TRES TONTOS.
Publicado en Jun 08, 2013
Paseaba por los alrededores del lago del Retiro cuando, de repente, me crucé con el primer tonto. En realidad era tonta, adolescente, rechoncha y vestía unos inenarrables pantalones color rosa chillón. La tonta en cuestión se divertía una jartá poniéndose detrás y vacilando, sin que éste se diera cuenta por lo aparatoso del disfraz, de uno de esos pobres inmigrantes hispanos que, sudando la gota gorda, visten disfraces de personajes de series de televisión o cómic para que la gente a cambio de unas pocas monedas se fotografíe con ellos. En este caso (aunque tal detalle no tenga demasiada importancia) el disfraz era de Mickey Mouse y la tonta número uno detrás de él se lo estaba pasando bomba con su jueguecito. Y en ese momento descubrí a los tontos número dos y tres, probablemente eran sus señores papás, que con mucha risa y jolgorio le reían la gracia a la chavalita, con fotos incluidas y todo. Perdonen ustedes la expresión, pero aquello me tocó ligeramente los cojones y con un impulso y dos zancadas me planté a escaso medio metro de distancia de la tonta número uno. La miré con la misma simpatía que te mira un tiburón blanco una décima de segundo antes de darte una dentellada, espetándola: "¡¡¡eresunaguiritontadeloscojones!!!" Y oigan, con todo lo tonta que era, aunque no creo que entendiera el continente de tal expresión, supo captar a la perfección el contenido y puso rumbo nor-noroeste hacia donde estaban sus tontos papás, que percatándose del asunto y de mi 1.90 de estatura, iniciaron una prudente retirada hacia un cercano kiosko, donde espero que les cobraran seis euros por cada botellín de agua que pidieran. Por guiris y por tontos. Yo, mientras tanto, encaminé mis pasos hacia la Feria del Libro, donde poder refugiarme de la decadencia de mi país en las páginas de Cervantes, Lope, Unamuno o Lorca. Gente que nunca hubiera escrito lo que escribieron de haber nacido en Wisconsin, Massachusetts o Sidney. Se me olvidó decir que los tres tontos hablaban en ingles. Desconozco si eran yanquis, hijos de la gran Bretaña o australianos. Pero inglés, lo que se dice inglés era lo que hablaban. ¡¡¡ Ay que joderse con los amos del mundo!!! medité. Nunca tan poco llegó a tanto. Y mientras llegaba a las casetas de la feria, fantaseaba con el cálido y reconfortante sueño de imaginar a aquellos tres tontos en lo alto de una pirámide inca o azteca, atados de pies y manos encima de un altar de ceremonias, mientras algún lejano antepasado de hispano, del que tanto se habían estado chotando, les sacaba el corazón en vivo y lo arrojaba a los pies del respetable que enfervorizado jaleaba el espectáculo. Eso sí que era para reírse un rato.
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