Tomchic: la voluntad de un pueblo
Publicado en Jun 02, 2013
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«TOMÓCHIC: LA VOLUNTAD DE UN PUEBLO»
 
OBRA EN UN ACTO ESCRITA POR HUMBERTO ROBLES
 
PREMIO EN EL CONCURSO NACIONAL DE TEATRO HISTÓRICO, 1992
 
PERSONAJES:
 
MUJER I
MUJER II
MUJER III
MUJER IV
MUJER V
MUJER VI
MUJER VII
MUJER VIII
MUJER IX
MUJER X
CLARA CALDERÓN
TERESA URREA
 
Esta obra fue estrenada durante el centenario de la rebelión de Tomóchic, bajo la dirección de Felipe Nájera, 1992.
Posteriormente esta obra volvió a montarse en Chihuahua, bajo la dirección de Fernando Chávez Amaya.
También fue montada en Monclova, Coahuila y en Texas, dirigida por José Luis Luna.
De 2008 a 2010 fue dirigida en Chihuahua por Luis Heraclio Sierra con alumnos de IBART.
La imagen pertenece al montaje de Felipe Nájera
 
LA HISTORIA
 
El pueblo de Tomóchic se encuentra enclavado en la sierra de Chihuahua, y la rebelión y posterior masacre se llevó a cabo en 1892, durante y por órdenes del gobierno del general Porfirio Díaz.
 
La importancia y relevancia de los sucesos ocurridos en Tomóchic, radican en ser una de las primeras manifestaciones masivas y populares en contra del régimen de Díaz. Después de Tomóchic, a principios del siglo XX, Río Blanco y Cananea (por citar algunos ejemplos), se lanzaron a la huelga, desafiando una vez más al gobierno, culminando todo esto en la revolución de 1910 y caída de Díaz.
 
El historiador Jesús Vargas opina: "Desde una perspectiva histórica regional, se puede considerar la causa de los tomochitecos como el germen social de una revolución, o bien, como la revolución adelantada en Chihuahua, esto porque a partir de 1892 se encadenaron una serie de levantamientos y rebeliones que tuvieron su origen e inspiración en la gesta heroica del pueblo de Tomóchic".
 
Según Plácido Chávez Calderón: "los móviles verdaderos y fundamentales que provocaron los acontecimientos de Tomóchic fueron (...) I.- El cateo en casa de Jorge Ortiz. II.- El cargo injustificado de haber querido los tomochitecos atacar la conducta que don Joaquín Chávez custodiaba. III.- La amenaza de Joaquín Chávez de mandarlos al servicio del ejército. IV.- Los informes falsos del presidente seccional y del Capitán Joaquín Chávez a la jefatura de Ciudad Guerrero y el Gobierno del Estado." ("La Defensa de Tomóchic". Editorial Jus, 1964)
 
El descontento popular creció en contra de los caciques y de las medidas que en contra de los tomochitecos iban a tomarse. Fue así como dio su fallo "la justicia porfirista". De 200 habitantes de Tomóchic, 160 fueron asesinados. Los sobrevivientes fueron mujeres y niños. Ni la demostración justificada de la defensa armada, ni la bendición de la Santa de Cabora, guía espiritual del pueblo, impidieron el crimen. Queden pues los sucesos de Tomóchic en nuestra historia, como el heroísmo y la voluntad de un pueblo.  
 

LA ESCENIFICACIÓN
 
La historia transcurre poco tiempo después de la rebelión de Tomóchic, en 1892. Las mujeres sobrevivientes de la tragedia se reúnen para la escenificación, interpretación y denuncia de los acontecimientos por eso, en muchos casos, las mujeres representan los papeles masculinos, pero sin ser esto, de ninguna manera, una caricatura o una imitación.
 
Todas vestirán de negro o morado, algunas con rebozos oscuros. Solamente las MUJERES VII, VIII, IX y X, durante la ESCENA 6, vestirán de blanco. La Santa de Cabora, TERESA URREA, aparece como está indicado en el libreto.
 
Los elementos principales escenográficos son once sillas negras de madera, una gran cruz de madera, una litera donde transportan a la SANTA DE CABORA, en la parte superior izquierda se muestra un retrato del general Porfirio Díaz, cubierto con una gasa blanca, en la parte superior derecha se muestra una pintura de "La Inmaculada Concepción", patrona de los tomochitecos, y como utilería, cananas, rifles, veladoras, sábanas blancas, veladoras y el resto que se indica en el libreto.
  
La primera canción "Santa Teresita Urrea" lleva como único ritmo el bastón de la MUJER I. Para la canción que interpreta TERESA URREA "Male Paulita", puede usarse música grabada, al igual que las campanas, los tambores y los disparos. La primera canción es una adaptación de un canto minero español. La segunda, es una canción conocida en la Huasteca.
 
 
 

« TOMÓCHIC: LA VOLUNTAD DE UN PUEBLO »
 
OBRA EN UN ACTO
 
ESCENA 1. LA DENUNCIA
 
Silencio. En el escenario hay diez sillas negras. Las MUJERES comienzan a llegar al escenario, poco a poco y desde distintos puntos. Algunas salen desde el público y van a sentarse. Cuando todas se han sentado, permanecen en silencio, algunas con rosarios en las manos.
 
MUJER I: Mi nombre es Trinidad Tello. Mi esposo y mis dos hermanos de apenas 16 y 19 años murieron en Tomóchic.
 
MUJER II: Recuerdo, recordemos...
 
MUJER III: Mi esposo y mi hijo mayor murieron el 22 de octubre. Mi padre pudo salvarse porque ya estaba herido y se quedó cerca de la cueva...
 
MUJER IV: Asesinaron a todos los hombres. A todos. En Tomóchic no queda nada, apenas el nombre... Tomóchic...
 
MUJER I: Corría el año de 1892...
 
MUJER V: Cuando salimos del templo, todavía las tropas federales seguían disparándonos... Vi el cuerpo de mi hijo Lauro, muerto, en un charco de sangre. Se defendía con puras piedras, se los juro... piedras nomás...
 
