lían  En la aldea "Reina Margarita" todo estaba sucediendo igual a lo que sucedía siempre, como detenido en el tiempoLas mujeres limpiaban sus casas, los niños iban al colegio,los hommbres cada cual a su trabajo. De las calles polvorientas se levantaban nubes de polvo como cucuruchos de helados, que se llenaban con las hojas impostoras que jugaban al sube y baja aprovechando el suspiro interminable del viento que las acompañaba en ese ir y venirEn la plaza principal, añeja y desgastada, bajo dos árboles que completaban su atuendo y ocupando el único banco existente se sentaban los viejitos que platicabann animadamentede los sucesos que inexsorablemente fueron pasando en sus vidas.Anécdotas que cubrían los pocos recuerdos de esas mentes cansadas y abatidas que ya no querían repetir y repetir tantas veces las mismas cosas.Lejos, muy lejos, nubes tornasoladas se asomaban en el horizonte, que con una linea dividía al mundo en dos.Tan abocado estaban cada uno en su tarea que nada veían allá en la inmensidad.El mediodía se acercaba lentamente, aburrido del recorrido acostumbrado, solamente el trinar de algún pájaro aventurero alegraba su rutina, transformándolo en un concierto inexplicable que nadie oía.Los nubarrones como aguerridos soldados se iban preparando para la actuación.Habían cambiado sus trajes por otro de color negro azabache, puntas de espadas sobresalían de sus contornos, a paso de marcha se iban acercando a la distraida  aldea
El sol fue opacando su brillo, ante un rival que parecla muy ofuscado, sabiendo que la derrota iba a ser en pocos minutos.
Así había sido, esa tarde de calor abrumador se había transformado en un momento, en la noche más oscura y peligrosa nunca conocida.
Como mugidos de fieras feroces los horripilantes truenos se escuchaban desde el rincón más desolado.
La ilumanación de los relámpagos formaban figuras danzantes que reían a carcajadas al ver el pavor que estaba causando 
Hastiada ya la señora tormenta de tanta actuación, comenzó a descargar todo el líquido contenido, habiéndose transformado en una lluvia pasmosa que poco a poco fue cambiando las calles en arroyuelos embravecidos que llevaban en su andar pequeñas y grandes cosas.
Un pequeño observaba por el ventanal el caudal  de agua que iba a desembocar al río cercano a su casa.
La lluvia desencadenada seguía cayendo.
El cachorrito, inocente de lo que estaba ocurriendo se asoma al borde de su cucha, cuando un fuerte lenguatazo lo arrastra hacia una corriente eufórica.
Con la cara aplanada contra el vidrio, el niño vió venir ese pompom blanco gimiendo asustado en ese viaje seguro hacia la muerte
La criatura no se detiene a pensar en el agua que estaba cayendo, abre la ventana y se arroja al diluvio, tratando de alcanzar al animal.Estaba muy cerca.Corre empapado, nada, hacía toda clase de piruetas para poder llegar a él.
El líquido corría con fuerza y lo hundió. No vió nada más, pompom había desaparecido.
Se da cuenta que el río estaba muy cerca. Lluvia lo enceguese.En su desesperación por encontrarlo había perdido la poca estabilidad que tenía. Ya se veía en las profundidades del río cada vez  más cercano.
Es tirado contra un árbol, se aferra a él con fuerzas, es su única salvación.
Dios de lo había puesto en su camino. Siente que algo se prende a sus piernas
Pompom lo estaba mirando suplicante. Lo tomó como pudo. Los dos habían logrado salvarse.
la lluvia fue cesando lentamente