Contra el árbol desnudo, raspo mi espalda en su corteza  mientras tu cuerpo entra en el mío. Las hojas moribundas dejan alfombras llenas de sueños deshechos y yo renazco entre ellas, mi savia circula y circula; nada en mi está muriendo desde que te tengo.
La brisa se lleva las historias que invernaron en mi corazón cansado; apretadas, aglutinadas como nervios encerrados; mi cabello vuela enredado en esperanzas desde que te quiero; mis manos abren los puños encerrados, sueltan las penas, me libero de ellas.
Broto en tus brazos, circula con prisa en mí la primavera. La resina recorre lamiendo mi tronco, tus besos apresurados dejan abono en mis raíces expuestas. Grito de alegría porque sé que germinarán las semillas, porque mi tierra es fértil desde que tú la cuidas.
 
Fuera de mí, se aleja. Crecen las distancias entre mi presente y el infierno, se detiene el tiempo para continuar así, lejos del otoño. Nada nos toca en este paisaje, porque algo entre tú y yo está naciendo.