MUJER VI: Hasta que se nos haga justicia, señores...
 
MUJER VII: Me llamo Magdalena Rodríguez. 22 años. Viuda. Originaria de Tomóchic, Chihuahua. Yo vi cuando las tropas del General Rangel mataron a todos los presos de Tomóchic, en el hospital. A todos los heridos... Yo lo vi. Se los juro por ésta...
 
MUJER VIII: Para que no se nos olvide. Para que no se le olvide a nadie. Debemos recordar.
 
MUJER IX: Manuel y Cruz Chávez pelearon hasta lo último. Ellos defendieron nuestro pueblo, con el Gran Poder de Dios...
 
Todas comienzan a hablar ad libitum recordando los hechos ocurridos en Tomóchic, en 1892. Clara se levanta.
 
CLARA: ¡Señores, vengo a denunciar un crimen: la masacre del pueblo de Tomóchic! ¡Exigimos justicia! ¡Venimos a denunciar este asesinato! (Al Publico) Nosotras somos las madres, las viudas, las presas de la rebelión de Tomóchic. Somos los únicos testigos, las sobrevivientes de la masacre. De 200 habitantes, el Gobierno ha exterminado a 160. El resto somos nosotras, mujeres y niños, viudas y huérfanos. Todos callan, nadie alza su voz para exigir justicia. Hablan de bandidos, de rebeldes, de fanáticos, hablan de Santos y milagros. Por eso nos hemos reunido nosotras, para contar la verdadera historia de Tomóchic. Debemos recordar... recordemos... Hasta que se nos haga justicia. Es nuestra historia. La historia de un pueblo: la rebelión y masacre del pueblo de Tomóchic. ¡Venimos a denunciar un crimen, este asesinato! ¡Exigimos justicia, señores! ¡Justicia!
 
Oscuro.
 
ESCENA 2. LAS MUJERES EN EL RÍO
 
Todas las MUJERES (menos CLARA) van al proscenio, hacen un medio círculo y lavan la ropa en el arroyo. Traen sábanas blancas que lavan. Platican animada y cotidianamente entre ellas. Aparece la MUJER II con ropa para lavar. Se sienta entre las demás y hace su labor.
 
MUJER II: Buenas...
 
ALGUNAS: Buenas...
 
MUJER I: Ay, comadre, dispense, la estuve esperando en el puente y como no venía, y ya se me hacía tarde, me adelanté...
 
MUJER II: No se fije, comadre. Es que apenas hoy es el primer día que va mi esposo a los minerales del Distrito de Rayón y por eso me dilaté. Dispénseme usted...
 
MUJER III: ¿A poco también don José Domingo va al Distrito de Rayón, oiga?
 
MUJER: Ey...
 
MUJER III: Pues la mera verdad, yo no entiendo por qué no trabajan mejor en los minerales de acá.
 
MUJER IV: Ay, pos porque allá pagan mejor, doña Lupe. Y más vale. Lo que es más que la verdad, los caciques de aquí son peor que el diablo... Nos tratan como si fuéramos sus esclavos... ¿A poco no?
 
MUJER V: Y ya estuvo suave. (A la MUJER III) Yo creía, doña Lupe, que su señor también iba a Rayón...
 
MUJER III: Ni lo mande Dios. Genaro trabaja para don Reyes Domínguez. Pa' qué andarse exponiendo, digo yo...
 
MUJER II: ¡Válgame! Si don Reyes es el peor de todos... Le dicen "el Rey", figúrese usted nomás... Y de veras se cree el rey de acá...
 
MUJER III: Pus Genaro trabaja además para el presidente de sección... Mi marido trabaja para el Gobierno... Ya quisieran...
 
MUJER V: ¡Virgen Santa! Salió peor. No le digo que hasta el presidente de sección depende de los caciques... Pa' que nos hacemos si ya sabemos que los caciques y los del Gobierno son la misma cosa...
 
MUJER IV: La piel de Judas... También ellos se venden por unas cuantas monedas.
 
MUJER I (A MUJER III): Yo que usted, doña Lupe, le decía a don Genaro que se fuera a trabajar a Rayón... Ya verá luego, luego cómo le va mejor...
 
MUJER III: ¡Qué va! Nomás faltaba. Mejor que se quede trabajando en el Gobierno... Quién quite y después nos podamos ir a vivir a Ciudad Guerrero... O a Chihuahua... Dios quiera...
 
MUJER VI: Doña Lupita tiene razón. (Confidencial) Ayer oí a unos que trabajan con don Reyes y otros del Gobierno, que van a acusar a todos los que van al Distrito de Rayón de ser unos vagos y unos bandidos...
 
MUJER I: ¡Adió! Pero esas son mentiras...
 
MUJER VI: ‘Pérate, déjame terminar... Además, que ya le fueron a avisar al jefe político de Ciudad Guerrero que castiguen a esos rebeldes... Si la cosa está fea...
 
MUJER II: Ni son bandidos, ni son rebeldes ni qué nada. Son nuestros esposos, nuestros hijos. Eso no es verdad.
 
MUJER III: Pues si el río suena, es que agua lleva...
 
MUJER I: Ay, cómo será usted. Cómo va a andar creyendo esas injurias.
 
MUJER IV: Esos son falsos testimonios, calumnias.
 
MUJER VI: Llámale como quieras, pero si eso andan diciendo y ya le fueron con el cuento al jefe político, van a haber problemas con el Gobierno... De mí se acuerda.
 
MUJER III: Claro, la cosa no la van a dejar así nomás. Por eso, más vale estar bien con los caciques y con el gobierno.
 
MUJER I (Convencida): Pero válgame, si son puras injurias. Están acusándolos porque los caciques como Reyes Domínguez no quieren que se vayan a trabajar a otros minerales. Sólo a los suyos. A ver, entonces, que paguen los mismos sueldos... Como dice aquí Salomé, nomás nos quieren de sus esclavos. Por eso andan con esos cuentos.
 
MUJER IV: Eso, puros cuentos. Y eso se llama pecado.
 
