"A veces me duele una muela"
Publicado en Jul 29, 2013
Salí a la calle,las aceras estaban levantadas.Llevaban años así,en constante cambio.Taladradas por viejos obreros medio sordos de manos duras y mirada cansada.Colocaban adoquines que cambiarían a los seis meses.Alguien se aburría, necesitaba dinero,un coche nuevo,un collar para su amante caprichosa o engrandecer su ego. Esperé el bus,llegó,subí y metí la trajeta.Me senté lo más lejos de los altavoces que pudé.Música “romantica” para corazones podridos contaminaba el aire.Naúseas,respiré hondo y me calmé. Parada.Bellas quinceañeras de culo prieto,pantalones cortos ceñidos y camisetas translucidas subieron.Me pregunté a que se dedicarían.Se acercaron ,olian tan bien que apestaban.Hablaban entre ellas,sin mirarse.Sus hermosos ojos vacios fijos en sus estupendos móviles de última generación. Me aburría,así que cabecee. Me sumí en el sueño.Una infinita avenida apareció delante.Caminé por ella,luces de neón me cegaban.Acostumbré la vista,parecía haber muchos lugares diferentes,pero miré a derecha e izquierda y solo ví gimnasios,peluquerías,carteles anunciando bronceados perfectos y bares con teles enormes retransmitiendo un partido que iba ya por el minuto 789. No supé que hacer,asi que opté por meterme en un Megagimnasio.El hijo de Arnold Shwarzenegger se me acercó,me entregó un papel con un monigote haciendo posturas raras.Me indico que hiciera eso 902 veces al día, me sentiría mejor.Sintiendome un poco idiota le hicé caso.Durante días hicé 902 veces lo mismo que el monigote.Se me hincharon los músculos.Algunas chicas de mayas rosas fosforitas ajustadas me sonreían al pasar. Estaba cansado,me fuí a la sauna.Mis hinchados músculos tropezaron con la estrecha puerta.Me acosté,me sentía como un inmenso globo,inflado por fuera,totalmente vacío dentro.Salí y se lo conté al tio Arnold.Me dijo que tranquilo,solo tenia que salir y parar donde viera una gran cruz verde luminosa parpadeando.Una chica sonriente de bata blanca me daría una caja para llenar el hueco. El bus paró bruscamente.Me desperté. “Última parada” gritó el conductor.Bajé.Una inmensa avenida delante.
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