Separados
Publicado en Jun 20, 2013
Aquí estamos sentados en la barca del parque, cada quien en su trinchera cerrados al dialogo, la tarde parece entender lo que pasa pues esta silenciosa y nublada. Me siento fatal y creo que tú también, todo en cualquier momento se puede ir al carajo.
Se me estruja el corazón recordando cómo nos conocimos, esa noche yo andaba en la aventura, con la curiosidad de conocer lugares y entre a ese lugar. Todo era alboroto, voces que hablaban y reían sin sentido, más bien con el deseo de pasar una noche divertida y sin complicaciones. Me adentre llena de curiosidad pero nadie notaba mi presencia, después de un tiempo algunos sujetos se me acercaron entablando diálogos superfluos y marchándose inmediatamente, Yo había oído hablar de esos sitios, según lo que sabía eran lugares en donde generalmente las personas van a la conquista de aventuras de una noche, con lo cual no comulgo pero mi curiosidad era indiciosa. Después de algunas conversaciones y el rechazo a algunas insinuaciones estaba lista para irme y empecé a movilizarme a la salida, cuando te acercaste, en ese momento pensé “otro” pero algo en tus palabras me hicieron escucharte, además tu comportamiento era educado, mesurado y tranquilo. Después de la clásica pregunta ¿Qué haces por este lugar? Y claro mi explicación sobre la curiosidad, empezamos a conversar hasta muy entrada la noche ya para despedirnos intercambiamos correos. Pasados unos días recibí un correo tuyo, de momento no sabía quién eras ya se me había olvidado que te había dado mi correo, te respondí, así se fue haciendo habitual comunicarnos, posteriormente me pediste que te incluyera en mis contactos para poder “chatear”. Nos pasábamos horas conversando por lo menos una vez a la semana, después casi diario. Cuando me viene a dar cuenta ya eras parte de mi vida, te volviste una persona muy especial con la que comentaba mis broncas, miedos, logros, sustos, quien estaba pendiente de mí, de mi salud, que me aconsejaba, regaña, apapacha. Creo que tu sentías lo mismo, pues tu constancia e interés me lo indicaba. Luego de unos meses, me pediste ser tu novia, de entrada se me hizo gracioso como a estas alturas de mi vida alguien me pedía ser su novia y te lo dije, tu respuesta fue contundente “la edad que tiene que ver” me quede sin palabras, era cierto, así empezamos nuestra relación. Hemos pasado por tus celos y posesividad, mi deseo de libertad, tus berrinches disfrazados, mis explosiones temperamentales y más fricciones, pero si de algo estoy segura es que me conoces muy bien y me quieres. Me encanta cuando sabes que “ya metiste la pata” das unos giros de ciento ochenta grados o cuando estoy a punto de “armar la bronca” y empiezas de meloso. Pero tengo que reconocer que eres constante y protector no sólo conmigo sino con mis seres amados. Todo iba bien, hasta que accidentalmente encontré algo relacionado con tus pasatiempos, sin recapacitar y sin decirte nada hice mi drama, estaba molesta, me sentía ridícula y lo más sorprendente en mi celosa. Te mande al diablo convencida que era lo mínimo que merecías hasta que el berrinche se me bajo, ahí me di cuenta que me había excedido. No hablo del “respeto a la individualidad”, “a los espacios personales”, “el dejar ser a la pareja”, me sentí tan tonta y apenada. Te ofrecí una disculpa no dijiste nada, días después nos encontramos en el chat tuvimos una conversación más o menos normal pero tensa, ninguno de los dos dijo nada sobre la situación. Y hoy estamos aquí. Lunaoscura
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silvana press
Cariños
Edith Zepeda Hermenegildo
Si tienes razón le falta un cierre, feliz o trágico pero un cierre a fin de cuentas. Esta bien propón un final .
silvana press
Edith Zepeda Hermenegildo