MUJER VI: Será misa, oiga, pero por culpa de esos que se van a Rayón, ora quieren llevarse a todos los hombres a la leva...
 
MUJER III: ¿Y eso qué es, oiga?
 
MUJER VI: Pues la leva... La leva es la leva.
 
MUJER V: Que vienen los federales, se llevan a los hombres a la fuerza y los meten al servicio del ejército.
 
MUJER II: Ah, no, sólo falta que nos dejemos... Primero, escondemos a nuestros hombres, a nuestros muchachos, qué caray. Eso no es justo.
 
MUJER IV: ¿Qué sería de nosotras y de nuestros hijos, solos?
 
MUJER III: Ya ven, por vagos y revoltosos, se los van a llevar los federales. Yo por eso siempre digo que es mejor estar con los del gobierno y punto.
 
MUJER VI: La mera verdad es hasta para mortificarse.
 
La MUJER III termina de lavar la ropa. Se levanta y se dispone a marcharse.
 
MUJER III (A MUJER VI): ¿Nos vamos yendo de una vez...?
 
La MUJER VI titubea. Mira a las otras, tímida. La MUJER II se levanta frente a la MUJER III.
 
MUJER II: ¿Se va tan pronto, doña Lupe?
 
MUJER III: Sí... es que dejé a los niños solos.
 
MUJER II: Pero dígame la verdad, ¿usted no cree nada de esos cuentos?
 
MUJER III: Ay... dispénseme... Yo...
 
MUJER II: Usted está de nuestra parte, ¿no?
 
MUJER III: Mire, yo ya se lo dije, yo no quiero problemas y mucho menos con el gobierno.
 
La MUJER III inicia la salida. En eso, se topa con CLARA que viene corriendo, muy agitada.
 
CLARA: ¡¡Gregoria...!! ¡¡Gregoria!! ¡Tu casa!
 
MUJER IV: ¡¿Qué pasa, Clara?!
 
CLARA: Valentín me dijo que viene de por tu casa... y que una escolta... Una escolta acaba de catear tu casa... Está llena de federales...
 
MUJER IV: ¡¿Y mis hijos?! ¡Mis hijos, Clara!
 
CLARA: Vamos... Ora le explico...
 
CLARA y la MUJER IV salen corriendo. Las OTRAS se miran rápidamente entre si y salen apresuradas. Solo queda una de las mujeres, la MUJER I, que se echa en la cara agua de una batea de madera.
 
MUJER I: Así empezó todo... Y ese era apenas el principio...
 
Sale.
 
ESCENA 3. LA REUNIÓN
 
El escenario vacío. CLARA entra.
 
CLARA: Esa misma noche, todos los hombres se reunieron en casa de Cruz Chávez, un hombre querido y respetado por todos los habitantes de Tomóchic, que en varias ocasiones se había enfrentado a los caciques como Reyes Domínguez. Fueron todos. Todos. Ahora yo soy el único testigo de aquella noche. Todos los demás están muertos.
 
Entran todas las MUJERES. Ahora representan los papeles masculinos, pero sin ser esto una caricatura o una imitación. Discuten ad libitum. Algunas se sientan en las sillas, otras traen cananas o rebozos que las imitan, y alguien más trae un rifle. CLARA queda en el centro.
 
CLARA: ¡Orden, señores, orden por favor!
 
VOZ: Shhh... ¡Silencio!
 
VOZ: Ya, va a hablar Cruz Chávez...
 
Las voces callan.
 
CLARA: Veamos, señores. Ya sé que han pasado muchas cosas, pero vámonos en orden. Ya me contó Manuel que catearon la casa de Jorge Ortiz, aquí presente...
 
MUJER IV: Así es. Todo estaba patas pa' arriba...
 
CLARA: ¿Qué buscaban?
 
MUJER VI: Sabe... Pero los federales se estuvieron largo rato...
 
MUJER I: Pero eso no es lo peor, Cruz... Sabemos que Joaquín Chávez y don Reyes Domínguez han ido a Ciudad Guerrero a levantar cargos injustos en contra de todos los que vamos a trabajar al Distrito de Rayón...
 
MUJER II: Han ido a denunciarnos. Que dicen que somos unos "vagos perniciosos", viles bandidos...
 
MUJER IV: Hasta levantaron un acta.
 
MUJER II: Y nos acusan de ser unos rebeldes, opuestos al gobierno.
 
MUJER V: Para apoyar sus acusaciones, Joaquín Chávez dijo que una partida de bandidos había querido asaltar la conducta que él lleva de Pinos Altos a Chihuahua...
 
MUJER IV: Y nos echa la culpa a nosotros.
 
MUJER I: Lo peor es que todos estos cargos ya los fueron a levantar con el jefe político de Guerrero.
 
MUJER III: José Domingo dice que el presidente de sección de Tomóchic ya le envió un informe y la denuncia al Gobernador de Chihuahua...
 
MUJER IV: Y la injuria corre como pólvora. Puras calumnias.
 
MUJER II: Francamente, todos estamos bien preocupados.
 
MUJER III: Figúrense si don Reyes cumple su amenaza de mandarnos a la leva... Es capaz...
 
MUJER VI: Claro, va a utilizarlo como castigo por no ir a trabajar con los caciques como él.
 
MUJER I: Lo mismo ha pasado en otros pueblos de la sierra. Llegan los federales y se llevan a los hombres a fuerzas... Y eso es injusto. Nosotros no hemos hecho nada ilegal.
 
MUJER IV: Como decía el padre, antes de fugarse con la muchacha esa: todo falso testimonio es pecado.
 
MUJER V: ¿Cómo la ves, Cruz?
 
CLARA: Si ya enviaron informes y una denuncia formal, yo creo que el gobierno no tardará en tomar medidas en contra nuestra.
 
MUJER II: Pero son ellos, ellos meros, los del gobierno y los caciques los culpables.
 
MUJER I: Por eso hemos venido con ustedes, Cruz, a usted y a don Manuel sí los respetan esos desalmados. A lo mejor, si ustedes hablaran con ellos levantarían los cargos.
 
