Un viaje inolvidable
        Después de la muerte de mi madre, ocurrió algo hermoso, que me dejo sorprendido y de lo que no me olvidaré nunca. Además esa noche me reencontré con uno de mis seres más queridos.
        Una noche calurosa de verano, mientras estaba en mi habitación tratando de dormir. Observé que un ser hermoso con alas de color blanco nacarado, que me miraba con una sonrisa y me guiñaba el ojo, atravesó la tela de la cortina de la ventana pero quien era este ser tan bello. Me pregunte al ver como ese ser tan curioso atravesaba la cortina de la ventana de mi habitación, cuando una voz angelical de mujer que reconocí de inmediato me dijo
-          Hola hijo. He venido desde la tierra de los ángeles a visitarte y a llevarte a que conozcas el precioso lugar en donde vivo ahora. ¿quieres acompañarme a un verdadero paraíso que te encantará?
-          Que, no puede ser, mamá, no puedo creer lo que estoy viendo.  Respondí con lágrimas en los ojos y una gran alegría por ver a mi madre después de su trágica muerte
-          Sí, soy yo mi amor, aunque te padezca increíble. Me acompañas al hermoso lugar, en donde viven los ángeles, pregunto el ángel de mi madre mirándome a los ojos con un contagioso gesto de alegría
-          Sí, me encantaría conocer donde vivís, pero como vamos, si no estoy muerto, pregunte dudando.
-          De eso no te preocupes, agárrate firmemente de las alas. juntos viajaremos al gran paraíso, luego de esto me levante de la cama y mi madre bajo a la altura de mis brazos. me sujete firmemente a sus preciosas alas, las cuales aleteaban incesantemente por la fuerte alegría que sintió ella al verme.
Unos momentos más tarde ya estábamos sobrevolando la ciudad y acercándonos cada vez más a unas altísimas nubes que eran la entrada  a  un hermoso lugar. Repleto de altas palmeras, y vegetales de colores bellísimos, pero donde estábamos, esa pregunta surco mi mente, y mi madre como leyéndole el pensamiento me dijo
-          Hemos llegado a angeland, aquí viven todos los que han fallecido y sus almas se han convertido en ángeles.
-          Es un verdadero paraíso, debe ser muy lindo vivir aquí. Respondí mientras me bajaba de las alas de mi madre y ponía mis pies en el suelo de aquel lugar, cuya belleza me asombraba.
-          Si, hijo es cierto, vivir aquí es más lindo que cualquier otra cosa, quieres conocer  donde vive dios, es un lugar aun más lindo que este.
-          Me encantaría, ¿podemos ir ahora? Respondí sin poder dejar de mirar a esos bellísimos seres voladores que se me acercaban aleteando, cuyas alas despedían una riquísima fragancia a lavanda y a otras hierbas aromáticas.
-          Si claro, pero el viaje será largo prepárate. Respondió el ángel elevándose en el aire con intenciones de salir hacía aquel lugar.
-          Estoy cansado mejor, vamos otro día, me gustaría que me lleves de nuevo a mi habitación en el mundo de los vivos, le dije con ganas de regresar a mi hogar, sin poder creer haber viajado a un lugar tan hermoso, y único en el mundo.
-          no, mi amor te quedarás aquí. No podré separarme de ti, Sos lo único que me queda en el mundo, me dijo mi madre mirándome a los ojos, 
-          no. Pero debo volver. Este lugar es solo para ángeles, y yo soy una persona viva. No me aceptaran aquí por no ser como ellos. Le respondí decidido a que debía volver a la tierra, abandonando ese lugar tan lindo.
 Tratando de convencerme  de quedarme a vivir en ese lugar tan hermoso,  del cual me había enamorado con solo verlo,  me dijo
-          por eso no te preocupes los ángeles son seres muy agradables y gentiles, te van a aceptar y te van a querer como a cualquier otro.
         Luego de la larga conversación que tuve con mi madre. Pensé si realmente sería una buena idea la de quedarme a vivir allí. Sin poder dejar de mirar ese paisaje tan bello, decidí quedarme a vivir ahí con mi madre. A quien extrañaba muchísimo ya que si volvía no iba a volver a verla, y no iba a poder soportar eso. Por esto unos minutos más tarde le asentí  a mi madre con la cabeza, y juntos nos dirigimos a un bellísimo castillo, en donde los ángeles iban a hacerme una gran fiesta de bienvenida.
         Y esa noche pensé que no hay que tenerle miedo a la muerte. Ya que al final termina siendo más linda que la vida. Además me di cuenta que hay que creer en los ángeles que son seres muy agradables y bondadosos. Luego me dedique a disfrutar de la fiesta que esos increíbles y bellos seres me habían preparado. Aun sin poder creer haber emprendido ese viaje inolvidable que hizo que me reencontrara con mi madre y conociera a mis nuevos amigos.