Que mana la de mam
Publicado en Jun 29, 2013
¡No te toques!, Ordena la madre una noche de invierno. Quiero ver como te tocas, le dirá veinte años después su amante, una noche de verano.
Todo lo recordaba la bella Angela, como si fuera ayer. El pasado no perdona, se decía a sí misma. Porque todo lo recordaba Angela por estos días como si fuera un hecho reciente. Del ayer infantil recuerda que tan solo tenía ocho o diez años y que vivían con su madre y abuela en un pueblo de naturaleza exuberante. El pueblo era tranquilo como sus gentes. Pero en la casa todo era gris y lleno de pesares. Su mamá insistía por aquellos tiempos en el: ¡No te toques!, ¡No te toques! Es pecado.¡No te toques! Dios te va a castigar. No te toques, o si no tu ángel, no volverá. ¡No te toques! ¡No te toques! Qué tardes, qué noches; qué insistencia la de mamá, pensaba silenciosamente Angela en esas eternas noches de invierno. Y así paso su penosa y angustiosa niñez llena de temores, de regaños, de incertidumbres sobre el pecado. Hasta que por fin, al colegio grande de la ciudad, a casa de la tía Ofelia, la descomplicada tía Ofelia. Y allí, en el bullicio de la ciudad, de la infancia temida no se volvió a acordar, las horas esperadas de la juventud llegaron, fiestas de sábado y domingos apacibles a su puerta tocaron. ¡ Y, el amor tambien llegó! El hombre de sus sueños en realidad se transformó. Como amantes entrañables viven este presente ardiente y apasionado. El, muy cálido y amoroso con indescriptible pasión le dice de tarde en tarde o de noche en noche: ¡Quiero ver como te tocas! Y ella sumisa, ardiente y amorosa descubre toda la mujer que siempre ha corrido por sus venas.
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