CLARA: Tenemos que pensar en algo rápido. Ya saben que el gobierno nomás conoce la justicia de las armas. Ya sabemos de lo que son capaces. Mientras ellos piensan qué hacernos, nosotros vamos a tener que estar listos para defendernos... Ya sea hablar con los caciques... O prevenirnos con las armas. Más vale estar listos a que nos tomen por sorpresa.
 
MUJER III: Entonces, ¿qué esperamos, oiga? ¡Vamos por nuestras armas!
 
Voces y murmullos.
 
CLARA: ¡Orden, señores!
 
CLARA se sube a una de las sillas.
 
CLARA: Ya es más que peligroso para todo el pueblo los cargos injustos que se nos han hecho. El gobierno estará tomando medidas para castigarnos. Así que debemos estar alertas. Vayan a sus casas y tengan a la mano sus armas. Pero recuerden que sólo son para defendernos. Nosotros no seremos los primeros en disparar. No debemos exponernos a ser acusados de insurrectos... Ahí sí nos envían a todo el regimiento. ¿Está claro?
 
Asentimientos generales.
 
CLARA: Pero si los federales atacan Tomóchic... ¡lo defenderemos hasta lo último!
 
Muestras de apoyo y entusiasmo.
 
CLARA: Tengan en cuenta que tenemos pocas armas. Estén alerta. Infórmenle a los demás del pueblo. No respondan ninguna provocación y vigilen cualquier movimiento sospechoso. ¡Dios que todo lo ve, nos protegerá!
 
TODAS van saliendo. Acomodan las sillas para la escena siguiente. La única que no sale es la MUJER I.
 
ESCENA 4. TESTIMONIOS 1
 
Las sillas se han dispuesto como si fueran las bancas de la iglesia. La MUJER I está rezando un rosario. Luego gira hacia el público, de frente.
 
MUJER I: ... Amén... (Se persigna) Nosotras estábamos bien mortificadas... Nadie se imaginaba lo que iba a pasar... Por si las dudas, esa noche, don Cruz y don Manuel fueron nombrados nuestros capitanes... Llegó mi esposo a la casa, agarró su Winchester y lo acabaló como con 20 cartuchos... Me dijo: "Trini, la cosa se está poniendo bien fea... A'í te encargas de los hijos y de la mamá. Y reza, Trini, reza mucho..." me dijo... Pero a mí se me hace que ya era demasiado tarde...
 
La MUJER I sale. Entra la MUJER IV, enrebozada, cargando un rifle.
 
MUJER IV: Yo estaba en la casa de mis hermanos que decían pues que pa' qué iban al Distrito de Rayón, que mejor se quedaban acá pa' no tener líos con los federales... Y en eso que llega mi papá, todo serio, y que llama a mis hermanos y que dice, así, pálido, como si hubiera visto un muerto... Que llega y les dice: "Ya están aquí". "¡Pos quiénes?", le preguntaron. "Pos las tropas federales, ¿quién más?"- dijo bien enojado mi papá. Que allá por el monte, cerquita del cerro de la Cruz, vieron a un grupo de federales y de paisanos bien armados, vigilando el pueblo... Y todos nos santiguamos. Mi papá, que tenía dos rifles, se los dio a mis hermanos... Dijo que ya era hora de defendernos, como bien decía Cruz Chávez...
 
Sale la MUJER IV. Entra la MUJER V con un rebozo simulando cargar un niño.
 
MUJER VI: Llegó Esteban de la casa de Cruz Chávez y nos dice que, viniendo pa' la casa, había visto al 11º Batallón en el monte. Nomás dijo eso; agarró su rifle y vio que no tenía ni una méndiga munición... Así les pasó a muchos... Entonces, buscamos con qué armarnos... Un pico, una guadaña... Hubo hasta quien agarró piedras y troncos pa' defenderse... En eso, llegó mi cuñado para avisarnos que los federales ya venían bajando el monte hacia el pueblo, en posición de tiro... Por eso nos fuimos y nos reunimos todos en la iglesia...
 
ESCENA 5. EN EL TEMPLO
 
CLARA entra y le quita la gasa al retrato de Porfirio Díaz. Entran todas las MUJERES. Dos de ellas traen una gran cruz de madera que colocan de pie en el escenario. Simulan la iglesia. Las MUJERES traen cananas, rifles y rebozos. Algunas traen lámparas de petróleo. TODAS se sientan en las sillas y comienzan a rezar el "padre nuestro". Se escuchan los redobles de varios tambores. Al terminar el rezo, todas las MUJERES toman posiciones de defensa. Algunas miran y apuntan a través de las "ventanas" otras cargan los rifles. La MUJER I constantemente murmurando. Tensión.
 
MUJER V: Hay que tener calma...
 
MUJER II: Parece que ahí vienen, acercándose...
 
MUJER III: ¿Ves algo? ¿Cuántos son?
 
MUJER V: ¡Sabe! Casi no se ve nada... José Domingo está seguro que es un batallón completo...
 
MUJER IV: ¡Ya bajaron el cerro de la Cruz y están pasando el arroyo Colorado!
 
MUJER VI (En la ventana): ¡Cruz, allá hay unos federales que se acercan!
 
TODAS se ponen en guardia.
 
CLARA: ¡Espérense, no disparen!
 
TODAS observan. Tensión.
 
MUJER II: ¡Miren, vienen bajando en línea de tiradores!
 
CLARA: ¡Sí, pero no disparen! ¡A lo mejor mandan algún mensajero!
 
MUJER V: ¡Allá! ¡En esos árboles, Cruz! ¡Ahí vienen!
 
MUJER III: Don Cruz, hay muy poco parque...
 
MUJER IV: Cruz, ¿por qué no va y habla con ellos? Si empieza la balacera, nos matan a todos...
 
CLARA: Estense aquí... Voy a hablar con ellos... Pero nadie dispare...
 
MUJER V: ¡Ahí se acercan!
 
MUJER VI: ¡Es un batallón completo!
 
