Compartir no te hace bueno, lo parece puesto que lo hemos instaurado como uno de nuestros valores principales, relacionándolo así, con la solidaridad. También lo hemos mercantilizado al confundirlo con el intercambio. Ambas perspectivas me parecen igual de válidas pero alejadas del valor real del concepto. Ni siquiera las definiciones que ofrece la RAE dan con la verdadera naturaleza del concepto.

Ni coincidir con nadie en algo, ni hacer uso de un bien con otras personas, ni hacer uso de un bien prestado de buena voluntad, etc.
Compartir es una forma de crecimiento que empieza en el interior del individuo y halla su apoteosis con la aportación de algo nuevo a la humanidad (sin ser indispensable que llegue a ser algo tan elevado).
Me centraré en la transmisión de conocimientos y cultura. Ya que, en eso se basa el progreso de la humanidad así ha sido siempre, es la única manera. Si posees un saber, transmitirlo puede ser la mejor manera de sacarle el máximo provecho. La capacidad de compartir, es además, la capacidad de dar, de regalar, de enseñar, es una expresión de riqueza y poder. Es símbolo de poder porque muestra la capacidad de la persona, comparte porque puede hacerlo, es por tanto una fuente de felicidad.
El egoísmo es señal de debilidad y pobreza, necesita del poder de la imposición para su expansión. Mientras que todo aquello que se comparte, siempre que se haga desde la libertad, se expandirá como las aguas de un río que discurren valle abajo tras el deshielo, ya sean arrolladoras o sigilosas, siempre imparables.

Mis mejores intenciones, aprender todo lo que pueda para poder transmitir a las personas que encuentre en mi camino cómo pueden hacerse más fuertes, porque sólo una persona fuerte puede enfrentarse a su porvenir.