpios y vestimenta deportiva color verde oliva pegada al cuerpo para resaltar la entranada musculatura. Naturalmente, eran desconocidas por sus padres, hermanos y hasta por nosotros, estas visitas secretas, en donde se comportaba con su pareja como un animal rebosante de rancias alucinaciones delirantes por el miedo de su absoluta depresión déspota, casi tiránica, que lo perseguía sin poder interpretar en algunas ocasiones una palabra trillada, salida del otro cuerpo desnudo, cuyos labios entreabiertos les decían ¨amor¨. Inmediatamente, estando sobre la espalda o al lado del otro, sacaba su entrega reprimida o se levantaba como el resorte de la pluma que ha perdido su tapa, saliendo disparado hacia la puerta de acceso vestido con explosivos brotes de rabia para demostrar al enamorado que él no podía pasar esa sublime frontera sin límites y sin condiciones. Posteriormente de ser el denegado en la primaria y el más castigado por su padre, llegó a ser admirado su comportamiento de ¨varón puro¨ no sólo por su progenitor, sino por toda su familia así como por todos nosotros. Por eso, jamás le volvimos a decir ¨mariposón¨. Con orgullo traía el uniforme sin ninguna arruga. Mostraba con firmeza su vocación de servir a la Patria y, con el corte de cabello también sus orejas que; quizás, crecieron por los constantes jalones, propinados por los dedos de su papá. Los adolescentes de su edad, teníamos miedo de recibir una paliza del que llegaría ser uno de los miembros con músculo de acero y mirada de águila de la Guardia Presidencial, quien en la infancia nos rompió a varios de nosotros la boca o la nariz con sus pequeños puños antes de que termináramos esa canción burlesca sobre los homosexuales, que la radio tocaba a todas horas. Su padre le había dicho que defendiera su hombría hasta la muerte. Su primera visita a un hospital fue con una pierna fracturada y con la oreja izquierda casi desprendida porque se peleó con tres chicos que le habían dicho ¨manita caída¨. Al escuchar esas palabras se lanzó furioso y arremetió contra el primero que encontró. A los pocos segundos estuvo en el suelo recibiendo patadas en todo el cuerpo como una pelota de fútbol. Solamente cruzó los brazos sobre la cara para que no se la desfiguraran porque siempre escuchaba decir a las chicas que él era ¨el guapetón¨ de la clase. Afortunadamente para nosotros, él no mostró nunca mayor interés por ellas. EL PERIODISTA Contrariamente, mi instinto sexual me empujaba a jugar con las compañeras de mi hermana para estar más cerca de ellas y así poder esperar un momento oportuno para tocarles sus pequeños hombros o sus manitas. Pero, el instante más celestial llegaba cuando lograba abrazar a algunas de ellas. Así que desconociendo mi ¨hombría¨, mi papá que se crió adoctrinado con prejuicios hacia las ¨locas¨, me prohibió visitar el taller de manualidades de las niñas, porque me decía que jugando a la comidita o confeccionando vestiditos de papel para las muñequitas, se me podría doblar la mano. En el recuerdo de una tarde de juegos infantiles, orgulloso, aparecí en la casa disfrazado de Drácula con una capa negra sobre la espalda: sábana regalada por el fotógrafo de la calle, la cual tapaba la entrada de su cuarto oscuro. Pero, lo más llamativo del disfraz fueron unas espectaculares uñas artificiales, hechas de migajón de pan, pintadas de rojo con el esmalte robado a mi hermana mayor, pegadas sobre las mías con chicle desgastado de su dulzura de tanto masticarlo. Por eso, mi madre pensó que me estaba pasando al otro bando. - Ahora resulta que me saliste ¨dulce¨ como el vecino que se viste de ¨mariquita¨. Si te viera tu papá con esas uñas, seguramente te golpearía hasta matarte, o mínimo te quemaría los dedos para que aprendas a ser ¨machito¨. - Pero mamá, solamente me he disfrazado de Drácula, hasta capa traigo. - Qué capa, ni que ochos cuartos. Más bien pareces vampira con esas garras rojas. Así que váyase a cambiar antes de que llegue su padre... El que se cambiaba dos veces de uniforme era mi papá que hacía doble turno en dos hoteles como mesero para mantener la gran labor hecha por mi madre en la casa que siempre estaba patas arriba con el desorden hecho por mis tres hermanas, dos hermanos y yo. Por falta de tiempo libre, ella desconocía que estas esculturales bellezas dientonas son por lo general lesbianas. Quizás, si hubiera visto en ese entonces una de las tantas películas vampirescas con escenas lésbicas, ella hubiera odiado también a las vampiras. Pero yo, cuando fui adolescente las adoraba como todo un Drácula al preferir ver la estética erótica de dos damas tocándose y lamiéndose de amor, que el desborde salvaje de un video sexual entre una pareja masculina. Pero, a pesar de mi gustosa tendencia, varías chicas con experiencias lésbicas me comentaron que yo tenía hormonas femeninas, pues podía tratarlas sedosamente cuando nuestro cuerpos desnudos estaban juntos, ya que el susurro de mis dedos con mis huellas cálidas encendían un fluido que salía de la línea central de donde viene la vida: manjar sabroso que de rodilla saboreaba en silencio por algunos minutos entre sus piernas abiertas, sostenidas por mis manos, hasta que ellas con su malicia coqueta en sus ojos me pedían la explosión interna de nuestros orgasmos, perdiendo con el mío millones de vidas que se quedaban en el condón y sobre mi dimensión recta que moría repentinamente durante algunos minutos hasta que volvía erecta para repetir otro vínculo con sus universos eróticos... Copyright © 2013. Carlos Campos Serna
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daih
espero ansiosa los otros capítulos. Y si no fuera molestia para ti te agradecería que me avisaras por privado cuando subas el otro, a veces me desaparezco algunos dias y los textos se pierden.
Muchos saludos y reitero mis felicitaciones
Carlos Campos Serna
Naturalmente, te enviaré un mensaje para que sigas los pasos de esta novela que subiré cada fin de semana con el fin de no saturar la página con mis textos...
daih
Carlos Campos Serna
daih
Entonces aunque ya no des razón a tu dolor de espaldas, debo decir que me parece genial que ocupes acá como muestrario y luego a editarlo. Como arquitecto debes saber que las obras artísticas necesitan de difusión, de alguna manera necesitan darse a conocer ese es otro dolor de espaldas.
Carlos Campos Serna