MUJER IV: ¡Cruz, no salgas!
 
Desde afuera, los federales disparan contra el templo.
 
MUJER VI: ¡¡Disparen!!
 
Gran tiroteo. Algunas MUJERES caen heridas.
 
VOCES (ad libitum): ¡Fuego!
¡Se acercan unos por la cerca!
¡Son más que nosotros!
¡Don Cruz, venga, hirieron a Epigmenio!
¡Disparen! ¡Fuego!
¡Ya casi no hay municiones, Manuel!
¡Mataron a Estanislao, don Cruz!
¡Ora sí nos llevó la...!
¡Ahí vienen!
¡Cuidado!
¡Ahí vienen bajando más del monte!
¡Se acaban las municiones!
¡Huyamos!
¡Don Cruz, don Manuel, su hermano está herido!
¡Vámonos! ¡Retirada!
¡Saquen a los heridos!
¡Alguien saque a los heridos!
 
CLARA habla en medio del tiroteo y de las voces.
 
CLARA: ¡Retirada, retirada! ¡Vámonos! ¡Al cerro de Medrano! ¡Todos! ¡Vámonos!
 
Afuera continúan los disparos. Las MUJERES van saliendo, sacando a los heridos.
 
VOCES (ad libitum): ¡Retirada! ¡Vámonos!
¡Saquen a los heridos!
¡Todos pa’l cerro de Medrano!
¡Vámonos! ¡Retirada!
 
Sacan las sillas y la cruz. Siguen los disparos. Termina de escucharse el redoble de tambor.
 
ESCENA 6. LA PROCESIÓN
 
El escenario se ilumina lentamente con luz ámbar, dorada. Después, paulatinamente, entran las MUJERES. Algunas de pie, otras arrastrándose, cansadas, heridas, delirando, fatigadas. La MUJER IV carga a cuestas la cruz de madera. Comienza la peregrinación. TODAS marchan en fila india. La MUJER I encabeza la fila, llevando el ritmo de la canción con un bastón de madera.
 
MUJER I:     "Santa Teresita Urrea
Trai lara lara lai lara (bis)
 
TODAS:       En la hacienda de Cabora
                      mirá, madre cómo vengo,
mirá, madre como vengo yo. (bis)
 
MUJER I:    En el pueblo de Tomóchic
Trai lara lara lai lara (bis)
 
TODAS:       Han matado a nuestra gente
mirá, madre cómo vengo,
mirá, madre cómo vengo yo. (bis)
 
MUJER I:    Ya no quiero federales
Trai lara lara lai lara (bis)
 
TODAS:       Ni caciques ni traidores
mirá, madre cómo vengo,
mirá, madre cómo vengo yo. (bis)
 
MUJER I:    Santa Teresita Urrea
Trai lara lara lai lara
 
TODAS:       Santa Teresita Urrea
Trai lara lara lai lara..."
 
TODAS las mujeres siguen arrastrándose con dificultad, a través del desierto, bajo un sol calcinante, sobre las dunas, hacia la hacienda de Cabora, Sonora. Al hablar, lo hacen sin pausas entre frase y frase, como si fuera una sola la que hablara:
 
MUJER II: Salimos del templo...
 
MUJER V: ... hacia el cerro de Medrano...
 
MUJER IV: ... derrotados y malheridos...
 
MUJER III: ... para emprender la marcha...
 
MUJER II: ... hacia el pueblo de Tutuaca...
 
MUJER I: ... donde nos contaron la historia...
 
CLARA: ... de la Santa de Cabora...
 
MUJER V: ... Teresa Urrea...
 
MUJER III: ... la niña milagrosa...
 
MUJER IV: ... en la hacienda de Cabora...
 
MUJER II: ... Santa Teresita Urrea...
 
MUJER III: ... en las tierras de Sonora...
 
MUJER VI: ... y fuimos a pedirle consejo...
 
CLARA: ... porque ella ha resucitado muertos...
 
MUJER I: ... le ha devuelto la salud a los enfermos...
 
MUJER II: ... milagro tras milagro...
 
MUJER III: ... Y su modesta aldea...
 
MUJER IV: ... Se ha convertido en el santuario...
 
MUJER V: ... de Teresa Urrea...
 
MUJER VI: ... de la Santa milagrosa...
 
MUJER I: ... y fuimos ante la Santa de Cabora...
 
CLARA: ... para pedirle consejo y ayuda...
 
Silencio.
 
ESCENA 7. LA SANTA DE CABORA
 
Las MUJERES detienen su peregrinar. El escenario se oscurece. De entre sus ropas, las MUJERES sacan veladoras y las encienden. Penumbras. De pronto, entre el humo y una luz azul, aparecen otras cuatro MUJERES vestidas completamente de blanco, trayendo sobre sus hombros una litera de madera donde viene de pie TERESA URREA, de 18 años. Porta un vestido azul desteñido, deslavado, pálido. Lleva una corona de espinas en la cabeza y sangre en sus muñecas. Todo el vestido esta lleno de "milagritos" de latón y estampas de múltiples santos. Esta es la interpretación que hacen las MUJERES de la SANTA DE CABORA. Al verla, las PEREGRINAS permanecen de rodillas, persignándose, deslumbradas ante tal aparición. La SANTA permanece en lo alto. La voz, mirada y actitudes de teresa son las de un ser iluminado, como si estuviera en trance permanente. Durante la canción, las MUJERES seguirán en el suelo, impresionadas. Desde lo alto, TERESA canta:
 
TERESA:   "Con el velo de María
Seamos cubiertos
Ni heridos, ni muertos
Ni presos, ni cautivos
Ni de nuestros enemigos
Vencidos - el poder
Que Dios nos manda.
TERESA:   Y la fuerza de la fe
La pureza de María Santísima
Y la castidad de mi padre José
Y la castidad de mi padre José..."
 
Al terminar la canción, todas las MUJERES se persignan. Las cuatro MUJERES que traen a TERESA, la bajan al suelo. TERESA permanece en trance, iluminada.
 
MUJER II: Alabado sea el Cielo...
 
