Es necesario proseguir mi camino
sin detenerme en aldeas ni poblados.
Un fatídico determinio me acompaña:
Voy por la apática mañana de mi exilio
en la cabalgadura de la madrugada.
Llevo un azor, mi espada y mi alta tristeza.
He ido de devoción en devoción
con mis gruesos pasos de prudencia.
He alternado la vida con la muerte:
Vida y Muerte son separadas y contiguas.
Cortejé y fuí correspondido, amé y fuí amado.
Pero mi corazón se internó en lo incierto
y sentí torturas como de cruces y vértigos.
Los murmullos transitorios ya en él cesaron
y todo innumerable amor que dí quizá fue un espejismo..
Vida y espejos juegan con nosotros
sus fogosos juegos paralelos.
Sonreí ante los hechizos de lindas hechiceras
y mantuve mi espera como la calma en las batallas.
Fui de estancia en estancia y, a veces, de vilo en vilo.
A través de guerras formadas por mí o contra mí.
Fuí dejando los vínculos, desgarrando amarras
de aquellos amores peculiares que tanto mal me hicieron.
Hoy voy finalmente hacia mi desenlace
más allá del letal y fatal horizonte.