La puerta y las hendijas
Publicado en Jul 08, 2013
Alguien escuchó mis súplicas, mis más repetidos deseos y me la concedió. La llave ardía en mi mano, era pesada, reluciente; nadie nunca la había usado.
Admiré la belleza de la puerta enorme que se alzaba enfrente. Era de madera sólida, impecable e infranqueable. Los muros que cerraba eran más altos aún, sus paredes desgastadas con el tiempo, eran revestidas de cemento y de trecho en trecho una pequeña dilatación permitía ver el mundo que detrás resguardaba. Luces que de pronto me alcanzaban, algunas buenas; otra, mejor olvidarlas. Temí por un momento cuando giré la llave. Tal vez lo que había detrás no me agradara completamente. Había buenas personas, queridas y amadas; hermosos e inigualables episodios que como una película continuamente se me repetían; pero sabía también que había otros momentos encerrados y dormidos custodiados por demonios; que bastaba un chirrido o un suspiro involuntario para levantarlos. La puerta crujió cuando se desplazó. El terreno que allí se encerraba era enorme, más de lo que hubiera imaginado. Estaban mis juguetes, desparramados como lo habían estado en mi cuarto. Los libros de cuentos, las revistas que coleccionaba, todas apiladas sobre discos de vinilo. Carpetas del colegio, cartas de amor, fotografías olvidadas por completo. En un rincón, bajo un alero improvisado, unos ancianos tomaban mate. Llevaban las ropas de una moda hace tiempo pasada. Reían sin advertir mi presencia; es más, pasé a su lado y ni me saludaron. Tal vez no me conocían pero algo debían estar haciendo en esa región que era sólo mía. Me aventuré hacia el centro, donde las jaulas retenían las bestias dormidas. Caminé en punta de pie y lloré cuando recordé el efecto de su presencia en mi vida. También vi decisiones mal tomadas, actos cobardes, la soberbia maniatada, el egoísmo enojado y la incomprensión con espuma en la boca; todas me reprocharon algo. Salí de allí secándome las mejillas, por ellas había tenido amarguras en mi vida y ahora la tristeza que tenía olvidada me enfrentó con un machete de culpas. Caminé hacia la única luz del lugar. Sonreí al acercarme. Allí, todos reunidos, estaban los momentos inolvidables. Mi niñez en los brazos de mi madre, el abrazo sincero y caluroso de mi padre; los consejos y las anécdotas de mi abuela, mi primer novio y su primer beso. Las travesuras compartidas con mi hermano, los secretos con mi mejor amiga, los paseos de los domingos a la tarde; los cincuenta centavos para el único helado de la semana. Más nítidos y coloridos estaban allí mis hijos recién nacidos, sus primeros pasos, sus caídas y sus llantos; sus sonrisas enormes y sus brazos alargados cuando llegaba del trabajo. También estaba mi esposo repitiendo las palabras que me hicieron elegirlo. Mi corazón estaba lleno de buenos momentos, pero la nostalgia hizo que me quedara demasiado tiempo en los recuerdos, en el pasado. Mi razón quería sacar de allí a varios, llevarlos a mi presente de nuevo; más intentando hacer trampas hice mucho ruido y uno de los guardias se despertó. Frunciendo la boca y negando insistentemente con la cabeza me mostró su enfado. No era ese el trato, me lo habían explicado. Por cada buen momento robado de ese campo, por cada cambio generado allí en el pasado; debía asumir las consecuencias en el regreso. Algo de allí sería tomado y encarcelado definitivamente. Con las manos llenas de todo lo que alguna vez quise y custodiada por la gente que aún amo y que nunca más vi; me encaminé hacia la puerta dudando. Un solo elemento fuera de lugar, un solo episodio al que le cambiara su final afectaría mi vida y la de los míos, allá; del otro lado de las paredes, donde estaba lo que restaba de vida. Sentí de a poco como mi dolor los desprendía de nuevo, como despegaba de mis ropas esos recuerdos; en cada paso las celdas detrás iban encerrando de nuevo a lo bueno y a lo malo; sin diferencias; a mis vivencias, experiencias y pecados; también a todo lo amado. Cuando llegué nuevamente a la puerta, el guardia me dijo que él cerraba por dentro. Ya no confiaba en mi. Se compadeció de mi tristeza y me acompañó hasta el presente llevándome de la cintura. - Nada puedes hacer con tu pasado- aseguró- sólo recordarlo, extrañarlo o borrarlo. ¡Mira!- dijo mientras señalaba las hendijas en los muros- Por aquí puedes mirarlo, lo único que puedo hacer por ti, es dejar lo que tu quieras a la vista. Así cuando extrañes mucho puedes acercarte y revivirlos. Pero querida, ya forman parte de este gran campo; déjalos, ya hicieron mucho en tu vida. Aún tienes el gran resto, detrás de estas paredes gastadas; es más colorido, más sorpresivo y llevas el equipaje de las vivencias. El guardia cerró la puerta y yo, la impotencia en un puño. Nada podía hacer, desde la sombra fresca de mi presente; mis afectos, mis problemas, mis sentimientos nuevos me estaban llamando. Sonreí cuando caminé hacia ellos, aún podía dedicarles tiempo.
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Sara
Silvana Pressacco
Saludos loquita.
DEMOCLES...(Mago de Oz)
Silvana Pressacco
Cariños y muchísimas gracias Mago, Un abrazo!!!
Romn Romani
Me gusto mucho, tiene toda la dosis de emotividad para añorar el pasado, vivir el presente y amar el futuro que es hijo de ambos.
Muy lindo, muy bonito, muy dichoso.
un placer leerlo.
saludos!!!
silvana press
Un saludo amigo.
GLORIA MONSALVE
bien te digo que este texto me lleva a dos situaciones diferentes
la primera bien podria ser un ser que estando muerto se le permite visualizar y de alguna manera dar un vistazo por el camino recorrido tanto de alegrias y cosas gratas como de el de dolores y cosas no tan agradables, un guardian que bien podria ser un sanpablo que le abre la puerta para que vea, y le muestra las rendijas para que recuerde pero a la vez es quien le hace ver que ella ya pertenece a otrao paisaje..
tambien se puede ver como una mirada interior hacia las cosas gratas y las no gratas y desde alli, hacer una construccion para su nueva vida, donde seguro habran muchas esperiencas para recorar y seguir fortaleciendolas como otras no tan gratas para corregirlas y poder volar libre de pasado,.. vivir su nuevo futuro partiendo del pasado que al final son las bases donde nos construimos....
grato leerte
abrazos silvana
silvana press
La memoria es el guardián y la promesa que hace es dejar siempre expuesto los buenos momentos para visualizarlos cada vez que uno desea, pero la realidad esta fuera de allí... Por eso hay que cerrar la puerta, sólo mirar por las hendiduras de luz.
Grato que te haya gustado, espero que mi interpretación también te agrade.
Me gusta cuando el texto se presta a muchas. Gracias nuevamente. Un abrazo!
GLORIA MONSALVE
pero sabes creo que lo que sucede es que dejaste un tanto abierto el texto, por eso se presta a diversas interpretaciones, como la que te dije de muerto, que bien cabia tambien... y eso en mi parecer es bastante bueno ya que no limita a un solo mensaje sino que da rienda a la imaginacion y libre interpretacion lo que a mi me parece genial
un abbrazo... felicitaciones lo haces muy bien.
silvana press