MUJER IV: Virgen venerada y pura...
 
MUJER I: Teresa bendita, venimos a pedirle ayuda...
 
MUJER V: Vinimos a pedirle consejo, niña milagrosa.
 
TERESA: Veo sangre y fuego. ¡Sangre y fuego en la sierra de Chihuahua! Las llamas todopoderosas de la justicia... Veo muertos y heridos sobre la tierra de Dios...
 
Las MUJERES VII, VIII, IX y X, de blanco, permanecen alrededor de TERESA. Hablan al público.
 
MUJER VII: La Santa de Cabora adivina las penas de aquellos que acuden en busca de auxilio.
 
TERESA: ¡Sangre y fuego en el pueblo de Tomóchic!
 
MUJER VIII: Teresita Urrea cura heridos con aceite y tierra de Cabora... Resucita muertos y alimenta a los pobres...
 
TERESA: Santa Bárbara, San José, San Apolinar: se acercan los días del hierro y la pólvora. Estas tierras verán la llegada de los profetas, de la luz redentora, del viento libertario y arderá la insurrección.
 
MUJER VII, VIII, IX Y X: ¡Hágase tu voluntad!
 
MUJER IX: Pero las cosas han cambiado: la niña milagrosa ha dejado de adivinar los motivos por los cuales vienen los peregrinos... Desde hace un tiempo, la Santa se ha iluminado con el Gran Poder de Dios y dice que nuestras penas se las debemos al mal gobierno...
 
TERESA: El gobierno nos ha despojado, nos ha mancillado, nos ha oprimido, nos ha asesinado... Acérquense, peregrinos, acérquense...
 
Las MUJERES se acercan, con las veladoras en las manos.
 
CLARA: Nuestro pueblo.
 
MUJER V: Santa Teresita, estamos en peligro.
 
MUJER III: Tomóchic, niña, Tomóchic se desangra...
 
MUJER X: De pronto, la Santa de Cabora ha dejado de hacer milagros para dedicarse a defender a los humildes, a los pobres, a los necesitados.
 
TERESA: Hermanos, hermanas mías. Es preciso luchar por la vida, por la libertad de todos nuestros hermanos que viven sometidos y humillados. Con el Gran Poder de Dios, seremos liberados. Estén preparados para el advenimiento de un nuevo siglo que traerá la insurrección, la justicia y la paz del fuego redentor.
 
MUJER VII, VIII, IX Y X: ¡Hágase tu voluntad!
 
MUJER III: Santa teresa, estos peregrinos hemos venido para pedirle consejo, niña... Tomóchic, Santita... Tomóchic... ¿Qué será de nuestro Tomóchic?
 
TERESA: Llámese tu nombre Tomóchic, y con él la Gloria y el Martirio. Esta es, peregrinos, la mecha. Después correrá el fuego y la guerra. Angélicas tropas que acabarán con el mal gobierno. Óiganlo, óiganlo todos bien: ya viene el viento divino, la justicia de Jesucristo Crucificado. La rebelión. Ya vienen las tropas insurrectas... ya arden los campos... ya arde la sierra... ya arden los templos... Se acercan los años difíciles de la emancipación. Hermanos, Hermanas, peregrinos: no pierdan la fe. Su causa es Justa y Dios está de su parte. Los que están en las trincheras...
 
MUJER VII, VIII, IX Y X: Los que están en las trincheras...
 
TERESA: Y los que están bajo la tierra...
 
MUJER VII, VIII, IX Y X: Y los que están bajo la tierra...
 
TERESA: Tocarán las campanas...
 
MUJER VII, VIII, IX Y X: Tocarán las campanas...
 
Suenan las campanas. TERESA sube a la litera y las MUJERES VII, VIII, IX y X la cargan.
 
TERESA: ¡Esta tierra es nuestra!
 
MUJER VII, VIII, IX Y X: ¡Esta tierra es nuestra!
 
TERESA: ¡Viva Tomóchic!
 
TODAS: ¡¡Viva Tomóchic!!
 
TERESA y las MUJERES de blanco salen. Las otras MUJERES apagan sus veladoras. Oscuro. Luego, dejan de tañer las campanas.
 
ESCENA 8. TESTIMONIOS II
 
El escenario esta vacío. Entra la MUJER V:
 
MUJER V: Por la memoria de mis padres y de mis hijos que aún no nacen, que era milagrosa, era una verdadera Santa... Mis ojos vieron esa aparición celeste... Y la oí decir de sus labios benditos que había que combatir al mal gobierno. Tal vez, por eso, al poco tiempo, unos federales se llevaron a la Santa de Cabora  pa’l otro lado, a Arizona, creo... Para que ya no armara más alboroto por estas tierras serranas... Y lueguito fueron los peregrinos para verla a su nuevo santuario... Era tan dulce, tan pura, adorada y venerada... Tan sólo una niña. Una niña de 18 años... Nunca más se supo de ella. Dicen que allá murió. Pero por Dios que era Santa...
 
La MUJER V sale persignándose. Entra la MUJER I:
 
MUJER I: ¡Adió! Bueno, ¿ya vio lo que le estoy diciendo, pues? Hubo reti’harta gente que anduvo diciendo que la quezque Santa los había curado y sanado, que había resucitado a uno que otro muertito... Qué va, oiga... Entonces, ¿cómo no iban a acusar a los tomochitecos de fanáticos? Ah, y deje eso, pa' colmo de males, les dio a los tomochitecos estos encabezados por Cruz Chávez por buscarse las amistades de un bandido... Sí, de un bandido... Un tal Pedro Chaparro... Ah, pa' nombrecito digo yo... Aún hoy se puede ver la cueva de Pedro Chaparro allá en el monte... Entonces, digo yo, ¿cómo no los iban a acusar de fanáticos religiosos y de bandidos insurrectos? Nomás acuérdense de cuando Cruz Chávez abofeteó al padre, en plena misa, delante de todos... Cosas de la triste vida, oiga usted...
 
La MUJER I sale. Entra la MUJER III con rifle y cananas.
 
