STRONGMAN.
Publicado en Jul 06, 2013
A Hannibal la ruleta de la fortuna que es la puta vida le puso nada más nacer en una tesitura bastante amarga. A él y a sus papás. Puedo imaginar, desde mi actual perspectiva de padre, el oscuro desierto de angustia y desesperanza por el que estos últimos han tenido que atravesar. Parece ser que como Hannibal es un campeón y un valiente ha conseguido ganarle el pulso a la Parca. Aunque a esa perra puta nadie nunca jamás le ha ganado la partida, si acaso arrancarle un mero aplazamiento. Ahora Hannibal quiere conocer a otros campeones. Y esos campeones (gente con aspecto de ogro malo y corazón de oro puro) han accedido de buen grado a hacer feliz, muy feliz, a un niño por unas horas. Acciones así te reconcilian, de alguna manera, con el género humano. Uno, que al asomarse a las noticias de todos los días solo siente el irreprimible deseo de instalar una guillotina incansable en la Plaza de la Cebada, de vez en cuando, de forma totalmente fortuita, lee o ve cosas que ponen un punto de dulzura en su interior. La caridad y bondad de la gente (en el mejor sentido de las dos palabras) llega a donde es incapaz de llegar la Justicia Social y el Estado del Bienestar. ¿A lo mejor no tenía tanta razón Hobbes cuando se marcó aquel rollo del "homo homini lupus"? No lo tengo nada claro. Mi opinión va por días, barrios y estados de ánimo. En cualquier caso me gustaría poner en valor el gesto de estos fortachones. Y es que esta tarde en Aranjuez los Strongman van a ser más Strongman que nunca. Porque su fuerza no solo saldrá de sus poderosos músculos. Su fuerza saldrá sobre todo del fondo de sus nobles espíritus, que serán bálsamo para una familia que se ha asomado al infierno.
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