En mi aposento de tradición creacional se manifiestan las más grotescas apariciones. Ceremonialmente se procede a dar rienda suelta a la suposición. No sin el preámbulo respectivo la circunstancia se vuelve etérea y confortable. El no obtener beneplácito está estrictamente prohibido, a pesar de que este a veces se niegue a asistir a la conmemoración.
Como quien ve gente ya fallecida, yo puedo ver sus altares sobredecorados merodeando por la ciudad. Intentando distinguirse entre millones de símiles. Van hacia el mismo sitio balbuceando en distintos idiomas… Se que existen otros que también pueden apreciar lo mismo que yo. A veces nos topamos, casi siempre de noche, nos observamos, reímos e inclusive en ocaciones compartimos nuestros amuletos.

ALTAR.

Altar de bueyes y pájaros,
de alevosía y perplejidad,
de anhelos y virtudes,
de verborrea y enfermedad.

Altar de vuelo raso y fulgor,
de egoísmo y generosidad,
de basura y complejidad,
de necesidad y fervor.

Altar de cuerpos secos,
altar de cerebros gastados,
altar de soledad,
altar de sumisión,
altar de adoración,
altar hecho de espejos,
que sin querer mi reflejo
dispara como munición

Altar, altar de sueños.
Altar, altar de gloria.
Altar, altar de relatos,
altar de mi memoria.