Olvida todo lo que fuimos, no pienses en lo que seremos. Concéntrate en lo que somos...dos seres con ganas de nosotros. Deja correr tus manos por mi espalda. Manténme cerca porque no sabemos cuanto nos durará esto... Hagámoslo inolvidable.
     Que el único sonido válido sean nuestros gemidos a dúo; que recuerdos y vistas del futuro queden prohibidas en este espacio, en el que solo podemos disfrutar de nuestros cuerpos. Sin preocupaciones ni posteriores arrepentimientos porque esto es justo lo que queremos hacer:¡GOZARNOS MUTUAMENTE!
     Porque en lo mas primitivo de nosotros, nos pertenecemos. Porque la razón nos dice NOLO HAGAN y hemos decidido ser rebeldes con una causa en común: saciar la sed. ¿La sed común?¿Una sed devaluada como la de esos que buscan putas para desahogar sus ganas?¡NO! Esta es una sed mas simple... mas sublime, pero a la vez tan compleja como los misterios del universo. Porque en teoría, no debería existir o mejor aún, debió desaparecer con el tiempo.    
    Contrario a eso, ¡Crece! Y no de manera en que podamos entenderla, sino de una manera desproporcional. 
    Ganas de ti que tengo, ganas de mi que tienes... que el solo hecho de que estemos cerca sirva para alterar al otro, de maneras que solo nosotros nos damos cuenta, porque nos sabemos afectados, porque sabemos el poder que uno tiene sobre el otro.
    Esas pequeñas descargas que se sienten solo del roce de un dedo en los lugares menos sensibles y se extienden hacia otros por la promesa tácita que este roce trae... una promesa de satisfacer nuestras necesidades conjuntas que no son tan distintas a las de todos, pero coloreadas con nuestros propios matices, porque poseemos nuestra propia paleta de colores invisibles para, con cada roce, dar una pincelada de deseo uno en el cuerpo de otro... para encender pasiones de fuerzas tan incontrolables como infinitas.
    No, no es simple sexo. Es una comunión entre partes de nosotros que se rehúsan a separarse. El instinto es a veces mas fuerte y algo en nosotros nos empuja a hacer esto; aunque haga daño luego, es inevitable porque, al menos en este aspecto, las cosas solo irán incrementando: y, al parecer no podemos huir del hecho... ¡pero tampoco es que queramos hacerlo!