MUJER III: Que si esto, que si lo otro. Que si la Santa era de a de veras o que si no... La mera verdad, nadie sabe bien a bien si los tomochitecos la vieron o no... ¡Sabrá Dios! Que si Pedro Chaparro era un bandido de la sierra o un enviado del Señor... ¡Vaya usted a saber! El caso es que el pueblo de Tomóchic, fue declarado en rebelión... Y el gobierno envió al ejército. Los federales hicieron desfiguros que usted ni se imagina, oiga... Y creyeron que así sería sofocada la rebelión de los tomochitecos... Pero, n'hombre, ya parece. Nomás faltaba... Durante esos días, algunos serranos fueron incorporándose a Cruz y Manuel Chávez. Quién se imaginaría que todo esto  terminaría en tragedia...  Sólo quedaba encomendarse a todos los santos. Fue entonces cuando los rebeldes volvieron a Tomóchic. Los hermanos Chávez encabezando su ejército de bandidos, yaquis, fanáticos e insurrectos...
 
La MUJER III sale. Entra la MUJER I.
 
MUJER I: Pa' mí que fue un presagio, aunque nadie se dio cuenta: el olor a pino de las chimeneas desapareció. Y vino un viento que traía olor a pólvora... a sangre... a muerte. Ni un águila volaba en el cielo. La sierra entera iba a retumbar. El río se tiñó de sangre, de la sangre de todos los muertos. Incendiaron todo; las llamas y la humareda podían verse desde lejos. ¿Qué dirán nuestros hijos... nuestros nietos... los hijos de nuestros nietos? ¿Que morimos por una causa justa? ¿Alguien nos recordará cuando pasen 100 años? ¿Alguien se acordará de nosotros? ¿Alguien se atreverá a llamar a los responsables: asesinos? Por eso debemos recordar... Recordemos. Recordemos.
 
La MUJER I sale.
 
ESCENA 9. LAS TROPAS
 
Entran de nuevo todas las MUJERES y se ponen en fila. CLARA esta pasando revista a las nuevas tropas. Las MUJERES VII, VIII, IX y X se han incorporado.
 
CLARA: ¡Pedro Chaparro!
 
MUJER X (cuadrándose): Aquí, mi capitán...
 
CLARA: Pedro, tú te vas con tus hombres al cerro de la Cueva... ¡Jorge Ortiz!
 
MUJER IV (cuadrándose): ¡Presente, Cruz!
 
CLARA: Váyase pa' donde pasa el arroyo de Lino... ¡José Domingo Rodríguez!
 
MUJER VIII: ¡Mándeme, don Cruz!
 
CLARA: ¿Cuántos hombres van con usted?
 
MUJER VIII: Somos 19.
 
CLARA: Ustedes se jalan al pie del cerro de la Cueva... Manuel, ¿ya sabes cuántos somos en total?
 
MUJER VII: No más de 90 hombres, Cruz.
 
CLARA: Tú te vas al cuartel y el resto de la tropa se va a la iglesia conmigo. Ese será nuestro refugio. (pausa) Les advierto que los federales atacarán por dos lados. Es un ejército muy superior a nosotros. Podremos, si Dios nos ayuda, triunfar por un momento, pero al final... sucumbiremos. Moriremos muchos. Pero moriremos con el orgullo de haber defendido una causa justa y noble. Los que sobrevivan, vayan por los pueblos, por las ciudades y cuéntenles la verdadera historia de Tomóchic y los motivos por los que combatimos... El que tenga miedo, puede irse ahora.
 
Todas permanecen. TODAS se abrazan entre ellas.
 
CLARA: ¡Qué Dios nos guíe y acompañe!
 
TODAS se persignan.
 
CLARA: ¡¡Viva Tomóchic!!
 
TODAS: ¡¡Viva!!
 
CLARA: ¡Viva la Santa de Cabora!
 
TODAS: ¡¡Viva Teresita Urrea!!
 
CLARA: ¡Esta tierra es nuestra!
 
TODAS: ¡Vivan Manuel y Cruz Chávez! ¡Que viva Tomóchic!
 
CLARA (Tras una pausa): Ya es hora. Váyase cada quien a su puesto y que el Gran Poder de Dios no nos abandone.
 
Las MUJERES van hacia las sillas. Algunas se sientan. Otras permanecen de pie. CLARA sale.
 
 
ESCENA 10. LA FOTOGRAFÍA
 
Las MUJERES están de pie, otras sentadas, inmóviles.
 
MUJER VII: La batalla comenzó el 19 de octubre.
 
MUJER VIII: Y duró tantos días que pareció el infierno.
 
MUJER I: Recuerdo, recordemos.
 
MUJER II: Hasta que se nos haga justicia.
 
MUJER X: Me llamo María Elena Rodríguez. Tengo 32 años. Viuda. Mi esposo y MUJER X: mis dos hijos murieron en Tomóchic. Yo estuve en la iglesia con los demás cuando tuvimos que salir huyendo. Una de las vigas del techo cayó sobre mí. No sé cómo todavía estoy viva.
 
MUJER III: Todos estábamos en el templo. También Cruz, Manuel Chávez y Clara Calderón...
 
MUJER V: Nosotros pudimos salir del templo antes de que los federales le prendieran fuego y la iglesia se consumiera en llamas. Todavía pueden verse las cenizas de la casa de Nuestro Señor... Y pudimos salir porque el general Rangel, de los federales, mandó avisar que las mujeres y los niños salieran.
 
MUJER VIII: Que no querían más inocentes muertos...
 
MUJER IX: Algunas salieron y se salvaron.
 
MUJER VI: Pero otras, como Clara Calderón, se quedaron a pelear con los hombres.
 
MUJER VII: Ya habían muerto más de 100. Niños y mujeres, también. Cuando nos dejaron salir de la iglesia ya habían muerto casi todos. Los cadáveres estaban por todas partes. Charcos de sangre que se confundían con el lodo. Y el cielo se cubrió con una cortina de humo negro... y se hizo la noche. La noche más larga de Tomóchic.
 
MUJER II: Y el crimen siguió: cuando todo parecía haber terminado, a los heridos que llevaron al hospital, esos pocos que lograron salvarse, llegaron los federales y los mataron a todos... Era una masacre... Quemaron todos los cuerpos de nuestros hombres; ahora ya nadie tiene ni el consuelo de poder visitarlos en una tumba, como Dios manda.
 
MUJER IV: Días después, por el camino a ciudad Guerrero, se vio una fila de prisioneros marchando. Sólo podían verse mujeres y niños. A todos los hombres los habían matado. Por eso, Tomóchic sólo me recuerda un crimen.
 
MUJER IX: ¡Juan, hijo, no corras! ¡No salgas! ¡Te pueden matar los federales! ¡Hijito, no corras! ¡Quédate en la iglesia, no tengas miedo! ¡Juan...! (pausa) No me oyó... No me oyó...
 
ESCENA 11. EN LA IGLESIA
 
Las MUJERES ponen de nuevo las sillas como bancas de iglesia. Traen rifles y cananas. De vez en cuando, a lo lejos, escuchamos unas campanadas. Debe haber mucho ruido: voces ad libitum, rezos, llantos, gritos, disparos, órdenes, quejidos. Algunas MUJERES disparan al exterior. Otras cuidan heridos. Otras yacen en el piso. CLARA entra con ellas. Dispara su rifle hacia afuera.
 
MUJER IV: ¡Clara, Clara! ¡Ya dieron el permiso! ¡Que las mujeres y los niños pueden salir de la iglesia!
 
CLARA (dispara): ¡No, yo me quedo aquí!
 
MUJER I: ¡Pueden salir, pueden salir!
 
MUJER II: ¡Yo me quedo aquí!
 
MUJER X: ¡Esto ya no resistirá más!
 
MUJER VI: ¡Saquen a las mujeres y a los niños! ¡Pronto!
 
MUJER VIII: ¡La campana se está derritiendo!
 
MUJER VII: ¡El techo está ardiendo!
 
La MUJER IX trae entre sus brazos un bulto envuelto con un rebozo que abraza. Llora, hablándole a su hijo.
 
MUJER IX: M'hijito... M'hijito...
 
La MUJER IX va a un rincón abrazando el bulto contra su pecho. Se sienta, llorando. La MUJER X cae muerta. La MUJER I le grita a CLARA.
 
MUJER I: ¡Clara! ¡Don Manuel...!
 
La MUJER I corre a atender a la MUJER X. Descubre que ha muerto.
 
MUJER I: ¡Clara! Está muerto...
 
Silencio. Todas ven a la MUJER X. CLARA se acerca lentamente hacia ella, que yace sin vida.
 
MUJER IV: Mataron a Manuel Chávez...
 
CLARA se arrodilla para abrazar a la MUJER X. TODAS callan. No hay ruido ni movimiento, solo las campanas tañen. TERESA URREA entra y contempla la escena.
 
CLARA: Padre nuestro... ¿Qué han hecho...? ¿Por qué nos abandonaste?
 
Las MUJERES se acercan a CLARA que abraza el cuerpo sin vida. TERESA sale.
 
MUJER II: Lo hemos perdido todo.
 
MUJER I: Los federales deben estar contentos ya. Triunfaron.
 
MUJER III: Todos han muerto.
 
MUJER IV: Vergüenza les debería de dar.
 
CLARA: Fuimos nosotros, nosotros, los defensores de Tomóchic los que ganamos. Nosotros no nos rendimos jamás, ni huimos. Y éramos sólo un puñado de hombres. Un puñado de hombres valientes.
 
MUJER IV: Salgamos, la iglesia está en llamas.
 
MUJER VIII: Esto es un infierno.
 
CLARA: Salgan, salgan todos. Ya no hay nada qué hacer.
 
La MUJER V se levanta y pone su rebozo sobre el cuerpo de la MUJER X. Salen TODAS. CLARA abraza a la MUJER X. CLARA sale. Oscuro.
 
ESCENA 12. RECUERDO
 
Entran todas las MUJERES, de la I a la X. Después entra CLARA. TODAS se sientan en las sillas, frente al público. Algunas tienen rosarios en sus manos, otras rifles, otras cananas. TODAS hablan ad libitum diciendo sus nombres, edades, estado civil, lugares de origen, etc. Es un murmullo constante.
 
MUJER X: Todas salimos de Tomóchic.
 
MUJER II: Con nuestros hijos.
 
MUJER VII: Los únicos sobrevivientes.
 
MUJER V: Nos llevaron presas.
 
MUJER III: Tomóchic quedó en ruinas, abandonado, puras cenizas.
 
CLARA: Nos dirigimos al gobernador de Chihuahua pidiéndole garantías para que se nos respetaran nuestros intereses.
 
MUJER I: La esposa del presidente Díaz pidió un trato especial para las viudas y los huérfanos de Tomóchic.
 
CLARA: Pero en Tomóchic todo se ha desvanecido. Sólo queda la sierra, las piedras y las cenizas como únicos testigos.
 
TODAS (ad libitum):                                CLARA:
Recuerdo, Recordemos.                         De Tomóchic sólo queda le nombre.
Debemos recordar...                               Hablaron de santos y de bandidos...
Hasta que se nos haga justicia.              Hablaron de rebeldes y de milagros.
Recuerdo, debemos recordar.                En Tomóchic todo se ha desvanecido...
Recuerdo, recordemos.                          El asesinato se llamó Tomóchic.
Recuerdo, debemos recordar.                ¡Viva Tomóchic!
¡Que viva Tomóchic!                               ¡Que viva Tomóchic!
 
Oscuro.
  
 
FIN
 
D.R. Humberto Robles
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Descripción

Tomchic, la voluntad de un pueblo es una obra de teatro en la que mujeres narran los hechos de la masacre de los habitantes de Tomchic por parte de las fuerzas federales de Porfirio Daz en 1892.

Palabras Clave: tomchic teatro dramaturgia mxico chihuahua

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Humberto Robles

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